Queralt Lahoz, muy diversa y artificiosa en el ciclo Sirimiri 2025
La cantante catalana de raíces andaluzas dio en la Sala BBK su último concierto en España antes de parar para descansar y reaparecer en abril de 2026
Dos semanas y pico después de haber actuado en el BIME Live, en el Kafe Antzokia, con dos coristas de refuerzo, este domingo la vocalista Queralt Lahoz (Santa Coloma de Gramanet, Barcelona, 17 de noviembre de 1991; o sea que este lunes cumple los 34) volvió a Bilbao y actuó en la Sala BBK, dentro del ciclo Sirimiri, dirigido a los más jóvenes y organizado por la empresa Last Tour como tentáculo del festival estival BBK Live.
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Queralt regresó en cuarteto: ella a la voz autotúnica y filtrada en el centro de la escena, un baterista orgánico en un lateral, y un tecladista y un DJ en el otro. El del domingo fue el último concierto en España de este proyecto que ella comenzó hace cinco años, en la pandemia. Y estaba triste porque dejaría de trabajar con su técnico de sonido. Además, contó al público (222 almas calculamos desde el palco; casi todos jóvenes de 20-30, mayoría femenina y bastantes inmigrantes sudamericanas vimos en el patio de butacas) que comenzó en la música orgánica (acompañando o incluso a la sombra de otros, hasta que se hizo la jefa de su proyecto, este que que nos ocupa), que iba a descansar una temporada (hasta abril) y dio «gracias a la vida, a Dios y a mi esfuerzo por haber podido llegar a este punto», y además nos habló de su primer amor y a sí misma se llamó romántica y goleadora (sic).
Ah, y cuando una componente de su equipo le sacó por sorpresa una tarta de cumpleaños donde ponía 28 se negó a soplar las velas porque dijo ser de Granada (su familia vendrá de ahí) y afirmó que es muy supersticiosa. Además reconoció que no eran 28 años y criticó a la industria musical por poner fecha de caducidad a las mujeres.
Queralt interpretó unos 18 temas muy influidos por Rosalía ('Con poco', 'La fuente l'amapola' y muchos más) en 80 minutos, justo los que nos adelantó que duraría el responsable de la Sala BBK. Y volvió a mostrar la misma variedad estilística que en sus discos, en vivo con más de un pie sobre el sonido sintético que en el orgánico (se agradeció la batería), y por ello pareciendo artificiosa, coyuntural y pasajera (pero el pop es pasajero siempre).