A por todas
El PNV vive un momento dulce. Ha emergido de la exigente doble cita electoral con el mismo poder, o más, que ya atesoraba y con ... la saca de votos algo más llena gracias a las papeletas procedentes del PP vasco. En Sabin Etxea están convencidos de que el descalabro de los populares no es tanto consecuencia directa del duro mensaje recentralizador y antiforalista de la campaña de Pablo Casado para las últimas generales y de sus coqueteos con la extrema derecha, sino el corolario inevitable de una tendencia a la baja sostenida en el tiempo, fruto, según este análisis, de serias dificultades para leer correctamente la coyuntura vasca tras el fin de ETA.
No es una opinión más, sino el el marco mental que explica, en buena medida, la decisión de los jeltzales de pactar con EH Bildu para arrebatar al PP las alcaldías de Laguardia y Labastida, a pesar de que Alfonso Alonso ha advertido de que se lo tomará como una agresión en pleno tanteo para lograr el apoyo de su partido a los Presupuestos vascos, imprescindible para salvar la legislatura vasca. Los populares fueron primera fuerza en ambas localidades y la suma para descabalgarles ni siquiera depende del acuerdo global PNV-PSE, sino que exige a los peneuvistas negociar directamente con sus rivales de EH Bildu -a quienes no dudarán en arrebatar otras makilas en Bizkaia y Gipuzkoa-, como ya hicieron, por cierto, hace cuatro años, en Vitoria para aupar a Gorka Urtaran a la Alcaldía. La jugada les dio buenos resultados y el candidato jeltzale ha logrado ahora ganar las elecciones. La estrategia «atrapalotodo» del PNV -en atinada definición de un rival político- no solo no les pasa factura, sino que les permite seguir amasando poder. Para los damnificados, los populares, es simple «obsesión» por ocupar sillones sin calibrar las consecuencias.
¿Y para el PNV? Es solo una consecuencia lógica de una estrategia centrífuga que consiste en hacerse con nuevos votos y más poder ocupando todo el centro hacia los extremos. Van a por todas y no tienen empacho en reconocerlo. Embalados porque ven que no acusan el desgaste del poder. Distintos cargos y cuadros jeltzales -y socialistas- coinciden en vaticinar que el PP acabará apoyando los Presupuestos de Urkullu de una u otra forma porque necesita un golpe de timón drástico que le salve de la «irrelevancia». Con o sin nuevo estatus. Con o sin gobierno de UPN en Navarra. Con o sin makilas en Rioja Alavesa. Creen que Alfonso Alonso, en plena pugna para ganar autonomía respecto a Génova, necesita entrar a la negociación con el Gobierno vasco para ganar el protagonismo y el crédito perdidos y alejar un adelanto electoral que le impediría rehacerse tras los fiascos del 28-A y del 26-M.
El cálculo está claro en los despachos de Ajuria Enea: negociar desde ya para incorporar al proyecto presupuestario que se remita a la Cámara en otoño las propuestas del PP; aprobarlo; pisar el acelerador en los últimos compases de la legislatura para adecentar el balance legislativo; convocar elecciones en torno a mayo de 2020, un ligero adelanto 'técnico' que permita al Gabinete PNV-PSE irse de vacaciones con los deberes hechos y no retrasar la aprobación del Presupuesto de 2021. Todo ello con la investidura de Sánchez resuelta ya en Madrid y con el PNV como socio estable del PSOE, a cambio de nuevas transferencias e inversiones. A por todas. La cuadratura del círculo. O el cuento de la lechera. Veremos cómo concluye. De momento, la autoconfianza del PNV está en máximos. En Kuartango, si no hay acuerdo con el PP, una moneda al aire decidirá si el nuevo alcalde es del PNV o de EH Bildu. Apuesten de qué lado cae.
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