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Rábanos, picantes y con buen corazón

Son chiquitos, pero matones. Cardiosaludables y sin apenas calorías, deberían importarnos, a pesar del dicho y la sabiduría popular

Jesús Lens

Jueves, 19 de junio 2025, 18:29

Coger el rábano por las hojas es una de esas expresiones populares que nos invitan a no actuar a tontas y a locas, a prestar atención a lo que estamos haciendo para no meter la pata y confundir lo importante con lo accesorio.

Como el pimiento o el comino, el rábano también nos importa. Y mucho. Lo mismo, antiguamente estaba en todas las cocinas y apenas se le concedía importancia o se le prestaba atención, pero a la vista de las múltiples propiedades que tiene y de lo versátil que resulta en cocina, el rábano nos concierne. O debería concernirnos, que hablamos de un tubérculo cardiosaludable gracias al mucho potasio que contiene; diurético y sin apenas calorías. Además, por la fibra, tiene efecto saciante. Como los rábanos apenas suman calorías, 14 kcal por cada 100 gramos, son ideales si queremos perder peso.

Efectivamente, los rábanos y rabanitos son casi todo agua, por lo que resultan excelentes para todo el sistema digestivo: ayudan a eliminar toxinas y echan una mano a hígado, vesícula y riñones en su sufrido trabajo diario. De hecho, contribuyen a segregar bilis, expresión que va sin segundas, que hablamos en estrictos términos de salud, vayamos a equívocos dado el generoso y metafórico uso que la llamada sabiduría popular le da al rábano. También favorece el buen funcionamiento de la glándula tiroides y aporta dosis importantes de otro mineral básico como el yodo.

Este vegetal fortalece el sistema inmunológico gracias a su aporte en vitamina C, por lo que resulta ideal ahora que llegan los primeros fríos. Y, como es mucólico, si nos despistamos y caemos malitos, combate los efectos de los virus y resfriados, resultando aliado de las personas asmáticas. Ojo, sin embargo, quienes padezcan hipotiroidismo: los rábanos no son precisamente sus amigos.

En su momento óptimo

El rábano ya se da todo el año, por lo que no hay que plantearse cuestiones como la estacionalidad a la hora de comprarlo. Eso sí, conviene fijarse en algunos detalles para que esté en perfecto estado de revista, idóneo para el consumo: que se vean duritos y sin roturas. Que tengan un color rojo vivo y, si mantienen las famosas hojas, mejor. Si se presentan blandos o con tonalidad amarillenta, pasemos. Si están en el momento óptimo, su carne es dulce, crujiente y con un toque picante. Si no, si se han pasado demasiado tiempo en la tierra, saben amargos.

El rábano en cocina

Bien lavados, se pueden comer en crudo y al natural, que su textura crujiente y el toque picante que tienen ya son suficiente argumento para disfrutar de los rabanitos. Por la misma razón, en las ensaladas y los poke bowls funcionan estupendamente, tanto laminados como cortados: si se añade queso o yogur, el contraste de texturas sale muy bien. Asados con hierbas aromáticas, ajos, aceite y vino blanco están estupendos. En las sopas, cremas y guisos, su toque picante va de lujo.

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