Ruido de báculos
El fundamentalismo se hace con la religión ante la miopía de una izquierda que la desprecia. El jefe de los obispos lanza un misil contra un Gobierno acorralado
La irrupción del presidente de los obispos españoles, Luis Argüello, en el debate político, sumándose a las peticiones de un adelanto electoral, supone un movimiento ... de gran calado, pues hacía muchos años que los prelados no saltaban a la arena pública con un pronunciamiento tan explícito como la disolución de las Cortes. Los obispos habían huido de la refriega ideológica, salvo en casos protagonizados por algunos 'outsiders', y tampoco ahora se puede hablar de una posición consensuada, pero el movimiento es significativo.
Argüello no solo es el arzobispo de Valladolid, también es el 'jefe' de los obispos por mucho que se repita que la Conferencia Episcopal Española (CEE) solo es un órgano colegiado y no es representativo. Es el rostro y la voz de los prelados y sus mensajes sientan cátedra. Con un Gobierno acorralado por la corrupción, sus declaraciones sobre Pedro Sánchez llevaban la carga de un misil: «El perdón es humanamente reconocible, pero políticamente irrelevante. Estamos ante un bloqueo institucional, parlamentario y ejecutivo. En democracia, la salida más evidente es dar la voz a los ciudadanos». Justo lo que pedían el PP y Vox. ¿Se ha extralimitado? Parece una toma de partido descarada.
Se podía haber quedado ahí, pero tras la Comisión Permanente, la segunda línea de mando de los obispos, el secretario general y portavoz, César García Magán, abundó en la cuestión para recordar que la Constitución prevé distintos instrumentos «para un sano ejercicio de la democracia» como la moción de censura o la cuestión de confianza. Incluso fue más allá con una referencia a «la función que prevé la Constitución para la Corona» por encima de intereses de partidos y tacticismos electoralistas. ¿Estaba reclamando la intervención del Rey para salvar el sistema?
Lo que parece claro es que no se trata de un discurso moral, ni una apelación a los valores nucleares de la convivencia, como cuando se han pronunciado en otras ocasiones sobre los efectos perniciosos de la polarización social. Los obispos han bajado al barro. Existe un sector beligerante que se muestra partidario de plantear la batalla cultural en defensa de la identidad católica, como es el caso del presidente de la CEE, que promueve la conquista del espacio público para el pensamiento cristiano.
A Luis Argüello, que ya se manifestó contra la amnistía a los implicados en el 'procés', se le asocia con los sectores conservadores. En medio de la refriega con el Gobierno socialista se le vio presentando, junto a Santiago Abascal, el último libro del filósofo Miguel Ángel Quintana Paz, director académico del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP) una filial del centro fundado en Lyon por Marion Maréchal, nieta de Jean Marie Le Pen, etiquetado como una incubadora de ideologías ultraderechistas.
Quintana pasa por ser uno de los ideólogos de la Fundación Disenso, el 'think tank' de Vox. Argüello, que abogó por recuperar «el sentido profundo del concepto de patria» ante el líder de Vox (que animó a los obispos a relanzar el concepto de la unidad de España como un «bien moral»), ha impartido alguna clase en el mencionado centro y el pasado año clausuró sus cursos de verano. En tres semanas, será el cardenal Müller, uno de los principales líderes de la feroz oposición que tuvo el Papa Francisco, quien participe en ese acto. El movimiento de Argüello coincide con los 20 años de la legalización del matrimonio igualitario, que sacó a los obispos a la calle contra Zapatero. Los lideraba entonces el cardenal Rouco Varela. Ahora se vuelve a hablar del ruido de báculos, signo del poder episcopal, como cuando se aludía al ruido de sables en los cuarteles levantiscos.
El Papa Francisco leyó la cartilla a los obispos de Estados Unidos porque estaban muy ideologizados. «No podemos seguir siendo prisioneros de ninguna de las trincheras», les exhortó. En España, el cardenal Omella había construido una centralidad. Esa línea se ha roto. ¿Recibirán algún mensaje por parte de León XIV? Prevost, muy centrado en la unidad y la espiritualidad, ha huido de los posicionamientos políticos estrictos, aunque defender a los inmigrantes, alertar contra el cambio climático o deslegitimar la carrera de armamentos ya tiene un alcance político en el actual contexto internacional.
El fundamentalismo católico se hace con la religión ante la miopía de una izquierda que la desprecia. No es el caso de Carmen Calvo, presidenta del Consejo de Estado y exvicepresidenta del Gobierno con el PSOE, que acaba de defender el valor de las religiones. O de Adrián Barbón, presidente de Asturias, que ha puesto en valor la fe en su compromiso político. O de Salvador Illa, que pacifica Cataluña desde el humanismo cristiano mientras ocupa el espacio que dejó Convergencia i Unió y atrae a sectores del PP. Sánchez no puede desvestir ahora Cataluña, pero en un futuro, Argüello podría tener enfrente a Illa.
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