Justicia
Antes se hablaba de humanismo, de progreso. Y de libertad. A mí me fascinaba esa palabra. Pero eso ya pasó. Los que tenemos una edad ... debemos admitir que el siglo XX quedó atrás. Que el horno en el que se coció nuestro cerebro ya no existe. Es duro, lo sé, pero así es. El advenimiento de Trump a la Tierra en 2025 será un hito. Un mojón en la historia. Me parece que la diplomacia va a desaparecer en sus palacios durante una temporada. Empieza la era de la chulería. No sabemos cuánto tiempo durará, claro. No obstante, Trump no es nadie, solo es el muñeco. Además ya ha logrado el objetivo, ya ha hecho su papel. No creo que aguante mucho. No me extrañaría que se retirara rodeado de honores. No, ahora el mundo ya es, al fin, el mercado sin tapujos. El dinero lo es todo. Los negocios. El control de los recursos. Esa va a ser la lucha. Europa se ha quedado en una pose anticuada. Y hasta podría perder su encanto. O lo que le queda de él. Europa tiene que ir unida y no ser fascista. Esa es su única posibilidad. El modelo, ahora, tiene que ser la búsqueda del centro: el modelo alemán de gran coalición.
Europa debería pensar el mensaje de que hay que ir al centro con urgencia. De que hay que destensar la cuerda. Bajar decibelios. Intentar ponernos un poco de acuerdo. Porque es muy probable que pronto nos tengamos que defender juntos. Unidos como ratones enfadados, Lutxo, le digo. Y me suelta: A mí la palabra que me fascinaba era justicia. Y tiene razón, claro, una vez más, el viejo y entrañable gnomo. Qué palabra fascinante. Es el único optimismo que me permito, Lutxo: el de creer que, pese a todo, avanzamos hacia la justicia, digo yo.
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