Decretan el cierre definitivo de Montefibre y la liquidación de bienes

Durante todo este tiempo se ha intentado conseguir un comprador que quisiera reanudar la actividad en una compañía, que si acometía la transformación a fibra de carbono, podía volver a ser competitiva en el mercado. Sin embargo, ninguno de los contactos ha fructificado. Transcurrido el plazo dado por el administrador, que incluso pidió una prorroga de tres meses para intentar salvar la fábrica, finalmente ha tenido que rendirse a la evidencia y oficializar el punto final de una empresa que durante décadas fue el referente del esplendor industrial de Miranda.

La administración concursal ha procedido ya a la liquidación de bienes con el objetivo de conseguir liquidez para afrontar los pagos a los acreedores aunque parece imposible que el dinero que se obtenga de las ventas alcance para sufragar una deuda que ronda los 44 millones de euros, una parte arrastrados desde el anterior concurso y otra generada durante la etapa de Praedium.

Entre las partes que esperan cobrar está la plantilla, ya que hay trabajadores a los que el Fondo de Garantía Salarial (Fogasa) solo les abonó una parte de la indemnización por lo que aquellos que llevaban más tiempo en la empresa deberán aguardar al desmantelamiento. Según las últimas notificaciones del administrador, el proceso de liquidación se puede dilatar en el tiempo, y una vez se reciba todo el dinero, se realizará la distribución de la tesorería según lo establecido en el artículo 250 de la Ley Concursal, en el que se fija el orden de pago de los créditos contra la masa en caso de insuficiencia de la masa activa.

A falta de conocer con profundidad el inventario de bienes, todo apunta a que con las ventas de los mismos no alcanzará para cubrir la totalidad de las deudas, ya que por ejemplo el terreno ya no es propiedad de la compañía al ser ejecutado en su momento por Endesa por el incumplimiento de un plan de pagos.

La liquidación de Montefibre es la crónica de una muerte anunciada desde hace años. La compra de la instalaciones por parte de Praedium en 2013 fue solo un espejismo que se difuminó muy rápidamente al comprobar que el grupo liderado por Alfonso Cirera, tras una breve reapertura, cerraba nuevamente las puertas de la fábrica y no acometía la necesaria transformación a fibra de carbono.

Durante toda la etapa de Praedium se sucedieron infinidad de promesas incumplidas por parte de Cirera, y ni siquiera las cuantiosas ayudas públicas que recibió Montefibre, pudieron evitar el cierre. El 16 de marzo de 2022 los últimos trabajadores que quedaban en la plantilla fueron despedidos y desde entonces únicamente han pisado las instalaciones los vigilantes de seguridad contratados, que no han podido evitar algunos robos, y las empresas a las que se ha vendido parte de la chatarra con el fin de obtener unos ingresos mínimos que permitieran solventar los gastos que genera el concurso de acreedores.

A pesar de que el administrador confiaba en un milagro de última hora, la solución no ha llegado. Montefibre, que llegó a ser un referente internacional por la calidad de su fibra acrílica y que en la década de los 90 superaba el medio millar de empleados.