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Sus amigos coincidieron en que fue elegante hasta en su propia despedida. Días antes de fallecer les llamó poco a poco y preparó el terreno ... para su adiós. «Nos hizo fácil lo difícil. Ha sido la personificación del saber estar», relató José Luis Ochoa. El exjefe de Protocolo de la Diputación de Álava rindió así homenaje a Josu Alberdi, su homólogo en el Ayuntamiento de Vitoria durante casi dos décadas, fallecido una madrugada del mes de julio tras una larga enfermedad.
Con su marcha la capital alavesa perdió «un referente» de las buenas maneras y de ese conjunto de normas que rigen los actos institucionales y que ayudan a que cada persona ocupe su lugar en el momento adecuado y sin estridencias. Juntos tuvieron que enfrentarse a funerales y manifestaciones en momentos políticos difíciles pero también disfrutaron de las fiestas patronales –Alberdi le entregaba el paraguas a Celedón en la Balconada–, de congresos, de cumbres europeas, de visitas reales... «Los dos hemos trabajado con todas las formaciones políticas y en su caso con los partidos del Consistorio y creo que nunca nadie habrá tenido ningún problema con él. Llevó el protocolo a lo más alto», explicó. Su pérdida causó profundo dolor entre los profesionales de las buenas maneras.
Alberdi logró tener la confianza de cuatro alcaldes, Alfonso Alonso, Patxi Lazcoz, Javier Maroto y Gorka Urtaran, pese a ocupar su cargo durante 17 años de manera eventual. Fue el exregidor popular Alonso quien le 'fichó' en 1999. Titulado en Relaciones Públicas por la Sorbona, pionero en la organización de congresos locales, había pedido cita con él para hacerle una propuesta «sobre serenos en los barrios». Aquel hombre de traje impoluto, de cincelado bigote, favorecedor bronceado y exquisitas formas le llamó tanto la atención que le ofreció el puesto que estaba vacante. «Había nacido para ello, él era el protocolo», recordó. «Tenía un gran sentido del humor y sabía reírse de sí mismo. Además era un gran imitador». Quizá por eso aceptó aquella vez esa «encerrona» –son sus propias palabras– de Alonso de hacerle tocar el piano ante el director de orquesta Lorin Maazel en una cena en El Portalón.
Porque años ha el elegante Josu Alberdi ya había hecho sus pinitos en la música. Fue el primer niño vasco que actuó en el programa 'Fiesta con nosotros' en 1962, formó parte del grupo Aster y se pagó los estudios en París tocando la guitarra en el metro. En Francia se prendó de los gustos protocolarios que cultivó tanto que además de organizar congresos nacionales especializados fue distinguido con la Cruz de San Juan Evangelista que siempre llevaba en la solapa y con la medalla al mérito.
Alrededor de su figura se acumulan las anédotas. Pasara lo que pasara, sabía guardar la compostura. «Fue exquisito. Yo nunca tuve ninguna noticia de que hubiese habido ningún problema con él y en lo personal me sentí siempre muy bien cuidado», relató el exalcalde socialista Patxi Lazcoz, también amigo. Era tan profesional, recordó, que llevaba siempre «el maletín de protocolo», en el que guardaba corbatas, un pequeño botiquín y hasta 'panties' para solventar olvidos, indisposiciones y carreras de última hora. «Tenía esa mano izquierda que le hace falta a cualquier jefe de protocolo».
El alcalde peneuvista, Gorka Urtaran, también destacó esa «profesionalidad» suya y esa manera de lograr que los actos «se desarrollasen de forma impecable y que los imprevistos tuvieran fácil resolución». «Vitoria lamenta la pérdida de una persona que supo combinar a la perfección la clase con el cariño».
Josu Alberdi, comercial en Elma y Azkoaga, conocido también por su faceta de hostelero a cargo del popular local 'Josu' de San Prudencio y de un piano-bar en Manuel Iradier, dedicó su última etapa profesional a hacer más amable la vida interior de las instituciones. A su último día de trabajo en el Ayuntamiento de Vitoria acudió de punta en blanco, con gemelos y alfiler de corbata, y una sonrisa.
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