El triunfo ante Rahm que cambió la vida a Ángel Hidalgo: «Te das cuenta de que puedes pelear contra los mejores»

Como muchos otros, Ángel Hidalgo llegó al golf por casualidad. Natural del barrio de 'El Ángel', en Marbella, su bisabuelo Simón hacía de caddie a los «ricachones guiris», según explicó en una entrevista a 'El País', que veraneaban en la zona. Gracias a ello, su abuelo Pepe y su padre Ángel se hicieron con un par de palos y el pequeño Ángel despertó su curiosidad sobre el deporte de la bolita. El 29 de septiembre del año pasado vivió el gran momento de su carrera. Ganó el Open de España, en Madrid, a todo un Jon Rahm en el playoff: «A partir de entonces me di cuenta de que puedo ganar a cualquiera». Le cambió la vida.

Hoy es uno de los tres españoles, además del vizcaíno y Sergio García, en liza del inminente Abierto Británico que comienza este jueves. Los tres compartieron el martes ronda de prácticas, los primeros nueve hoyos de Portrush. «Vengo a divertirme. Hace un tiempecillo que no disfruto todo lo que me gustaría en el campo», confiesa a los medios españoles desplazados hasta este rincón de Irlanda del Norte asomado al Océano Atlántico: EL CORREO, 'El País' y 'Movistar'.

Su familia le sigue de cerca y aún alucina con lo que ha conseguido el jugador andaluz, que en abril cumplió 27 años. Le acompaña Pablo, su hermano de 21 años, que tras el verano volará hasta Nueva York para completar su último año de estudios en la Felician University mientras apura su preparación amateur en el mundo del golf. También su madre Monse, trabajadora en el Centro Comercial La Cañada, en Marbella, y su padre Ángel, policía.

Hidalgo es un jugador que se sale de la norma. Su juego fluye según su estado de ánimo y no duda en inventarse golpes, en correr detrás de la bola para ver dónde ha caído y en bromear junto a su inseparable caddie, el jugador onubense Gonzalo Vicente. 'Angelito', como así le llaman sus allegados, es espontáneo y se pone en la piel de los pequeños aficionados agolpados tras las cuerdas. Choca manos, regala bolas y no duda en hacerse fotos.

Mal estudiante, como ha reconocido, Hidalgo rechazó completar su formación académica y golfística en Estados Unidos, como hace la mayoría de promesas españolas. La Universidad de Memphis le ofreció una beca, pero él quería una gran opción como la de Arizona, la que ha forjado a Rahm, David Puig o Carlota Ciganda, entre otros. Ahora se arrepiente de no haber probado la experiencia americana. Con 18 años saltó al profesionalismo mientras continuó viviendo en Marbella y entrenando en Sotogrande. Le encanta el campo de Valderrama, la semana pasada anfitrión del LIV.

Apenas contaba con una victoria en el Challenge y con dos en el Alps Tour cuando se presentó al pasado Open de España, su primer triunfo en el circuito europeo. Rindió a las mil maravillas y llegó líder a la última jornada para disputar el partido estelar junto a Rahm y Puig. ¿Han hablado de ello?, se le cuestiona. «¡Qué va! A no ser que él lo saque yo le tengo demasiado respeto y le admiro lo suficiente como para decirle algo. Aquella victoria me cambió, me hizo ver que podía ganar a cualquiera. Y encima fue en España. Para mí Rahm está entre los tres mejores del mundo», asegura quien en 2023 resultó talismán para el de Barrika. Junto a unos amigos acudió como aficionado al Masters 2023 que acabó con Rahm de verde.

Sobre su adaptación a Portrush, donde disputará su segundo 'major' tras el último Abierto Británico de Troon, está satisfecho. «Me ha gustado el campo», manifiesta. «El Open siempre es diferente. La velocidad de los greenes cambia, juegas más con el viento, hay cuestas... Me encanta».

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