Estas son las mujeres que no aparecen en los libros de texto

«Cuando buceamos en la historia más antigua, desde el inicio de las primeras civilizaciones, encontramos multitud de restos arqueológicos que dibujan sociedades paritarias en las que las mujeres tuvieron un papel tan relevante que resultan sorprendentes incluso para nuestra cultura actual», sostiene Eva Prada, autora de una obra publicada por Algar que ensalza a 82 mujeres y su huella en la historia. ¿Qué sucedió entonces para que estas sociedades quedaran en el olvido? «En algún momento la representación de una mitad de la población -es decir, las mujeres- se desvanece de tal forma que a día de hoy no deja de asombrarnos que pudieran existir realidades tan diferentes tiempos atrás», apunta Prada. Suerte, indica, que «la evolución de las técnicas arqueológicas y el avance de la ciencia» han permitido «reconstruir estos pedazos olvidados de nuestro pasado». Aquí va pues una representación de las mujeres que han sido olvidadas, de las que no nos explican nada en el colegio ni hablan de ellas en los libros. Su historia contada, con la ayuda de Eva Prada, «desde el tiempo y el lugar en que vivieron, pero también desde lo que pueden significar en la realidad».

Hace 50 siglos en la antigua Mesopotamia nació una mujer llamada Enheduanna. En aquella época las mujeres eran poco más que una mercancía y un medio de procreación. Pero esta era sacerdotisa e hija de un rey, aprendió a leer y escribió poemas en tablillas de barro, e hizo algo que ninguna otra persona, hombre y mujer, había hecho hasta entonces: firmó su obra. Así se convirtió en Enheduanna, la primera escritora de la historia.

El suyo, además, es uno de los primeros nombres de mujer que se conocen. Se sabe que dictó leyes y que se convirtió en una figura muy influyente de su tiempo. Elaboró muchos poemas, los más famosos son himnos dedicados a su amada diosa Innana que han sobrevivido hasta hoy, de forma que sus palabras pueden leerse 5.000 años después de ser escritas en ladrillos de barro cocido. Para los más incrédulos, añadiremos que hay vestigios arqueológicos que atestiguan que fue una persona de carne y hueso, un disco de alabastro hallado en Ur, donde se habla de ella. ¿Cómo es posible que la mayoría de nosotros no hayamos tenido constancia de esta mujer tan importante de la Antigüedad?

Quién no ha leído o escuchado hablar del siglo de Pericles, máxima autoridad política de Atenas en la Grecia del siglo V antes de nuestra era. Quién no ha oído el nombre de Sócrates, Thales o Protágoras… Pero, ¿a quién le suena Aspasia de Mileto? Esta mujer fue muy reconocida y valorada en su tiempo, pero como suele ocurrir, la historia se encargó de desdibujarla o de invisiblizarla. Aspasia estuvo unida a Pericles desde aproximadamente el año 445 antes de Cristo hasta la muerte de aquel en el 429 antes de nuestra era. Fue maestra de retórica y tuvo una gran influencia en la vida cultural y política de Atenas. Al parecer, fue una mujer hermosa e inteligente, tuvo un gran poder y despertó la admiración y respeto de filósofos, artistas e ilustres demócratas, así como la hostilidad de los sectores más reaccionarios de la sociedad ateniense. Solo se tienen noticias fiables de su vida en el período comprendido entre su unión con Pericles y la muerte de Lisicles, su segundo marido, en el 427 antes de nuestra era. No sería apresurado concluir que la historia valoró su vida mientras estuvo unida a algún hombre… Su talento como profesora de retórica aparece mencionado por numerosos autores importantes del mundo antiguo, como Platón, Jenofonte, Plutarco o Cicerón, quienes alabaron sus capacidades. El propio Platón lo mencionó en sus 'Diálogos', donde aparece como maestra de Sócrates.

