El SPD humilla a su líder y cuestiona los objetivos de la coalición de gobierno
Los socialdemócratas alemanes se muestan decididos a lograr la prohibición de la ultraderechista AfD en su congreso federal
Con la aprobación de una iniciativa para solicitar ante el Tribunal Constitucional la prohibición e ilegalización de la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD), segunda fuerza ... política en este país, finalizó este domingo en Berlín el congreso federal de tres días del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), socio menor de la coalición de gobierno que lidera el canciller federal y presidente de la Unión Cristianodemócrata (CDU) Friedrich Merz.
Una reunión controvertida que puso en evidencia la división entre los socialdemócratas, aunque su objetivo inicial era digerir, analizar y buscar remedio para los pésimos resultados electorales registrados en las legislativas adelantadas del pasado 23 de febrero, en las que el SPD alcanzó tan solo un 16,4% de votos, su peor cosecha en 138 años. Lars Klingbeil, copresidente de la formación, pagó personalmente los platos rotos. Tan solo un 64,9% de sus camaradas aprobaron su reelección.
Todo un contraste con su pareja en el liderazgo de la socialdemocracia alemana. La actual ministra federal de Trabajo, Bärbel Bas, recibió el respaldo del 95% de los delegados para asumir la otra copresidencia del SPD. Cuando un partido gubernamental humilla de esa manera a su principal líder y cuestiona su autoridad al comienzo de una nueva legislatura deberían dispararse todas las alarmas en su seno, pero también entre sus socios conservadores.
«El cambio empieza con nosotros», rezaba el lema del congreso, que estuvo sembrado de muestras de rebeldía de los delegados hacia su dirección. De nada le valió a Klingbeil haber logrado unos resultados sobresalientes en sus negociaciones de coalición con los cristianodemócratas y los socialcristianos de Baviera (CDU/CSU). En la votación secreta para su reelección muchos compromisarios aprovecharon el anonimato para dar rienda suelta a su frustración por el desastre electoral.
Klingbeil no fue el único en pasarlo mal. El más popular de los políticos alemanes y ministro federal de Defensa, Boris Pistorius, se vio inmerso en un debate bizantino por su iniciativa para incrementar apreciablemente el número de soldados del Bundeswehr, el ejército federal, con una campaña para el reclutamiento de voluntarios y la posibilidad, en última instancia y si no queda otra opción, de reintroducir el servicio militar obligatorio.
Una posibilidad esta última que rechazaron de plano los delegados de los Jusos, las juventudes socialistas del SPD, y una buena parte del ala izquierda del partido, pese a que todos son conscientes de que Alemania debe liderar la defensa de Europa y contar, como exige Merz y respaldan Klingbeil y Pistorius, con el ejército más poderoso del continente para hacer frente a la amenaza de Rusia. Los delegados necesitaron horas para alcanzar una fórmula de compromiso que dejara abierta la puerta a la recuperación de la mili.
Gasto de la OTAN
No menos agrio fue el debate por la meta de los países de la OTAN de dedicar el 3,5% del PIB a defensa y un 1,5% suplementario a gastos para infraestructuras de carácter militar y la ciberdefensa, entre otros apartados. Pistorius se las vio y deseó para hacer frente a las críticas por la «espiral de rearme mundial» y el fin de la «política de paz». El ministro germano de Defensa insistió en que la Rusia imperial a la que aspira su presidente, Vladímir Putin, no se detendrá en la conquista de Ucrania y amenaza a toda Europa.
Aunque los delegados que rechazaban el fuerte aumento del gasto en defensa no lograron imponerse, sí demostraron su poderío en el seno del SPD. 180 votaron a favor de la propuesta contraria a incrementar apreciablemente el desembolso para modernizar el Bundeswehr. 310 la rechazaron. Pero aunque el resultado final fue favorable para la dirección de los socialdemócratas, se hizo patente la división existente en su seno. Unas diferencias que deben preocupar también al canciller Merz y los conservadores.
Más aún ante el hecho de que la coalición de conservadores y socialdemócratas solo cuenta con una mayoría de 12 escaños en el Bundestag y de que Merz necesitó dos votaciones para ser investido jefe del Gobierno, después de que en la primera le negaran el voto más de 20 diputados de la alianza gubernamental. Esto no hace sino incrementar las dudas en CDU/CSU acerca de la disciplina de partido en el seno del SPD y la voluntad de sostener la coalición.
Una parte de los diputados socialdemócratas aboga por recuperar la relación con Moscú
Hay diputados socialdemócratas que critican abiertamente la política exterior y de seguridad que persigue el ejecutivo de Merz. Recientemente un destacado grupo de diputados socialdemócratas, entre ellos su antiguo líder parlamentario Rolf Mützenich, suscribieron un documento muy criticado en el que exigían recuperar paulatinamente las relaciones entre Berlín y Moscú y reclamaban negociaciones de paz, prácticamente sin tener en cuenta los intereses de Ucrania.
El único momento de consenso total durante el congreso se produjo en la mañana de este domingo al debatirse una iniciativa para conseguir la prohibición de la formación xenófoba y antieuropea Alternativa para Alemania. Los delegados aprobaron por unanimidad una propuesta para poner en marcha los mecanismos políticos con ese objetivo. La iniciativa establece la creación de un grupo de trabajo del Gobierno federal y los ejecutivos de los 16 Estados federados para recabar pruebas suficientes que aportar ante el máximo tribunal germano.
El SPD «hará campaña a todos los niveles para que se inicie un procedimiento de prohibición contra AfD ante el Tribunal Constitucional Federal», señala la resolución. Sin embargo, también deja claro que una prohibición «no puede sustituir en modo alguno el debate político sobre sus ideas». Por tanto, el grupo de trabajo debe desarrollar un concepto para contrarrestar las políticas de Alternativa para Alemania en términos de contenido y práctica. El objetivo del SPD es recuperar a los votantes de AfD a largo plazo.
La propuesta fue presentada por la ejecutiva del SPD. Klingbeil subrayó que es «nuestra tarea histórica es expulsar a AfD de los parlamentos» y comentó que «por experiencia histórica, tenemos una Constitución que proporciona los instrumentos», solo hay que utilizarlos. La demanda ante el Tribunal Constitucional pueden ser presentada por el Gobierno federal o por una de las dos cámaras legislativas. Debe demostrarse que un partido con influencia actúa de forma agresiva y militante contra el orden democrático básico. El reciente informe de los servicios de Inteligencia interiores que advierte sobre el peligro que AfD supone para el Estado de derecho no es suficiente.
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