Sexo en Nueva Bilbao (XV)
Andoni, el chico que me besó y después me hizo 'ghosting', ha vuelto y quiere temaNada más entrar al pub El Comercio de Las Arenas, veo en la barra a aquel divorciado que besé en mi portal y vuelve a encenderse la chispa...
Karri Bilbao
Viernes, 14 de febrero 2025, 00:59
Cada viernes, Karri Bilbao nos comparte las historias y experiencias que vive con sus amigas. Tras años de convivencia en pareja han regresado a las noches (y tardeos) de la villa.
Es viernes y saldremos por Las Arenas Izaskun, Ane, Maite y yo, el núcleo duro de la cuadrilla. No hay tanta gente como en Bilbao y por eso nos gusta quedar de vez en cuando por allá. El punto de arranque es el Zotz, situado en una calle peatonal, pequeño y con gran encanto gracias a la sonrisa perpetua y calidez de Julio, el dueño que logra hacernos sentir como si fuera nuestro bar de toda la vida. Tras beber una caña sin prisa, vamos hacia el Irrintzi y el Atrio con la intención de llenar el estómago. En Particular del Club reina un ambiente que permite hablar sin alzar la voz, perfecto para ponernos al día de la semana. Y de allí al pub El Comercio, que esta noche hay concierto y ganas de disfrutar.
Nada más entrar observo que en la barra está Andoni, aquel que me acompañó a casa desde el Bombón Club, divorciado en tiempos de pandemia y a quien besé en mi portal antes de despedirnos con una llamada perdida por su parte. Obviamente, me hago la despistada y me escabullo entre la gente que viene y va. La chispa que prendió entre ambos acabó en ceniza tras varios días (demasiados) sin saber nada de él. Pero confieso que saberle tan próximo no me causa indiferencia, porque en mi recuerdo permanece latente aquello que sentí durante el paseo de vuelta a casa a las tantas de la madrugada.
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Regreso apresurada e inquieta al refugio de mi cuadrilla y les pongo al tanto de la presencia de Andoni y de mi intención de evitarle a toda costa. Pero es vano el propósito, porque nuestras miradas se encuentran a menos de un metro de distancia, sin posibilidad alguna de escapatoria. Fingimos naturalidad y nos saludamos con un qué tal, cómo por aquí. Viviendo ambos en Bilbao, es curioso reencontrarnos por Getxo, comentamos. La música está alta y apenas podemos entendernos, pero sale de su boca una disculpa por no haberme llamado. Le digo que no tiene porqué dar explicaciones y, llamémosle orgullo, dignidad o estupidez, pero miento respondiéndole que no esperaba que lo hiciera ni volver a verle. Nos despedimos con dos besos castos en las mejillas y un volveremos a vernos, seguramente.
La noche continúa por separado, pero observándonos de vez en cuando. Andoni es atractivo le mire por donde le mire y su presencia nubla mi interés por cualquier otro de los presentes en el local, pero intento disimular. En ese momento, Izaskun coincide con tres compañeros del trabajo que nos presenta y con quienes bailamos hasta pasadas las doce. Uno de ellos, Gonzalo, me pregunta dónde vivo y cuáles son mis circunstancias para que una mujer como yo esté en un lugar como éste. Nos reímos por alusión a la mítica canción de Burning que marcó a nuestra generación. Mantenemos un coqueteo divertido que entretiene y nos hace reír. Quizá habría tenido alguna posibilidad en otro lugar que no fuera este, pero al pedirme el número de teléfono para quedar alguna vez, le respondo con una mentirijilla y le digo que tengo pareja desde hace unos meses.
Despido a Gonzalo con dos besos y a Andoni con la mano a lo lejos, que continúa en El Comercio junto a sus amigos y sin aparente intención de marcharse. De camino al Metro, recibo un WhatsApp con unas palabras inesperadas de Andoni: «Me ha encantado verte, Karri. ¿Quedamos mañana?».