Las gamers se la juegan contra el machismo: «Estamos hartas de que nos manden a fregar»
Los videojuegos, una de las mayores industrias del mundo, dos veces mayor que Hollywood, son un terreno hostil para las jugadoras: en las competiciones online llegan a escudarse tras un nick masculino y usar simuladores de voz para esquivar las constantes agresiones verbales
«Vete a fregar», «aquí sobras», «no tienes ni idea», «vuelve a la cocina», «cállate, zorra», «a mí tú no me ganas», «chupapollas, deberían violarte»... ¿ ... Se imagina hoy en día un lugar donde las mujeres tuviesen que soportar constantemente estos insultos? ¿Donde ellas se viesen obligadas que esconderse bajo seudónimos, a ocultar su condición femenina para poder moverse con libertad, para disfrutar fuera de prejuicios, y evitar ser presionadas y acosadas por razón de su sexo? Pues existe y no, no se trata de Irán (como a buen seguro presupondría Bertín Osborne) si no que ese lugar está mucho más cerca: está dentro de nuestras casas y lo visitan a diario nuestros adolescentes que, a fuerza de presenciar ese maltrato, pueden llegar a normalizarlo.
El mundo de los videojuegos es, hoy por hoy, uno de los ámbitos donde reina el machismo más agresivo, caposo y atávico que podamos imaginar. En una de las mayores industrias del mundo, dos veces mayor que Hollywood, las agresiones verbales, las amenazas, los insultos y las humillaciones son la realidad diaria para miles de jugadoras en las partidas online que ven con impotencia cómo esos comportamientos quedan impunes. Y lo preocupante es que esas actitudes proceden mayoritariamente de veinteañeros, muchos con estudios y de un estrato social acomodado. Nada de lumpen. Veinteañeros cargados de prejuicios que consideran que son dueños y señores de ese entorno virtual, que llevan fatal que les gane una mujer y que siguen creyendo que los videojuegos son cosa de chicos y las muñecas, de chicas aunque las estadísticas digan todo lo contrario: según un reciente estudio realizado por la agencia Wink TTD, el 43% de los jugadores son mujeres, una cifra que supone un incremento de 20 puntos respecto a los datos de 2017. En el caso de los eSports, ellas representan el 24,4% del conjunto, un 0,2 puntos menos que hace un par de años.
¿Por qué no cree este segmento en la misma proporción? La presión que soportan las gamers en el entorno más especializado de los videojuegos es tan insoportable que muchas abandonan o prefieren dejar de competir en línea y refugiarse en entornos seguros, con jugadores conocidos que las insulten por el mero hecho de ser mujeres. Así le ocurrió a la youtuber Luna Dangelis, «harta» de que le dijesen «no es tu sitio», «no tienes idea de jugar». «Nos lo tenemos que currar muchísimo más y aún así, no veo los mismas frutos que tiene un jugador chico. Eso frustra mucho», ha confesado. De hecho, la brecha salarial en este sector es abrumadora: si se suman las ganancias de las 400 mejores mujeres del escenario competitivo, el total es menos de la mitad de los ingresos del jugador más laureado de los eSport (datos recogidos de Esports Eamins).
La campaña internacional 'My Game My Name', impulsada por la organización Wonder Women Tech (WWT), ha sacado a la luz la grave discriminación que sufren a diario las gamers. A ella se ha sumado Movistar Riders, uno de los principales clubes de eSports de Europa, que ha puesto en práctica un interesante experimento: ha invitado a algunos de los jugadores más más conocidos en España a jugar una partida real con alias femeninos. A Samuel 'Sammy' Mateos le espetaron de buenas a primeras «no puedes ni ver el mapa mientras friegas». Peor le fue a Black, expulsado a los 20 segundos de empezar la partida «solo por ser una chica».
Alguna de las más destacadas jugadoras del universo gamer español, como Laura Muñoz, 'Aryenzz', Ainhoa Campos,'Noa', Beatriz Alonso 'Kaquka', Karen Hernandez 'Kbits', o Aida Gacía, 'Aidy', han prestado su testimonio para la campaña, unos testimonios que apenas difieren en los matices de las agresiones verbales que sufren a diario. «Me han insultado muchas veces, yo diría que casi todas las semanas», denuncia Kaquka. «'Puta' es como lo básico y ahí ya van hacia arriba», tercia Noa, que desde que tiene uso de razón le han hecho notar que es una intrusa en un entorno patriarcal. «Cuando era pequeña se metían conmigo porque jugaba a videojuegos, me decían que era una machorra», evoca. No han cambiado mucho las cosas desde entonces, muchas niñas siguen sin referentes femeninos.
Esa agresividad desemboca en actitudes de defensa que, desde fuera, puede parecer que rayan la paranoria: eligen nicks neutros o masculinos para esconder su género, se mantienen mudas o se limitan a hablar lo justo en los chat y hasta llegan a utilizar distorsionadores de voz. Luna Dangelis confiesa que hubo un momento en que la situación llegó hasta tal extremo que se parapetó tras una identidad masculina y «el cambio fue brutal». Los bloqueos a otros jugadores y el envío de reportes a los administradores del juego forman parte de su cotidianeidad. «Hay una toxicidad terrible motivada solo el sexo que tenemos y una impunidad tremenda», denuncian.
Las jugadoras han dicho basta y desde la propia industria del videojuego se están dando algunos pasos, aún tímidos, para que acabar con estas actitudes. Además de sumarse a esta campaña internacional, Movistar Riders acaba de crear un nuevo equipo para el videojuego'League of Legends' formado integramente por mujeres con el objetivo de «normalizar» su presencia en el mundo gamer profesional y crear «referentes» para las niñas, explica Judith 'Irina' Sánchez. Solo espera que Movistar Riders Blue sirva para que esas futuras gamers que hoy en día miran con envidia a sus hermanos no tengan que cambiarse el nombre o verse rechazadass en equipos masculinos, como les ha pasado, y les sigue pasando, a todas ellas.
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