Dignidad o muerte: Ucrania se enfrenta dividida a su decisión más difícil
El plan de paz de Trump abre una brecha entre la población harta de la guerra y la que aspira a retener el territorio
En Kiev, Olena está harta de la guerra. Harta de tres años y medio de muertes que cada vez se sienten más cercanas. Harta del ... miedo a que los funcionarios del servicio de reclutamiento se lleven sin previo aviso a su padre, a su hermano o a su pareja.Harta de las sirenas antiaéreas, de correr cada noche al refugio mientras llueven misiles sobre la ciudad –como los que ayer dejaron un fallecido y 13 heridos–, y de la perspectiva de pasar un nuevo invierno con frío y sin luz. Quiere volver a vivir en paz.
«No creo que nos quede mucha dignidad. Me parece que ha llegado el momento de elegir la vida», comenta, en referencia al discurso que pronunció el viernes el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, después de que su homólogo estadounidense, Donald Trump, le diese de plazo hasta el próximo jueves para firmar el acuerdo de paz que despoja a su país del Donbás. «Es el momento más difícil de nuestra historia. Tenemos que elegir entre perder la dignidad o arriesgarnos a perder un aliado clave», declaró el mandatario.
«Tal y como están las cosas, podemos ceder ahora y salvar miles de vidas o continuar luchando para perder primero a miles de hombres y luego el Donbás», comenta Olena sin esconder su frustración e ira. Frustración por la situación actual e ira porque «Occidente ha abandonado a Ucrania en su lucha por la democracia y la libertad». Pero sin el apoyo de Washington, cree que la guerra se convierte en una operación suicida.
Una perspectiva diferente tiene Ihor, uno de los soldados que defiende la localidad de Pokrovsk, una ciudad clave de la provincia de Donetsk que podría caer pronto en manos rusas. «Si eso sucede, reconstruiremos las defensas más atrás. Pero si firmamos el plan de Trump, otorgaremos a Putin todo el territorio que no ha logrado tomar por la fuerza. No solo perderemos la dignidad, también nos arriesgaremos a que vuelva a atacarnos», sostiene en una conversación por Telegram.
La mayoría de los ucranianos desconfía. Recuerda que Rusia ya se comprometió a respetar la soberanía ucraniana en 1993, cuando el país cedió su arsenal nuclear. En 2014 se anexionó Crimea y promovió el secesionismo en el Donbás. «¿Quién puede garantizar que no vuelva a saltarse un acuerdo?», se pregunta Ihor, que exige garantías de seguridad mucho más sólidas que las recogidas en los 28 puntos de la propuesta de paz. «No podemos reducir el tamaño de nuestro ejército y deberíamos contar con destacamentos de tropas internacionales», propone.
«Requiere trabajo adicional»
De eso también discuten los líderes del G-20, que se reunieron en Sudáfrica para la cumbre que arrancó ayer. Los aliados de Kiev subrayaron su preocupación y en un comunicado declararon que la hoja de ruta «incluye elementos importantes que serán esenciales para una paz justa y duradera», pero subrayaron que es «una base que requiere trabajo adicional».
O sea, que las negociaciones deberían arrancar ahora para adoptar una visión más alejada de las exigencias rusas y que deje espacio a las de Ucrania y Europa. «Tenemos claro el principio de que las fronteras no deben modificarse por la fuerza», añaden los 11 países signatarios de la declaración, entre los que se encuentra España. «También nos preocupan las limitaciones propuestas a las fuerzas armadas de Ucrania, que dejarían al país vulnerable a futuros ataques», concuerdan conIhor.
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