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Análisis

'Kirby y la tierra olvidada' redefine la glotonería

La bola rosa salta a las tres dimensiones en su aventura más redonda

Miércoles, 6 de abril 2022

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'Kirby's Dream Land' fue mi primer cartucho para Game Boy (máquina que sigue funcionando como el primer día, todo sea dicho); un título simpático y de dificultad distraída, con el que aprendí a desenvolverme en esto de apretar botones. ¿Quién me iba a decir que treinta años después seguiría apegado a las aventuras del glotón rosa de Nintendo? Y con más entusiasmo que nunca.

No en vano, 'Kirby y la tierra olvidada' se presentó como la mayor transgresión de la franquicia hasta la fecha: un plataformas enteramente tridimensional que multiplicaría las posibilidades del personaje. Muchos pensamos en 'Super Mario Odyssey'... pero quizás apuntamos demasiado alto.

El mundo post-apocalíptico en que ambienta el juego se parece más bien a lo visto en 'Super Mario 3D Land' (o 3D World) respecto a las peripecias bidimensionales del fontanero. Dos títulos sublimes pero alejados de la libertad de movimientos inherente a la mentada odisea de Nintendo Switch.

Las fases de 'forgotten land' han ganado en extensión tanto a lo largo como a lo ancho por la propia naturaleza del desarrollo, pero vuelven a estar claramente segmentadas sin posibilidad de retroceso. Cada uno de estos tramos propicia cuantas idas y venidas gustemos en pos de agenciarnos todos los coleccionables ocultos, pero la necesidad de repetir fase a poco que hayamos pasado alguno por alto sigue estando ahí.

Meridiano el punto anterior, los incondicionales de Kirby se sentirán como en casa alternando transformaciones para aniquilar adversarios, escudriñando los escenarios y canturreando la fanfarria de victoria que prosigue a cada línea de meta. No obstante, la libertad de movernos en todas direcciones quintuplica la diversión como nunca hubiésemos imaginado: Hal Laboratory gana margen para demostrar su maestría en el diseño de niveles, salpicándolos de rompecabezas tan ingeniosos que conseguirán sacaros una sonrisa. Puzles que no sólo tendremos que acometer habilidades clásicas en ristre, sino mayormente con lo que aquí ha venido a denominarse 'transmorfosis'. Kirby puede amoldar su forma a objetos del mundo real (vehículos, máquinas expendedoras, bombillas...), los cuales le brindan habilidades tales como salvar abismos a todo gas, derribar muros aparentemente impenetrables o avanzar por áreas en penumbra. Estas transformaciones también justifican divertidos minijuegos de velocidad o planeo que insuflan el punto justo de variedad al gameplay.

Los mejores momentos con el juego se dan, de hecho, cuando nos pide combinar habilidades y transmorfosis. Pongamos una escalera fuera de alcance: necesitaremos la habilidad 'cuchillo' para desplegarla, subir a la azotea de un edificio y acoplarnos a un cono de tráfico con el que saltar en bomba a ras de suelo, donde una extraña grieta sobre el asfalto parece ocultar algo. Con el paso de las horas asumiremos este tipo de combinaciones de forma natural, aprendiendo al tiempo a sacar partido de cada estado: esa ristra de baldosas que desaparecen al paso pueden convertirse en bloques sólidos si avanzamos pertrechados con 'hielo', mientras que las embestidas de un jefe temible pueden quedar en nada si nos dedicamos a girar con 'tornado'.

Me atrevo a decir entonces que este es el juego de Kirby que mejor aprovecha el plantel de habilidades del personaje. Sí, completar los niveles sigue sin suponer un reto considerable, pero el mero hecho de hacerlo ya convence por lo bien que encajan todas las piezas. Otro añadido destacable es la evolución de dichas habilidades, para lo cual tendremos que recopilar pergaminos y piedras de rareza. Estas últimas se consiguen finiquitando 'rutas del tesoro', esto es, niveles secundarios centrados en habilidades específicas y a contrarreloj. Algo así como las fases de bonus de Super Mario Sunshine.

Completada la aventura principal (lo que os llevará unas 6 horas), aún queda bastante por hacer. No revelaré nada del 'endgame', pero tendréis que invertir mucho más tiempo para liberar a todos los Waddle Dees prisioneros por fase. Algunos se supeditan a tareas concretas que tan sólo son posibles en segundas y terceras vueltas, momento en el que también aprovechar para encontrar cápsulas de figuras coleccionables o los mentados pergaminos.

En segundo plano encontraremos también la ciudad de los Waddle Dees, un área donde reponer salud, comprar ítems, mejorar habilidades o reproducir contenido multimedia. También encierra toda clase de minijuegos: de pesca, el habitual coliseo, un restaurante en el que servir a numerosos comensales o unos intrincados laberintos por los que desplazar a Kirby (convertido en bola) mediante los giroscopios de Switch.

La oferta de Kirby y la tierra olvidada se completa con un modo cooperativo que, lamentablemente, queda en los anecdótico. El segundo jugador no puede usar habilidades y su avance se supedita al del usuario principal, por lo que a la postre éste tiene la sensación de estar acompañándole más que jugando. La opción queda reservada entonces a los más pequeños de la casa, convirtiéndose éste en un título ideal para padres e hijos.

A nivel visual, la variedad de escenarios (urbes derruidas, recintos feriales, desiertos...) casa con el derroche de color y los fantásticos efectos de iluminación impresos. En modo portátil los disfrutaréis especialmente en el modelo OLED de Switch, donde también son menos evidentes algunos dientes de sierra o extraños en las sombras. Son los únicos defectos técnicos reseñables para un juego que enamora a simple vista por sus encantadoras redondeces.

La banda sonora deja también algunos temas épicos y remezclas del pasado, lo que alegrará los corazones de los más nostálgicos al compás de unos efectos de sonido ya irrepetibles.

Nuestra valoración

Puede que Kirby y la tierra olvidada no resulte el Odyssey de la bola rosa en que muchos confiaban, pero es innegable que las premisas de la serie han ganado muchos enteros bajo esta libertad de movimientos tridimensional.

Hal Laboratory convence también por los ingeniosos puzles diseminados (basados en combinar habilidades) y unas 'transmorfosis' que deberían llegar para quedarse por la versatilidad que arrojan al diseño de niveles.

Sumadle a lo anterior la imponente ristra de fases secundarias, minijuegos y coleccionables para obtener decenas de horas de diversión en familia.

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