Fue la cabecilla indiscutible de los piratas del Mediterráneo occidental, entre los que estuvo el famoso Barbarroja. Con 16 años se casó con el gobernador y fundador de Tetuán, antiguo alcalde granadino. Tras el retiro de su marido, por cuestiones de salud, Sayyida al-Hurra gobernó durante más de treinta años. Ya en la cincuentena se casó con el sultán de Marruecos para conseguir consolidar una situación de poder que no pensaba abandonar. Hoy en día su tumba sigue siendo visitada.

Malinalli Tenépatl fue vendida como esclava al morir su padre y acabó en manos del señor maya de Potonchán, quien la entregó al conquistador Hernán Cortés para agasajarle. Apodada 'La Malinche', fue ella la que facilitó las conversaciones entre Hernán Cortés y Moctezuma, el último gran líder azteca. Su papel de intérprete y consejera de Hernán Cortés fue clave en la conquista de México. Hernán Cortés y Malinalli Tenépatl tuvieron un hijo. Más tarde Cortés la abandonó pero le concedió la libertad y le consiguió una buena posición social. Algunos la consideran una traidora y otros una víctima atrapada entre dos culturas. Hasta el punto de que en la actualidad, los mexicanos usan la palabra «malinchista» para referirse a «alguien que prefiere las cosas extranjeras».

Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Jane Trefusis Forbes se alistó en el Ejército Británico como parte de la Reserva Femenina Voluntaria (Women's Volunteer Reserve) en 1916. Condujo ambulancias y alcanzó el rango de teniente, aunque sin poder cumplir su anhelo de servir en el Frente Occidental de Francia. Terminada la contienda, volvió al mundo civil y abrió un negocio en Surrey dedicado al cuidado de animales y mascotas hasta que en 1936 regresó al Ejército Británico. En esta ocasión Forbes lo hizo como parte del Cuerpo de Emergencia (Emergency Corps), una unidad destinada a adiestrar militarmente y en primeros auxilios a las mujeres que se presentasen voluntarias. Dos años más tarde pasaría al Servicio Auxiliar Territorial hasta que en 1939, por orden expresa del Rey Jorge VI, Forbes se convertiría en la comandante de la Fuerza Aérea Auxilar Femenina (Women's Auxiliary Air Force o WAAF) con el rango honorífico de Controladora Senior. Al mando de más de 175.000 mujeres voluntarias en la WAAF durante la Segunda Guerra Mundial, Forbes trabajó como su comandante en jefe organizando las defensas antiaéreas en las Islas Británicas realizando tareas administrativas, revisando los aviones de la Real Fuerza Aérea Británica (Royal Air Force o RAF), plegando paracaídas, izando globos cautivos, operando en los radares, preparando la comida de los soldados, curando heridos o transportando tropas y materiales. Uno de sus papeles decisivos fue en la Batalla de Inglaterra cuando Forbes y sus voluntarias ofrecieron un apoyo logístico muy importante a pilotos y aviones en los aeródromos y pistas improvisadas jugándose la vida en muchas ocasiones ante los bombardeos constantes de la Fuerza Aérea Alemana (Luftwaffe).

Intrépida exploradora, nacida en 1875. En 1924, aceptó viajar sola al continente a petición del Museo de Artes y Ciencias de Brooklyn para capturar ejemplares de la fauna africana y realizar estudios antropológicos de las tribus. Tenía 50 años. La exploradora ya tenía una larga experiencia en el continente africano, ya que su esposo, Carl Akeley, era director del Museo de Historia Natural de Nueva York, y juntos realizaron varios viajes por África. Ella logró ser la primera persona en trabar contacto con los Mbuti, los pigmeos más pequeños de todos, y aparte de algunas extravagancias, Delia convivió con los caníbales y cazó animales que ella misma conservó y preparó y que pueden observarse en el Museo de Artes y Ciencia de Brooklyn. Como curiosidad, contaremos que los nativos cubrían de regalos a cambio de verla cepillarse la cabellera, que consideraban un talismán.

