El pacto PNV y PSE garantiza hoy cuatro años de estabilidad a 42 ayuntamientos vascos

En representación de los jeltzales estuvieron los burukides Joseba Aurrekoetxea y Koldo Mediavilla, mientras que por parte socialista acudieron Miguel Ángel Morales y Begoña Gil. La firma llegó tras el visto bueno dado el jueves por la militancia del PSE al preacuerdo sellado el pasado lunes por Andoni Ortuzar e Idoia Mendia. El 90% de los militantes que participaron en la consulta apoyaron la apuesta de la dirección y respaldaron mantener otros cuatro años más el entendimiento con los nacionalistas.

El acuerdo global establece que cada partido «facilitará» hoy la elección como alcalde del candidato del otro cuando éste haya sido el más votado en las elecciones municipales. Valdrá con que los ediles del otro grupo municipal voten en blanco al candidato de la fuerza que ganó las elecciones. De igual modo, deberán respaldarse (en este caso el voto deberá ser afirmativo) cuando alguno de los socios opte por la Alcaldía siendo la segunda fuerza, sobre todo en localidades donde ganó EH Bildu. Y una vez elegido primer edil, ambas fuerzas se comprometen a dar estabilidad a los gobiernos locales durante toda la legislatura, sin opción de presentar mociones de censura o propuestas de reprobación.

En total, 42 ayuntamientos tendrán un alcalde nacionalista o socialista en virtud del acuerdo de colaboración que evidenciará su poder municipal en toda la comunidad. A ellos hay que sumar los consistorios en los que el 26-M alguno de los dos consiguió mayoría absoluta -81 y 3 localidades, respectivamente-, así como las makilas que los jeltzales lograrán gracias al apoyo de EH Bildu, PP o formaciones independientes (al menos otras 4). En el caso de Laguardia, por ejemplo, el acuerdo se activará automáticamente, aunque el apoyo del único edil socialista no será determinante para decantar la Alcaldía en favor de los jeltzales. La cifra global de municipios controlados por PNV o PSE llegará a 130 de los 250 del País Vasco.

El inicio del entendimiento que ambas fuerzas mantienen en estos momentos fueron las municipales de 2015, un punto de inflexión con el que arrancó una nueva era política de pactos transversales en Euskadi. El acuerdo firmado en 2016 para investir como lehendakari a Iñigo Urkullu y formar un Gobierno de coalición no hizo más que confirmar esta apuesta por una «alianza entre diferentes», similar a la que hubo hace más de tres lustros en los gobiernos de José Antonio Ardanza.

Pero nada tienen que ver el actual clima político con el de los años ochenta y noventa. Euskadi soportaba entonces una brutal crisis industrial, ETA mataba indiscriminadamente y la autonomía empezaba a arrancar. Aquellos gobiernos de coalición, que se extendieron más de una década, permitieron desarrollar el Estatuto, impulsar la economía, modernizar las infraestructuras, cerrar con Madrid el primer acuerdo del Cupo y, sobre todo, impulsaron el Pacto de Ajuria Enea frente al terrorismo de ETA.

El 'matrimonio' se rompió en julio de 1998. El PSE decidió abandonar el Gobierno vasco al descubrir que los nacionalistas ultimaban la firma del Pacto de Lizarra con el resto de fuerzas abertzales.