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Caricias, besos en el ascensor, placer... me siento más viva que nunca tras mi primera vez con Josu.
Caricias, besos en el ascensor, placer... me siento más viva que nunca tras mi primera vez con Josu

Sexo en Nueva Bilbao (XII)

Caricias, besos en el ascensor, placer... me siento más viva que nunca tras mi primera vez con Josu

Atrás dejo sin remordimientos ni apego el recuerdo de un ex y me aventuro sin miedo a explorar sentimientos y sensaciones en otro cuerpo

Karri Bilbao

Viernes, 24 de enero 2025, 01:03

SEXO EN NUEVA BILBAO

Cada viernes, Karri Bilbao nos comparte las historias y experiencias que vive con sus amigas. Tras años de convivencia en pareja han regresado a las noches (y tardeos) de la villa.

Josu marchó temprano tras pasar la noche en mi casa. Sé que te intriga saber cómo fue, qué sentí, detalles sobre lo que sucedió la primera vez que despedía la virginidad tras el divorcio. Lo cierto es que aquel estreno marcó un antes y un después, un punto de partida sin posibilidad de retorno…

Al traspasar el umbral de mi puerta, fui consciente de que daba entrada a un hombre que penetraba también en mi interior más profundo, quebrando normas con las que me educaron desde niña. Porque sí, crecí bajo el concepto de que el sexo sin amor no casaba bien y que, en materia sexual, el enamoramiento justificaba a las mujeres mientras que a ellos lo hacía la pura y simple necesidad física. En realidad, visto con perspectiva, siempre ha sido una gran mentira mojigata que nos ha encorsetado a hombres y mujeres en patrones imposibles de encajar, ridículos, y que el tiempo ha derribado en paralelo al auge de la igualdad y el destierro de costumbres arcaicas.

Con esta reflexión como base, vuelvo a Josu y nuestro encuentro. Tras un mediodía acompañados y una tarde a solas, recién conocidos, surge continuar noche en mi casa tras un pensamiento que cruza fugaz y una mirada que se prolonga más de la cuenta. Reímos de camino y, a escasos metros del portal, le confieso que estoy nerviosa mientras él aparenta lo contrario, algo que agradezco. Nos besamos en el ascensor y, al entrar, nos quitamos las chamarras mientras le propongo ir a mi dormitorio. Nos descalzamos y quitamos la ropa el uno al otro con urgencia y cierta torpeza. Quedan desperdigadas las prendas por el suelo y apenas cruzamos palabras, quizá por temor a romper la pasión del momento, sea real o fingida.

Josu transmite seguridad, o es lo que intenta, crea el ambiente apropiado para que todo fluya con naturalidad. No sé qué pensara él ni si le importa, pero es extraño para mí abrirme así, de manera inesperada con alguien de quien apenas conozco nombre y cuatro datos que quizá sean falsos. La situación, lejos de incomodarme, me sorprende y enfrenta a una mujer que también desconozco, pero de la que me gusta el reflejo. Caricias mutuas y besos apasionados de estreno me hacen sentir viva y atrevida. Descubro en ella la libertad conjugada en singular y femenino, sin trabas para dar rienda suelta al placer y el deseo. Atrás dejo sin remordimientos ni apego el recuerdo de un ex y me aventuro sin miedo a explorar sentimientos y sensaciones en otro cuerpo. Es liberador dejarse llevar y permitirme ser distinta a lo establecido hasta la fecha.

Al despedirnos, rememoramos la película 'Antes del amanecer' y, por mutuo acuerdo, decidimos no intercambiar números de teléfono y encontrarnos por Bilbao, cualquier día de estos…

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