Leo Harlem: «Los españoles tenemos un complejo de inferioridad ridículo»
El cómico acudió a 'El Hormiguero' y derrochó simpatía opinando con ironía sobre diferentes temas: «Los franceses no están bien. Van a lo suyo y nos desprecian mucho»
Cuando un cómico acude a 'El Hormiguero', las risas se multiplican. Y cuando ese humorista se llama Leo Harlem, las mandíbulas tiemblan. El programa recibía la visita del actor para presentar la nueva temporada de sus 'Leo Talks' y su gira con sus espectáculos 'Deja que te cuente' y 'Mentes Peligrosas', en el que comparte escenario con otros relevantes artistas. «Te veo fuerte, me han dicho que vas al gimnasio», preguntaba Pablo Motos a modo de bienvenida. «Sí, he pasado por delante. Dos veces», replicaba Harlem entre risas antes de anunciar que le acaban de nombrar Guardián de los Nabos en Asturias. «Es una cosa muy bonita. Son gente de mi edad y el guiso de los nabos es espectacular. Es como si fueran patatas, con chorizo, morcilla y lacón. Está buenísimo», recordaba.
Sobre 'Leo Talks', el invitado opinaba. «No son charlas motivadoras, para eso hay mucha gente ya. Yo estoy para centrar», bromeaba. Y especificada: «Sensatez. No dediques tus esfuerzos a algo en lo que te vas a frustrar cuando puedes hacer otra cosa más gratificante».
Apegado a lo clásico, Harlem no cambia su viejo Nokia por nada del mundo. «Y si se me rompe, tengo otro preparado que es exactamente igual. A mí estos caprichitos de setenta euros no me los quita nadie», proclamaba. Motos le preguntaba entonces por los niños de ahora. «Están demasiado protegidos. Si sale un niño a patinar un poco y lleva más protecciones que el quarterback de los Miami Dolphins», afirmaba provocando carcajadas.
«Los españoles tenemos un complejo de inferioridad ridículo. Vamos a un sitio y nos parece lo mejor», valoraba. Y ponía ejemplos. «En los Países Nórdicos comen arenque ahumado. Lo peor que hay en el mar. Claro, luego se toman un boquerón aquí, en Málaga, y se vuelven locos», estimaba. Sobre Francia también hablaba. «Los franceses no están bien. Van a lo suyo y nos desprecian mucho. Cómo te mira un francés, no te mira nadie. Te mira y te hacen un traje, por eso la moda se inventó allí», afirmaba con sorna. Lo del turismo no le gusta en exceso. «Sufro mucho viajando. De hecho, siempre que vengo de fuera, y esto no lo digo de cachondeo, me reconcilio conmigo mismo. Fuera hay cosas buenas, pero es mucho más difícil encontrarlas», aseguraba. «Dicen que aquí hay un bar por cada cien personas. Se han equivocado al contar», remataba.
Nada se liberaba de los dardos de Harlem. «El cerebro está sobrevalorado. Cuando estás llegando a tu destino de vacaciones piensas: ¿me he dejado el gas abierto? Esas cosas joden. Y cuando te estás duchando por la mañana y oyes una canción pegadiza, la estás cantando todo el día. Tienes que pensar que hay un idiota a los mandos muy grande», zanjaba con gracia.