Ban Zhao es una de las primeras historiadoras chinas conocidas. Completó el famoso 'Libro de Han' iniciado por su hermano Ban Gu, un clásico de la historia china. Estudió astronomía, geografía y filosofía. Su obra más conocida es 'Lecciones femeninas', un interesante libro sobre su visión de las mujeres y el papel que debían ejercer estas en el seno del matrimonio y de la sociedad. Además de ser sumisas (estamos hablando de hace 2.000 años), Ban Zhao defendía la inteligencia y el conocimiento en las mujeres para poder servir mejor a sus maridos. A pesar de una primera impresión negativa para la mujer, Ban Zhao planteaba una vida de silencio y trabajo para llegar a conseguir un buen matrimonio y una mejor viudedad, algo más común entre mujeres que entre hombres. Las viudas con una importante herencia eran sin duda las mujeres que mejor podían vivir en libertad y tener una cierta influencia social, no sólo en la China del siglo I sino en muchas sociedades occidentales hasta hace relativamente poco tiempo.

La escritora Toti Martínez de Lezea rescató en 2003 su historia en 'La comunera: María Pacheco, una mujer rebelde'. Entonces ya dijo que la figura de María Pacheco es uno de estos casos en los que ha obrado la injusticia histórica, y a buen seguro se deba a que es mujer «cuando se estudiaban los comuneros, nos aprendíamos de carrerilla aquello de Bravo, Padilla y Maldonado y poco más». nació en Granada en 1497, noble castellana, hija de Íñigo López de Mendoza y Quiñones y de Francisca Pacheco, fue esposa del general comunero Juan de Padilla. Tuvo ocho hermanos algunos de los cuales como Francisco, Luis, Antonio y Diego Hurtado de Mendoza fueron personajes de conocido renombre en la historia de nuestro país. Ella fue una mujer muy culta que dominaba las matemáticas, historia, el latín y griego. María ya dio muestras de carácter siendo muy joven al adoptar el apellido de su madre en detrimento del de su famoso padre. Esposa del general comunero Juan de Padilla, tras la muerte de este asumió desde Toledo el mando de la sublevación de las Comunidades de Castilla hasta que capituló ante el rey Carlos I de España y V del Sacro Imperio Romano Germánico en febrero de 1522. Para dar ejemplo y energizar a la gente recorría las calles vestida de luto con su hijo pequeño subido en una mula, vendiendo las joyas de su familia para pagar a las tropas. También adoptó revolucionarias medidas sociales, como reducir los impuestos al consumo y libertar a los esclavos. La «leona de Castilla», la llamaron.

 

La vida de esta viajera que asombró a intelectuales como Voltaire, convertida hoy en día en un icono feminista, fue muy poco convencional para una mujer de su época. Era esposa de un miembro del parlamento inglés que en 1716 fue nombrado embajador en Constantinopla, hoy Estambul y entonces capital del poderoso Imperio otomano, así que el matrimonio se instaló allí durante algún tiempo. En su intensa correspondencia, Mary Montagu relata su fascinación por un mundo nuevo y sorprendente. Las cartas derriban mitos y prejuicios sobre una cultura completamente alejada de su Inglaterra natal. Los lugares a los que ella accedió, como mujer de posición acomodada, no tenían nada que ver con la visión que habían ofrecido viajeros anteriores, así que se la considera pionera del orientalismo y de la literatura de viajes. En particular, se fijó en el papel de las mujeres turcas, que en aquella época y en algunos sentidos eran más libres que las inglesas, ya que podían comprar, vender y viajar sin permiso de sus maridos. No obstante, los otomanos valoraban a las féminas por los hijos que tenían, así que no se privó de criticar este y otros aspectos de la sociedad que no le gustaban con una mirada muy avanzada. Uno de los temas más destacados de los escritos que enviaba a Inglaterra era la viruela –ella misma la había sufrido y había perdido a un hermano–, en una época en la que se calcula que un 60% de la población europea padecía la enfermedad y un 10% moría. En abril de 1718 describió cómo entre los turcos el problema era mucho menor gracias a que un grupo de ancianas practicaban un injerto. Tras haber visto con sus propios ojos que aquello funcionaba, Montagu no dudó en inocular a su propio hijo, que había nacido en suelo turco. Además, en sus cartas manifestó su firme voluntad de llevar el remedio a su tierra. Al principio encontró una oposición feroz tanto entre los médicos, que aún no entendían lo que era la inmunidad, como en la iglesia, que consideraba aquellas ideas orientales como «herejía musulmana». Sin embargo, logró convencer a la familia real británica y pocos años más tarde ya se inoculaban contra la viruela todas las cortes europeas. Aunque regresó pronto a Londres, la vida de Lady Montagu quedó marcada por sus años en Constantinopla y ya no pudo soportar los corsés de la sociedad británica. Aunque formalmente siguió casada, se fue a Venecia con un poeta italiano y más tarde se dedicó a viajar sin descanso por Europa.

