Otra tarde sin miedo lejos de casa
El Alavés cierra en Palma el trío de visitas a campos malditos con el afán de asentar sus sensaciones fuera de Mendizorroza
Hace apenas dos semanas, el Deportivo Alavés miraba al horizonte y se encontraba un tríptico de encuentros lejos de Mendizorroza que le hacía sudar ... de lo lindo. San Mamés, el Coliseum y Son Moix, todos encadenados con la sola excepción del choque en casa contra el Sevilla, planteaban sendas visitas malditas. Lo decían los datos, que apenas registraban victorias y sí un sinfín de tropiezos, pero también las sensaciones vividas en experiencias recientes. Ahora, el mismo día que acude al último de esos campos para enfrentarse a un Mallorca en crisis, su balance se ha liberado ya de todo el pesimismo de entonces y se ha impregnado de muchas más sensaciones positivas que sumar a los valiosos cuatro puntos rescatados en dos encuentros.
El Alavés ha logrado imponerse en Bilbao tras dos décadas de visitas infructuosas (0-1) y también ha rescatado un valioso punto en el Coliseum (1-1) gracias a una rapidísima reacción a pesar de haberse visto por detrás, con lo que eso implica a la hora de intentar castigar a un Getafe adiestrado en esas lides por la maestría de Bordalás. Cuatro puntos que, paradójicamente, solo encuentran el asterisco negativo de la derrota encajada en casa ante el conjunto hispalense. Por eso ahora el bloque del Chacho Coudet busca dar otro zarpazo lejos de Mendizorroza que permita atenuar el impacto de ese golpe y que, de paso, confirme una finura como visitante que ya había mostrado durante la pasada temporada.
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Esos choques como foráneo fueron el pasado invierno el sostén del técnico en momentos cuyo futuro estaba más que discutido. Mientras ese Alavés caía noqueado en su casa contra el Girona, el Getafe o el Espanyol, lograba empatar en El Sadar, imponerse con contundencia en el Benito Villamarín o también rescatar un buen punto frente al propio Mallorca en Palma. Eso dio tiempo a Coudet, que acabó por encontrar la fórmula para trasladar a Mendizorroza ese desempeño. Este año su Alavés es más equilibrado, también gracias a haberse liberado de las apreturas de la batalla por la permanencia, pero mantiene esa solvencia cuando juega lejos de Vitoria. Así lo demuestran las visitas a Bilbao y Getafe y lo quiere confirmar en Baleares.
Han pasado más de cincuenta años del último triunfo del Deportivo Alavés en el campo del Mallorca, entonces el Lluís Sitjar. Fue en mayo de 1975, en Segunda, con un gol del revulsivo José Luis Munárriz en la segunda mitad. Nada más. El resto de enfrentamientos han dejado seis empates y trece derrotas. Pero ahora el Alavés llega seis puntos por encima de su rival y también en sensaciones aventaja en varias zancadas al grupo del vizcaíno Jagoba Arrasate, tan talentoso como titubeante. Las dudas residen en las filas locales, mientras el plantel vitoriano esgrime la tranquilidad de verse como un conjunto dueño de un fútbol reconocible.
Atento al juego directo
El Mallorca planteará escenarios diferentes a los de un Getafe algo menos deseoso de disputar la posesión, pero compartirá otras exigencias como la necesidad de resistir a la brega física –sobre todo la del imponente Muriqi en punta– y atinar en el dominio de las segundas jugadas que tanto le penalizó frente al Sevilla. Pero otra de las conclusiones positivas de estos últimos partidos es que la plantilla del Alavés cuenta con la profundidad suficiente para afrontar cualquier planteamiento.
Coudet introdujo ocho cambios el miércoles que respondieron. Dio descanso a jugadores importantes llamados ahora a tomar el relevo, pero ese desempeño ha difuminado las líneas entre titulares y suplentes. En esa combinación entre los que se queden y los que regresen –aunque sin el tocado Diarra y todo apunta a que sin Garcés— buscará otra victoria como visitante que permita al Alavés superar la decena de puntos y tachar otro campo de la lista de territorios imposibles.
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