«Descargué Tinder para animar a mi hermana y acabé ligando yo»
En Bizkaia Dmoda recogemos cada semana los testimonios de usuarios vizcaínos de una de las aplicaciones para ligar más populares
En Bizkaia Dmoda recogemos cada viernes los testimonios sobre Tinder que llegan a nuestro email bizkaiadmoda@gmail.com. Hace un año que Eneko y Oihana congeniaron en Tinder. Ahora, comparten aficiones, paseos y viajes y una historia que casi arruina el mismísimo camión de la basura. Algo parecido le ha pasado a nuestra protagonista de hoy. Se descargó Tinder para animar a su hermana que acababa de salir de una relación y, de la forma más inesperada, fue ella la que congenió con el único chico al que dio 'like'. ¡Te lo contamos!
Me llamo Paula, tengo 23 años y soy de Cáceres, aunque desde hace dos vivo en Bermeo por cuestiones de trabajo. Me considero alocada, impulsiva y, a veces, algo caótica. En el amor, y durante muchos años, he tenido mis más y mis menos, mis altos y mis bajos. He disfrutado de mi juventud, pero digamos que no he conseguido tener una cierta estabilidad. Mi hermana mayor, Elena, tiene 30 años y trabaja como financiera. Es ordenada, responsable, guapa y, también, muy divertida. En la universidad y de fiesta, como se ligaba antes, conoció al que, tiempo después, se convertiría en un miembro más de nuestra familia. Tras 9 años de una relación sin sobresaltos, el amor se acabó.
Uno de los fines de semana que fui a Cáceres de visita, entré en casa y vi un bulto en el sofá: era mi hermana hecha un ovillo y envuelta en un mar de lágrimas. Me asusté, pocas veces le había visto así, y es que es de las que suelen «llevar la procesión por dentro». Ella tenía su piso y su vida, y era raro encontrarla un viernes por la noche en aquel salón donde crecimos juntas. Me contó, a duras penas, lo que había sucedido. Estaba todo muy reciente y le costaba asimilarlo. No había vuelta atrás. Tenía que adaptarse a su nueva realidad y yo iba a estar con ella, como siempre lo había estado.
Al día siguiente, Elena dejó su casa de alquiler y se mudó a su pequeña habitación, aún decorada con posters horteras y algún que otro peluche feo. Le hice terapias de chocolates, gominolas y largas horas de sofá, manta y conversación, todo muy Bridget Jones. Pasado 'el luto' y cuando las aguas ya volvían a su cauce, me devolvió la visita a Bermeo. Entre risas y cañas decidí que era hora de que diese un paso más y le propuse descargarse el dichoso Tinder, esa aplicación para ligar que tan de moda se había puesto. Reconozco que yo, a pesar de mis vaivenes amorosos, nunca la había usado.
'Click', descargar. Lo hicimos a la vez. Ella para pasar página definitivamente, yo sin ninguna pretensión más que la de divertirme con mi hermana. Cuando éramos más jóvenes nos tirábamos horas hablando de los chicos que nos gustaban. Ahora, años después, nos adentrábamos juntas en el amor 2.0.
Parece que ese día algo cambió. Ella se divertía dando «likes» a todos los chicos que le iban gustando, sonreía a la pantalla del iPhone y, de vez en cuando, compartíamos impresiones entre carcajadas. Me gustaba su actitud. Yo, más comedida, solo di un «like», sin saber muy bien lo que eso significaba. Sin embargo, me llamó la atención aquel chico. Era guapo y atractivo. Además, era de Gernika y nos teníamos cerca. Mi sorpresa llegó cuando hicimos 'match'. «¿LE HE GUSTADOOOO?», pregunté a Elena sobresaltada. «Eso parece, ¡qué rápido has ligado ca*****!», recuerdo que me contestó. Con una extraña adrenalina en el cuerpo, me envalentoné y le saludé como si fuera vizcaína de toda la vida: «¡Aupi!», dejé caer... No tardó en recoger el guante y nos pusimos a charlar. Fue una conversación fácil y fluida que hizo saltar la chispa enseguida. Además, su familia también es extremeña y ¡veranea en Badajoz!
Solo utilicé la aplicación durante tres días hasta que nos dimos los teléfonos. Me sentía a gusto hablando con él y quedamos la semana siguiente. Ninguno de los dos habíamos hecho nunca algo así y eso me tranquilizó. Al final, descargué Tinder para animar a mi hermana y ¡acabé ligando yo! Y no solo ligué, sino que tuve la sensación de haber conocido al que creo que es el amor de mi vida. Somos esas dos piezas del puzzle que encajan perfectamente.
Mi hermana sigue soltera y hoy soy yo la que vuelve a abandonar el nido para ir a vivir con él a Gernika. Elena, sin embargo, metida en una vorágine de citas que no acaban de cuajar y con los fantasmas del pasado en el olvido, está feliz de que alguna de las dos haya salido bien parada de esta historia de amores de internet.
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