Fallece a los 105 años Eduardo Madinabeitia, hijo predilecto de Vitoria

Hace 13 años, el Consistorio aprobó por unanimidad de todos los grupos, el nombramiento de hijo predilecto de la ciudad de Eduardo Madinabeitia Bengoa, maestro vitoriano de Geografía e Historia cuando contaba con 91 años. En el mismo acto, el Ayuntamiento otorgó a título póstumo con la Medalla de Oro de la ciudad al escultor Eduardo Chillida y al arquitecto Luis Peña Ganchegui, autores de la plaza de Los Fueros, inaugurada en 1979.

Allí Madinabeitia hizo gala de su modestia al definir el galardón como una «suerte» y no como un mérito. Fue el gabinete de Patxi Lazcoz quien le concedió la distinción después de toda una vida dedicada a la docencia: en Sagrado Corazón, Ursulinas, Corazonistas, Marianistas, en el Instituto Federico Baraibar y en el antiguo Ramiro de Maeztu -hoy sede del Parlamento Vasco- dio clases a media Vitoria que hoy se duele por la pérdida de una figura clave en la educación del territorio.

La distinción honorífica de 2010 le fue otorgada al catedrático por ser «un gran vitoriano, humanista y una de las personas que mejor conocía la historia de esta ciudad y que más contribuyó a difundir su conocimiento y sus valores dentro y fuera de Álava», elogió el Consistorio en el acto de reconocimiento. A través de ese homenaje se le reconoció «la importante labor del profesor, una de las tareas sociales más nobles, la de transmitir conocimientos y educar para la solidaridad, el respeto y la libertad», agregó.

Quienes le conocieron destacan de él dos cosas: su educación y su memoria. En viejo instituto Ramiro de Maeztu coincidió con Ernesto Villapún, que también se dedicó a la docencia. Aunque él fue alumno del turno matutino, cuando Madinabeitia daba clases por las tardes, destaca su capacidad «para rememorar cosas». «Cuando el instituto cumplió 150 años, dio una conferencia en la que destacó que él había vivido 50 años de ese siglo y medio de historia. Aportó detalles que me sirvieron para entender cómo era el Ramiro de Maeztu en los años 30 o de los 50», señala. «En mayo nos reunimos antiguos alumnos y él apareció. Para mí mereció la pena sólo porque él viniese», insiste en referencia a Madinabeitia, al que se refiere como «fundamentalmente, una buena persona».

Si él se encargó de dar clases de Geografía e Historia a sus alumnos, fue su hermano Ramón quien se encargó de dar las de ciencias en un tándem que educó a unas 40 generaciones de vitorianos.

Sobrino de Herminio Madinaveitia, regidor de la ciudad en los años 20 del siglo pasado, fue homenajeado en 2018 por Eusko Alkartasuna como afiliado que fue desde su fundación. Rafa Larreina, antiguo compañero de filas, recalca precisamente su humildad. «Siempre estaba dispuesto a ayudar sin afán de protagonismo», antepone. «Recuerdo que se encargó durante muchos años de la mecánica electoral del partido: la organización de interventores, apoderados… Era una labor muy pesada, pero a él le gustaba ayudar sin figurar», rememora. En una frase, define a Madinabeitia como «un hombre bueno, abertzale, de fuertes convicciones morales y políticas y con una profunda raigambre cristiana».

El que fuera maestro de Ignacio Aldecoa, Manu Legineche, Alfonso Alonso, Patxi Lazcoz y de media Vitoria deja un enorme vacío entre su familia y amigos y en la ciudad a la que amó profundamente.