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Vinilos, carretes de fotos, casetes... ¿por qué vuelve la tecnología de antaño?

Los discos más exclusivos superan los 15.000 euros en el mercado de segunda mano

sara borondo

Miércoles, 30 de noviembre 2022, 00:24

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Contamos con la nube, conexiones 5G, asistentes inteligentes para enviar mensajes y teléfonos móviles para escuchar música o ver vídeo por streaming. Sin embargo, cada vez más gente recurre a la tecnología de hace décadas para ver películas, escuchar música o incluso jugar a videojuegos.

La tecnología más popular en la segunda mitad del siglo XX, sobre todo durante las décadas de los 80 y los 90, ha vuelto con fuerza, de forma que vuelven a verse en las tiendas aparatos que hace años dejaron incluso de fabricarse (y los que son originales de aquellos años han subido de precio de manera desmesurada).

Fotografía con carrete

Desde que las fotografías digitales empezaron a tener calidad suficiente como para distinguirse la cara de quienes retrataban, comenzó el declive de la fotografía química y de los carretes con película. Las tiendas especializadas en revelado de fotos fueron desapareciendo sin hacer ruido hace 20 años, pero últimamente se ha renovado el interés por los carretes, sobre todo entre la gente joven.

Ricardo Marquerie Luque, fotógrafo, explica que este regreso al carrete es un lujo «porque los papeles son carísimos, la película es escasa y muy cara y quedan dos fabricantes. El resto ha desaparecido o lo hace bajo licencia». De hecho, uno de estos fabricantes, Kodak Eastman, que como otras empresas de fotografía química se declaró en bancarrota hace algo más que una década, ha contratado en los últimos 18 meses a más de 300 personas para producir esos antiguos carretes. Ni aun así dan abasto a la demanda.

Marquerie entiende que el formato tenga atractivo: «para mí no hay nada como una copia a partir de un negativo en blanco y negro, hecha en papel baritado con calidad, bien revelados el negativo y la copia. No hay impresión que lo iguale por mucho chorro de tinta o proceso láser y, sobre todo, la tangibilidad del proceso, que te metas en un cuarto oscuro con la luz roja, estés trasteando, aquello salga y tú lo puedas 'modificar' para que salga como tú quieres que salga. Me sigue pareciendo magia después de casi 30 años desde que vi cómo salía una imagen en un papel blanco».

A esto, añade Marquerie, hay que añadir la duración del formato, «podemos seguir viendo placas sobre cristal que tienen casi 200 años pero tendríamos muchísimos problemas para recuperar ahora nuestras primeras fotos digitales, que estarán en un disquete, porque ya no hay lectores». El elemento nostalgia también es importante: «una tarde de lluvia te coges una caja de fotos y no necesitas que estén actualizados los drivers ni nada, pasas páginas y ves las fotos de cuando tus hijos eran pequeños o de la abuela. Dentro de 15 años no me veo cogiendo una tablet encontrada en un cajón (si tienes la suerte de encontrar el cargador o de que siga funcionando). Eso por no hablar de exportar las fotos a un dispositivo nuevo», dice el fotógrafo. Frente a esto, reconoce, está la sencillez de pulsar dos teclas del ordenador y que salgan por la impresora todas las copias.

Vinilos

El vinilo fue uno de los primeros en resurgir del pasado cuando parecía muerto. En el primer semestre de 2022 se vendieron en España más discos que CDs, según datos de Promusicae, algo que no sucedía desde 1991. Y es que el vinilo está creciendo desde 2015 sin parar y la pandemia ha impulsado más aún las ventas, tanto en discos actuales (cantantes como Taylor Swift o Drake publican en vinilo) como en discos antiguos de segunda mano, aunque en este caso los precios son muy bajos (exceptuando algunas ediciones muy específicas: la primera de 'Yesterday and Today' de Los Beatles puede costar unos 15.000 euros).

