Bildu da un paso de gigante en su pelea por ser alternativa al PNV
Los jeltzales sufren un fuerte desgaste por la desmovilización de su electorado, el empuje de los de Otegi y la tendencia alcista del PP
Algo se mueve en Euskadi. El 28-M, lejos de ser una foto fija, dio señales claras de que las placas tectónicas de la política ... vasca están iniciando un corrimiento de tierras de resultados aún inciertos a medio plazo. Es muy pronto para hablar de un cambio de ciclo pero, de momento, si algo dejó claro el recuento de las municipales y forales es que al PNV empieza a pasarle factura el poder y que, a sólo un año de las próximas elecciones autonómicas, acusa el cansancio de una legislatura marcada por la pandemia y la incertidumbre económica.
Las malas noticias para Sabin Etxea no acaban ahí porque su desplome es directamente proporcional al empuje y la fortaleza demostrados por EH Bildu, que dio este domingo un puñetazo en la mesa -y un paso de gigante- para reivindicarse como alternativa viable a los jeltzales en el futuro cercano y mirar al PNV de tú a tú. La polémica por la inclusión de exetarras con delitos de sangre en sus listas, que sí sirvió para propulsar al PP y a Vox en el resto de España, no sólo no les provocó el más mínimo rasguño en Euskadi sino que cohesionó a su electorado y les proporcionó un extra de movilización para fagocitar también parte del de Elkarrekin Podemos, en caída libre. Un impulso que acabó coronando a los de Arnaldo Otegi como los ganadores morales de este 28-M pese al triunfo global en votos, concejales y junteros del PNV.
Una victoria que acabó siendo amarga por culpa también de la incapacidad que demostraron los candidatos jeltzales, muchos de ellos caras nuevas, para movilizar a los indecisos, pese al llamamiento a la participación que impregnó como un mantra toda la campaña, y a la caída en votos que les penalizó prácticamente en todas partes, incluidos sus feudos vizcaínos. En las Juntas, la lista encabezada por la debutante Elixabete Etxanobe perdió más de 50.000 papeletas, y Juan Mari Aburto se dejó en Bilbao más de 17.000 no solo en dirección a la saca de Bildu, también a la del PP.
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Trago de hiel
Además, ya no es que EH Bildu pise los talones al PNV; es que logró imponerse con claridad en los puntos calientes de la pugna entre ambos, más polarizada que nunca. Particularmente en Gipuzkoa, donde se preveía un pulso igualado y, sin embargo, Maddalen Iriarte acabó sacando cinco junteros de ventaja a Eider Mendoza, que podría retener la Diputación por los pelos gracias al previsible acuerdo con el PSE. El otro trago de hiel de la noche para los peneuvistas fue Vitoria, donde Beatriz Artolazabal, exconsejera del Gobierno vasco y la gran apuesta de Sabin Etxea para retener la capital alavesa, sufrió una aparatosa derrota al precipitarse hasta la cuarta posición. Artolazabal se queda sin opciones de ser alcaldesa y se verá en la tesitura de apoyar a la socialista Maider Etxebarria para cortar el paso al ganador, EH Bildu, sobre todo porque el PSE es decisivo para que los jeltzales conserven Gipuzkoa y San Sebastián.
Ese es el otro drama del 28-M para Sabin Etxea. La coalición con el PSE sale tocada y no precisamente por culpa de los socialistas vascos, que se refuerzan y emergen indemnes pese al descalabro del PSOE y de Pedro Sánchez. La mayoría absoluta de Mikel Torres en Portugalete y los buenos resultados en Trapagaran y Muskiz, donde podrán recuperar las alcaldías, les proporcionan oxígeno para afrontar las generales y las autonómicas.
Lo mismo le pasa al PP vasco, que rompe drásticamente la tendencia a la baja y al aislamiento político de los últimos años al mejorar resultados en los tres territorios y en las capitales y estar en posición de condicionar gobiernos y frenar a Bildu, por ejemplo en Vitoria y Durango. Ni siquiera la entrada de Vox en Álava, con un juntero, logró amargar la noche a los de Carlos Iturgaiz.
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