Emmerich Voss, un villano al que odiar en Indiana Jones y el Gran Círculo
De la mano de MachineGames, el enemigo ancestral de Indiana Jones evoluciona en un villano diseñado para irritar, confundir y hundir la moral del jugador moderno
Emmerich Voss no es el primer villano nazi al que se enfrenta Indiana Jones, ni será el último, pero es el mejor que hemos visto en décadas (ya que me preguntas, Bellocq y Mola Ram son lo mejor de la saga, seguidos por Irina Spalko). Volviendo a Voss, MachineGames ha comprendido a la perfección cómo actualizar la figura del antagonista para el siglo XXI, sin renunciar a la esencia histórica y sin necesidad de viajes temporales o galimatías futuristas. En esta nueva aventura titulada 'Indiana Jones y El Gran Círculo', publicada bajo el paraguas de Bethesda, Voss logra algo que no presenciábamos desde los tiempos en que Belloq sonreía con desdén o Toht se derretía bajo el calor del juicio divino: te obliga a contemplar el rostro más cercano, contemporáneo y viscoso del odio, sin el velo romántico del enemigo lejano. Porque sí, Voss es nazi, pero no se conforma con ser un peón más de la maquinaria fascista. Es mucho peor: es el tipo de persona que, si existiese hoy en día, se pasearía por foros y redes sociales lanzando migajas de veneno, burlándose de tu acento, de tus convicciones o de tu familia. Un troll del siglo XXI atrapado en la estética polvorienta de los años 30.
En términos históricos, Indiana Jones siempre ha funcionado como un puente entre la aventura pulp y la nostalgia del cine clásico; un lienzo en el que las reliquias arqueológicas sirven como ancla para exploraciones morales y espirituales. Durante décadas, los nazis en el universo de Indy han sido monolíticos: monstruos fácilmente identificables, símbolos del mal absoluto, enemigos perfectos para el látigo y el ingenio del arqueólogo. Pero Voss, este villano recién llegado a la saga, no se limita a ostentar la esvástica como uniforme; la usa como excusa para disparar su psicología barata y pueril, carente de la gravedad ideológica que uno esperaría, y más volcada en la burla sardónica del presente.
MachineGames, con su experiencia previa en el terreno de la acción y la narrativa—basta recordar su trabajo en la saga Wolfenstein, donde también exploraron las sombras del Tercer Reich—, asume aquí un riesgo fascinante: traer al villano nazi a la era digital sin necesidad de ordenadores ni smartphones. Voss es la distorsión: el que adopta el papel del saboteador intelectual, del 'listillo' sin escrúpulos que hace metacomunicación con el jugador, picando tu paciencia con preguntas retorcidas, minando tu dignidad con comentarios insidiosos y atacando esa fibra íntima que creías a salvo tras la pantalla. ¿No es, en el fondo, el tipo de enemigo que asquea más que aterroriza, que irrita más que atemoriza?
Como sucede con 'Prince of Persia: The Lost Crown' y su reinterpretación del mito, o con 'Cyberpunk 2077: Phantom Liberty' y su exploración del alma en tiempos de cromo, aquí las mecánicas narrativas apuntan a algo más personal. Al contrario que los grandes monstruos de la ficción clásica, Voss es un villano humano hasta la náusea: su cinismo adopta el aroma del presentismo más incómodo, recordándonos que la esencia del fascismo no muere, solo muta. Se burla de sus camaradas de filas con psicología de baratillo, con un sarcasmo que busca el placer de la humillación. Observa a Indy no como un rival ideológico, sino como un juguete emocional al que romper las cuerdas. Nada de planes grandilocuentes, solo el disfrute de herir, de desestabilizar.
Y es aquí donde este título logra lo que parece ser una tendencia en las superproducciones narrativas recientes: acercar las grandes sagas a temas contemporáneos. Ya no basta con señalar al nazi de turno y contemplar su derrota. Ahora se busca desmontar las capas de su discurso, mostrar lo ridículo y patético de su manipulación, evidenciar que, a veces, el villano no es el titán intocable, sino el gusano sin honor que disfrutaba insultándote en la cola del supermercado o en un hilo de Twitter. Voss personifica esa figura con un desparpajo insultante.
El resultado es un antagonista que, sin aportarle la profundidad filosófica de otros grandes enemigos del videojuego o la complejidad trágica de ciertos antihéroes modernos, logra algo a su propia y repugnante manera: removértelo todo por dentro. Por su puesto, te motiva a avanzar en la historia para resolver el enigma arqueológico de turno, pero también, para experimentar el placer catártico de verlo morder el polvo. Porque si Indiana Jones encarna la curiosidad, la valentía y la integridad —ese cóctel mítico de los héroes del cine de aventuras—, Voss supone la antítesis que necesitamos ver caer. El villano que exige su propio final ejemplar, que demanda, en nuestro tiempo fragmentado, su ración de justicia divina o, al menos, un violento acto de restitución moral.
Así, El Gran Círculo nos ofrece una experiencia que trasciende la pantalla, un eco remoto de las viejas historias pulp que, sin embargo, penetra en el presente. Emmerich Voss no es solo el mejor villano que ha visto la saga en años, sino también un reflejo distorsionado del ahora. Un recordatorio de que la miseria humana se reinventa, se infiltra en cada rincón de la historia y de la memoria. Y que la verdadera victoria no radica solo en descubrir el tesoro escondido, sino en reafirmar, una vez más, que quienes empuñan el odio, la burla y la manipulación emocional, merecen quedarse atrapados en sus propias arenas movedizas.