Este partido ya lo habíamos visto
Hace varias décadas, durante un partido en el antiguo San Mamés, el periodista bilbaíno José Mari Mugica, que fue el inventor de los tuits cuando ... no existía internet y que los llamaba sputniks en las páginas de EL CORREO, unos textos breves y afilados de menos de 140 caracteres, se levantó de su asiento de la tribuna de prensa e hizo amago de marcharse al grito de: «¡Este partido ya lo he visto!». Llevaba el Athletic varias jornadas jugando igual –de mal–, y el orondo informador empezaba a estar un poco harto.
Como aquel choque de los sesenta, entre los rojiblancos y quién sabe qué rival enfrente, el partido del Valencia ya lo habíamos visto antes, y bastantes veces. Cuando Dani Vivián cometió la imprudencia de derribar –presuntamente– a su rival siendo el último defensor del Athletic, y después de verlo en el VAR el árbitro lo expulsó, a un buen número de aficionados que seguían el partido por televisión –o directamente en Mestalla– se les pasó por la cabeza que todo estaba perdido ya. Porque no es la primera vez que el equipo de Valverde pierde el norte cuando se queda con un jugador menos. Tal vez sea la forma de competir de los nuestros, siempre mirando hacia la portería contraria, así que el hecho de tener que renunciar a jugar alegres les incapacita para hacerlo de otra forma.
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Recuerden la semifinal de la Europa League en San Mamés frente al United. La expulsión del central de Vitoria hundió al Athletic. También aquella segunda amarilla a Nico Williams en el Villamarín, hace un par de temporadas. Da la sensación de que con todo el oficio que tiene este equipo, le falta algo cuando los futbolistas empiezan a sumar y solo cuentan hasta diez. Lo peor es que a veces parece que juegan contra quince. Además, resulta que cuando es el equipo contrario el que sufre una expulsión, el Athletic no sabe meterle mano.
Son cosas del fútbol, claro, y no siempre es así, pero lo menos que se puede pedir a un equipo cuando queda en inferioridad es que se ordene mínimamente y evite daños mayores, lo que no hizo el Athletic, que encajó un gol en un saque de esquina, que es un momento de partido en el que las fuerzas se igualan y no hay superioridad numérica que valga, pero claro, hay que estar más atento.
No es la primera vez que el equipo de Valverde pierde el norte cuando se queda con un jugador menos
Porque, además, con tal estropicio la suerte del partido estaba echada. Con las fuerzas parejas el Athletic, que esta vez lo intentó en la primera parte pero sigue negado con el gol por tercer partido consecutivo, no pudo hincarle el diente al Valencia. Los locales, por cierto, se apoyaron en un rojiblanco como Agirrezabala para mantener la portería a cero. Y con uno menos y el marcador en contra ya resultó imposible.
Mejor no lo había podido tener el Athletic con un dominio absoluto y la afición del Valencia pitando a los suyos. Un gol habría soliviantado todavía más a la grada para pescar en río revuelto, pero dejó pasar sus oportunidades. Algunas por las paradas de Julen, otras por falta de puntería o por torpeza, algunas por querer rizar el rizo, y hasta por no ponerse de acuerdo para rematar. Así que el casillero seguía a cero, se le dio vida al Valencia, llegó la torpeza de la expulsión y ahí se acabó casi todo.
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