La izquierda abertzale pierde ante GKS su histórica hegemonía en la UPV/EHU
Ambos multiplican su actividad política y se disputan el control del espacio en los campus tras la refundación de Ikasle Abertzaleak
Visitar estos días los campus de la UPV/EHU es asistir a un duelo entre los movimientos juveniles vinculados a GKS y la izquierda abertzale ... tradicional. Se aprecia, sobre todo, en la cartelería. Ambas facciones despliegan pancartas de enormes dimensiones que buscan patrimonializar el espacio público universitario. El fenómeno se ha acentuado esta semana. Y tiene una explicación.
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La última polémica: la refundación de Ikasle Abertzaleak
El histórico sindicato estudiantil Ikasle Abertzaleak, vinculado desde su origen en 1988 a la izquierda abertzale, anunció el pasado domingo en la clausura de su VIII Congreso que abandona la etiqueta «abertzale». Ahora es Euskal Herriko Ikasle Antolakunde Sozialista (IAS). La decisión no sólo supone dar un paso más en la ruptura de los jóvenes con sus mayores y abrazar definitivamente la ortodoxia comunista bajo el paraguas del Movimiento Socialista; también es un disparo en la línea de flotación de la izquierda abertzale. Aunque no formaba parte de la estructura del MLNV, Ikasle Abertzaleak fue durante décadas, junto a las diferentes marcas de las juventudes de Herri Batasuna (Jarrai, Haika, Segi, ahora Ernai...) la primera escuela política de cientos, si no miles, de militantes abertzales. Al cambiarle el nombre al sindicato, han tocado fibra sensible y se ha desatado una auténtica tormenta en el mundo radical.
Los campus de la UPV/EHU son el principal escenario de este pulso que disputan por un lado IAS y por otro Ikama, la facción estudiantil de Ernai, las juventudes oficiales de Sortu, principal partido de EH Bildu. «Están en una competición ridícula por ver quién pone la pancarta más grande», sintetiza una fuente académica. La lucha es a brazo partido pero, eso sí, pacífica, aunque esta semana ha habido acusaciones cruzadas de sabotear pancartas.
«Los chavales de GKS tienen cuidado en no ser violentos, pero sus textos acarician la tesis leninista de la violencia como vía legítima», analiza un catedrático. Se ve bien en dos asuntos que han marcado la actualidad política: la ofensiva de Israel en Palestina y el combate contra el «auge del fascismo» en Occidente.
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Banderas en disputa: la causa palestina y la lucha «antifascista»
La cuestión palestina ha adquirido una enorme trascendencia en el discurso público en Euskadi. La supuesta «complicidad» de la UPV/EHU y el Gobierno vasco con el genocidio en Gaza fue el argumento empleado por IAS para reventar el acto de inicio de curso y enfrentarse al rector. La Universidad ha neutralizado esos ataques al crear un comité para analizar sus convenios con empresas que tengan vínculos con Israel. GKS ha accedido a formar parte del foro, por lo que ha suavizado la confrontación en ese flanco.
En opinión de Imanol Zubero, catedrático de Sociología en el campus de Leioa, pese a que en Euskadi «ha habido una tradición de justificación de la violencia», estos discursos extremistas no son exclusivos de las organizaciones juveniles vascas. «Cuanto más radical es tu análisis, más sensible eres para detectar las violencias del sistema. ¿Cómo las confrontas sin caer en ella? El radicalismo político se mueve siempre en el filo de la navaja», afirma. A ello se une que «vivimos un momento brutal». Cita como ejemplo las recientes declaraciones de Trump amenazando con atacar Venezuela por ser unos «hijos de perra».
La presencia de estas organizaciones estudiantiles, en cualquier caso, «va más allá de lo simbólico», explica Zubero. IAS, por ejemplo, cuenta con oficinas de atención al alumnado y de distribución de apuntes. Y esta misma semana ha celebrado Herri Unibertsitatea, un ciclo de conferencias en los campus de País Vasco y Baiona. Su influencia no se reduce a la Universidad pública. De hecho, ha organizado sesiones para presentar las conclusiones de su último congreso en decenas de centros educativos de Euskadi, tanto en institutos como en ikastolas concertadas.
