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El mejor y menos batido portero de la pasada Liga se lució en su regreso a San Mamés. Unai Simón no jugaba en La Catedral desde el 28 de noviembre, fecha en la que, ante el Elsfborg y sin recibir un solo diaparo a puerta, ... puso fin a cuatro meses de inactividad debido a su operación de muñeca. Y no lo hacía ante su público en el campeonato doméstico desde la jornada 35 de la pasada temporada, con un empate a dos ante Osasuna. Contra el Leganés tampoco se consiguieron tres puntos de vital importancia para haber puesto tierra de por medio en la lucha por la Champions, pero realizó tres paradas de gran mérito para evitar males mayores. En los momentos de zozobra, con el partido convertido en un correcalles y un Athletic volcado en busca de la victoria que se descuidó de los atacantes pepineros, apareció el de Murgia, que vivió su primera gran tarde del curso en su sexta aparición.
Hasta tres ocasiones claras de gol solventó Simón al hacer gala de sus inigualables estiradas. Sus 190 centímetros se alargaron hasta límites insospechados por ambas extremidades, piernas y brazos. Tras una primera parte anodina, en la que por momentos llegó a ser un mero espectador, el guardameta alavés se puso el traje de héroe.
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La primera salvada llegó de la forma más inverosímil, tras una criminal cesión de Yuri ante la presión rival. El lateral de Zarautz, recién incorporado en el lugar que dejó por sorpresa Adama, comprometió a su compañero con un arriesgado pase en dirección a la portería, desobedeciendo la norma no escrita que reza que jamás se puede enviar al guardameta un pase entre los tres palos. Berchiche lo hizo además al límite del área pequeña, con un margen de error mayúsculo. Y Simón, que había dado un pasito a su izquierda, corrigió a toda velocidad su posición y estiró su pierna para evitar que aquello se convirtiera en el gol tonto de la jornada.
Ese susto sucedió en el minuto 46 y apenas cinco después llegó una parada que se suma al amplio repertorio de milagros que acumula Simón en sus más de doscientos partidos como rojiblanco. Raba controló el balón cerca del vértice del área, levantó la mirada y teledirigió un exquisito envío a la cabeza de Miguel, un islote durante todo el partido. El delantero se coló entre Vivián y Gorosabel y conectó un remate picado, de esos que duelen mucho. A bocajarro, con apenas espacio para desviarlo, Simón logró desviar un balón que impactó en el poste antes de, por suerte, caerle en sus brazos.
Quedaba una más para completar la trilogía. Sucedió al borde del descuento en dos jugadas que congelaron el corazón de los cuarenta y siete mil espectadores que acudieron a San Mamés. El recién ingresado Munir, ese díscolo jugador que ha pasado por casi la mitad de los equipos de la Liga, chutó con violencia y su envío dibujó una parábola endiablada. Se estrelló en el larguero pero en la misma jugada otro sustituto como Chicco logró plantarse solo delante del portero alavés. Entonces Simón se hizo enorme, se abalanzó sobre el jugador rival y le negó cualquier hueco para superarle.
El 'Zamora' no podrá revalidar su título, pero está de vuelta. Eso sí, el eterno y manido debate de la portería no se ha acabado en absoluto. A tenor de las últimas decisiones de Valverde la Europa League es para Agirrezabala, que ya no tiene el caramelo de la Copa. El duelo del jueves (21 horas) ante el Viktoria Plzen no parece el apropiado para que el de Renteria no repita, pero cuando lleguen las eliminatorias Txingurri se enfrentará a otra difícil decisión.
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