Cordobesa de nacimiento, Ana María de Soto pasó a la historia por ser la primera mujer que se alistó a la Infantería Marina Española. Como tantas otras, se enroló en el ejército ocultando su condición femenina. Tenía 16 años y se hizo llamar Antonio María de Soto. Durante su vida militar, sirvió como soldado en la 6ª compañía del 11 batallón de marina, participó en el ataque a Bañuls en Cataluña y en la defensa y abandono de Rosas, así como en la Batalla del Cabo de San Vicente y en las lanchas cañoneras de la defensa de Cádiz. Desembarcó de la fragata Matilde el 7 de julio de 1798 y se le concedió la licencia absoluta el 1 de agosto de 1798 al descubrirse, por sorpresa, que era mujer cuando fue sometida a un reconocimiento médico rutinario. El Rey Carlos IV le otorgó sueldo y grado de sargento, eso sí, para que pudiera atender a sus padres.

Todos conocemos la historia de Oskar Schindler, un empresario alemán y miembro del Partido Nazi que salvó la vida de más de mil judíos empleándolos como trabajadores en sus fábricas. Pero pocos conocen la historia de Lola, Amparo y Julia Touza Domínguez, tres hermanas que, desde Ribadavia, un pequeño pueblo gallego, tejieron una red de fuga para los judíos que escapaban del Holocausto nazi. Todo comenzaba en el año 1941, al abrigo de una pequeña tienda que las tres hermanas regentaban en la estación de tren de Ribadavia, a unos veinte kilómetros de la frontera con Portugal. Un día las hermanas se encontraron con un hombre que había pasado horas en un banco de la estación. Se acercaron a ofrecerle su ayuda y este le contó que era judío y que estaba escapando del infierno. Así se iniciaba una red clandestina que arrancaba en los Pirineos y terminaba a la otra orilla del Río Miño, en Portugal, y que convirtió a Ribadavia en uno de los epicentros mundiales de ayuda a los judíos. Y es que entre los pasajeros de la línea Hendaya-Vigo se encontraban muchos judíos que huían de los nazis con intención de cruzar la frontera francesa hacia España y llegar a Portugal para luego poner rumbo a Estados Unidos o Sudamérica. Cuando se empezó a correr la voz de que tres hermanas de Ribadavia ayudaban a los suyos a cruzar la frontera con Portugal, los judíos viajaban a España con un destino claro: preguntar por 'La Madre' nombre en clave de Lola Touza. Una vez localizada en la estación, esta los escondía en su tienda (en la que había un zulo excavado en la tierra) o en el sótano de su casa hasta que resultaba seguro cruzar la frontera a Portugal. Se estima que las hermanas salvaron a más de 500 judíos entre los años 1941 y 1945. La temida Policía Secreta Nazi, la Gestapo, visitó en más de una ocasión Ribadavia preguntando por 'La Madre'. Por suerte, nunca llegaron a saber quién era.