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Puntos en común: euskera y señalar a docentes
El gran punto de fricción entre los comunistas y la izquierda abertzale, como es sabido, es la apuesta de Bildu por la institucionalización. Esto le ha provocado una vía de agua en su base más radical y le ha hecho perder el control absoluto que ha ostentado durante décadas en espacios como la Universidad. «Hoy en día, un chaval que quiera ser antisistema milita en GKS, no en Sortu», opina una fuente académica.
Aunque es difícil determinar la capacidad real de movilización de GKS, toda vez que no participa en las elecciones, las fuentes consultadas coinciden en que es improbable que le pase factura a nivel electoral a EH Bildu, al menos en el corto plazo. «Pero sí le es incómodo, porque le obliga a afrontar sus propias contradicciones», reflexiona Zubero.
La confrontación no ha impedido, sin embargo, que IAS e Ikama se pongan de acuerdo en determinados asuntos. Uno es la reclamación de que todas las asignaturas optativas se oferten en euskera, cosa que actualmente no sucede. Otro, el señalamiento a profesores por publicar en redes sociales opiniones que consideran «fascistas». «Son grupos iliberales que tachan de fascista a todo aquel que no piense como ellos», censura un académico. El equipo rectoral rechaza que los estudiantes se arroguen la potestad de controlar la libertad de expresión y trabaja en la elaboración de un protocolo que vele por la convivencia en los campus.
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Curiosidad e incredulidad: «Un discurso de los años 30»
La irrupción de GKS, cuyos miembros ya entran poco a poco en la academia tras concluir sus tesis doctorales, ha despertado curiosidad e incredulidad a partes iguales. «Su discurso nos retrotrae a los años 30, pero el contexto es completamente diferente. Entonces no existía un Estado del bienestar como el actual. Falsifican la percepción de la realidad», apunta una fuente universitaria. «¿Nos van a descubrir ahora qué fue el leninismo?», ironiza. «Se reivindican como clase proletaria pero son privilegiados, hijos de la clase media. Están presentes sobre todo en las carreras en euskera y en facultades cargadas de ideología como Letras (en Vitoria) o Comunicación y Ciencias Sociales (en Leioa)», añade.
La aparición de GKS ha tenido una derivada en las filas de la izquierda abertzale. Sus juventudes han reaccionado y multiplicado su actividad. Casualidad o no, tras la refundación de Ikasle Abertzaleak Ernai ha llevado a cabo varias acciones «a favor del independentismo y en contra del españolismo»: ha realizado pintadas en la muga con Francia, ha atacado la sede del PP en Bilbao...
GKS aspira a convertirse en hegemónico a la izquierda de Podemos. «Está colocándose bien en el espacio de la indignación», reflexiona Zubero. Capitaliza entre los jóvenes problemas que la formación morada convirtió en sus prioridades tras el 15-M. El sindicato socialista de vivienda, Azet, es muy activo y sus miembros han tratado de parar varios desahucios. Otro elemento que les permitió ganar presencia durante la pandemia fue la denuncia del «control social». Un argumento que acaban de recuperar en los institutos después de que el Departamento de Educación haya comenzado a instalar cámaras y micrófonos en todas las aulas públicas, una actuación financiada con fondos europeos.
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La hoja de ruta: la expansión por España y la «emancipación del proletariado»
Desde su génesis en 2019, GKS ha iniciado una expansión por España. Su hoja de ruta pasa por crear las condiciones que permitan la «emancipación del proletariado». Tiene una visión internacionalista que le ha llevado a tejer alianzas con diversas organizaciones, como Horitzó Socialista, una escisión de Arran, las juventudes de la CUP de corte anticapitalista, presentes en Cataluña, Valencia y Baleares. También se ha hermanado con grupos en Madrid, con la Coordinadora Juvenil Socialista (CJS), y ha penetrado en Galicia de la mano de Creba Socialista. Trata de hacerlo, con menos éxito por el momento, en Asturias, Castilla y León, Aragón, Andalucía... Las fuerzas de seguridad monitorizan todos estos movimientos.
Una de las grandes incógnitas es cómo se financian GKS y sus satélites. La cuestión del dinero es parte del conflicto con la izquierda abertzale. Los comunistas denuncian que se les «veta» a la hora de colocar txosnas en los recintos festivos, lo que les supondría una enorme fuente de ingresos a la par que una oportunidad para hacer proselitismo. GKS cuenta con una red de locales de hostelería y ha penetrado con fuerza en los gaztetxes, lo que le reporta grandes beneficios con conciertos, actos... Sus militantes también realizan aportaciones económicas.
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