El burro Tamames preside el primer paseíllo de Vitoria

«¡Mira el burro!», le decía el pequeño Unai a su abuela Mari Carmen, extasiados ambos a su paso al frente de un pelotón interminable de blusas y neskas. Porque el gran evento del día ha sido interminable, con alrededor de 9.000 participantes en este paseo por el centro de la ciudad en el que los componentes de las cuadrillas han lucido sus mejores galas ante los ávidos ojos de un público expectante como siempre. Muchos de ellos, a la caza de las famosas pegatinas que los desfilantes van repartiendo con alegría. «Tengo una colección con todas las de estos años», señala Xabi.

«¡Ya había ganas de fiesta!», proclama Gorka, de Martinikos, antes de que sus compañeros comiencen a desfilar siguiendo la estela de esos vehículos convertidos en auténticos bares móviles. Eso sí, como todo, la evolución alcanza también a las tradiciones. Y los paseíllos se han vuelto más sostenibles con el uso de vasos de plástico que muchos llevan colgados al cuello.

Desde que Batasuna comenzó su recorrido hasta que lo pudo hacer Siberiarrak pasaron más de dos horas. Un tiempo de espera que habla bien a las claras que este evento se ha convertido en multitudinario, con una explosión de participantes en los últimos años. Y, sobre todo, con una presencia cada vez mayor de mujeres. Muchas de ellas, madres jóvenes: unas, como Maite, han dejado a su retoño con los abuelos; otras, como Estrella, se lo llevan en el carrito para que vivan su primer paseíllo desde dentro.

La kalejira se ha convertido ya en un desfile de estilos. Pañuelos, blusas y abarcas son los grandes protagonistas, pero triunfan los complementos. Un sombrero mexicano, una corona, un casco de rugby, un velo de novia... Y mucho 'brillibrilli', que hay que lucir cara bonita y luminosa. Pero para curioso, Hegoi, un blusa de Jatorrak vestido completamente de neska.

«¡Empiezan los paseíllos de 2025, vamos a reventarlo!», proclaman desde Bereziak a modo de grito de guerra. Eso sí, para revoltosos los chicos y chicas de Zoroak, que con sus bailes a empujones acaban haciendo volar algún vaso por los aires, con el líquido regando al público. Todo ello aderezado por las charangas dándole caña a toda pastilla, desde los más armónicos txistus hasta los atronadores megáfonos.

Txirrita ha puesto una nota de color, y olor, especial con una bengala de humo dorado para abrir su desfile. Y, sin duda, la curiosidad se ha despertado al paso de Los Desiguales y sus particulares bueyes humanos tirando de un carro tradicional.

Y, como suele ser costumbre, entre los blusas y neskas se han podido reconocer muchas caras famosas de Vitoria. Por ejemplo, la de muchos políticos que cambiaron el traje y la corbata por la blusa y el pañuelo mientras trataban de esquivar los flashes. Al volante de la furgoneta de Basatiak estaba Kai Nakai y entre los componentes de esta cuadrilla se ha podido ver a un histórico de la misma como Gaizka Toquero, acompañado de sus hijas –la tradición de neskas les fluye por las venas, pues descienden de una familia referente en las fiestas vitorianas– mientras su mujer le seguía desde la banda.

Una fiesta desenfrenada e interminable por el centro de Vitoria. El primer paseíllo de la temporada para blusas y neskas a la espera de la gran cita de las fiestas de La Blanca.