Los aficionados que optan por este formato buscan un vínculo emocional con la música que contiene a través de ese contacto físico y con los contenidos que hay en la funda. Quieren recordar junto a una canción la portada del disco en el que se publicó y sienten que las plataformas en la nube como Spotify o Apple Music son más impersonales. Las nuevas generaciones, además, quieren alejarse de la pureza del sonido digital por el sonido del surco al paso de la aguja, ya que sienten que es más auténtico. Tampoco hay que olvidar que un disco estará siempre en casa de su propietario frente a la volatilidad de las canciones de las plataformas, que pueden desaparecer cuando el servicio en la nube lo considere.

En este caso los fabricantes supieron ver la demanda y en los últimos años proliferan aparatos reproductores actuales que añaden a la función de tocadiscos otras como tener entrada de MP3 o Bluetooth para altavoces.

Casetes

En sus inicios, la cinta de casete permitió a numerosos grupos independientes acceder a los circuitos musicales, ya que la grabación de una maqueta se podía realizar incluso en casa, sin necesidad de pagar un estudio profesional. Los casetes fueron las grandes estrellas del formato de sonido entre los años 60 y los 90, cuando perdieron fuerza en favor del CD, pero todavía hasta finales de siglo se seguían vendiendo cada año centenares de millones de casetes (fue el MP3 el que les dio la puntilla). El formato tenía la facilidad de regrabarse decenas de veces, y era un clásico grabar canciones directamente desde la radio para crear cintas temáticas. En su contra tenía que la calidad de sonido era inferior a la de los discos de vinilo y el sonido digital y que con el tiempo el soporte se degradaba con facilidad (podía borrarse si estaba cerca de algún electroimán).

Sin embargo, siguiendo a la resurrección del vinilo han vuelto los casetes, aunque los expertos dan a este formato menos proyección de futuro que a los discos. En este caso tal vez el auge se deba a su aparición en películas como las dos de 'Guardianes de la Galaxia', donde se veía con detalle el walkman de Peter Quill (Star Lord), un TPS-L2 de Sony, o series como 'Por Trece Razones' o 'Stranger Things' (sobre todo en la cuarta temporada).

Junto a esta popularidad ha llegado la subida de precios de lectores de cintas. Un walkman como el de Star Lord fabricado en los 80 cuesta ahora desde 600€ en los mercados de segunda mano, pero no es preciso gastarse tanto dinero si en casa no queda ningún radiocasete como reliquia que funcione, ya que hay lectores actuales mucho más asequibles.

A raíz de este auge ha regresado también la grabación de música en casete. En España, la agencia Ciudad Oasis ofrece su propia fábrica ('La Cassettería'). Según Official Charts Company, en Reino Unido las ventas de casetes no deja de crecer, aunque sigue siendo un mercado muy de nicho: en 2020 se vendieron 157.000 casetes y en 2021 fueron 185.000, un incremento del 19%. Entre la lista de los casetes más vendidos el año pasado en las islas británicas hay nombres como Lana del Rey, Coldplay, Billie Eilish, Ed Sheeran o Elton John, además de un recopilatorio de Queen.

Consolas y videojuegos

En el revival de los videojuegos de los años 80 y 90 hay dos tendencias: las reproducciones de consolas clásicas en versiones mini (con varios juegos de su catálogo original preinstalados) y un auge del mercado de segunda mano.

Entre las consolas mini han aparecido en los últimos años modelos de NES y SNES (Nintendo); Mega Drive y Mega Drive 2 (Sega); NeoGeo y la PlayStation original de Sony. También versiones de los microordenadores C64 y Amiga 500 de Commodore y PC Engine de NEC.

Se ha producido un aumento de la demanda en juegos originales y, por tanto, una espectacular subida de precios: un ejemplar de 'Earthbound' para Super Nintendo en perfecto estado puede llegar a costar 3000 euros y el juego de Game Boy 'Metroid II: Return of Samus' (1991) cuesta unos 1700 euros sin desprecintar.

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