El espacio geográfico humanizado es un producto social que en principio se convierte en espejo y finalmente en caja de la memoria de la sociedad ... que lo modela. Hace 75 años los vitorianos contaban con una discreta capital de servicios de la casi desconocida provincia de Álava. En la etapa autárquica de la dictadura franquista, en la ciudad de «curas y militares», la estructura espacial de la reducida urbe de unos 50.000 habitantes era muy simple. Un Casco Antiguo de origen medieval pero levantado en altura en el siglo XIX, era definitivamente abandonado por las clases altas y relegado a las clases populares, iba perdiendo funcionalidad y entraba en una cierta decadencia. El pequeño Ensanche burgués se había extendido hacia la línea del ferrocarril y se había convertido en el centro de la ciudad. Hacia el sur se reconocía un cierto crecimiento de urbanizaciones-jardín para las clases acomodadas de la primera mitad del siglo XX. Alrededor de todo ello se entremezclaban reducidos ensanchamientos que se combinaban con pequeños y difusos barrios, como San Martín, San Cristóbal y Judimendi. En ellos, las escasas clases medias de sus Casas Baratas se entremezclaban con otras más obreras.
Los espacios industriales eran escasos, pequeños y dispersos. Afortunadamente la ciudad también tenía espacios verdes heredados de un pasado lejano y también reciente. Sin embargo, al final de la década de los cincuenta, una conjunción de factores llevaron a la puesta en marcha de una política municipal –en colaboración con la Caja de Ahorros Municipal– de industrialización urbana a través de la puesta en valor de un suelo que pasó de rural a urbano-industrial. En unos pocos años la ciudad llegó a contar con más suelo industrial que residencial. En la ciudad preexistente se conoció el 'altanche', tal como lo denominó el escritor y periodista alavés Pedro Morales Moya. El centro urbano burgués y los ensanchamientos que lo rodeaban crecieron en fondo y altura.
La aportación urbanística de aquella ciudad industrial fue la aureola de polígonos-barrios planificados que fue surgiendo en diferentes generaciones. Aquella sociedad que se iba conformando en el 'estirón urbano' se hacía más compleja y diversa, pero todavía pesaban mucho las herencias del pasado. Había tantos barrios como parroquias y en muchos de estos espacios residenciales al principio escasearan el asfalto y otros servicios.
El modelo de desarrollo singular y exitoso de la ciudad se reflejó espacialmente y quizá un lugar simbólico de todo ello fue la creación de la 'playa' de Gamarra. En los inicios de la transición el frenazo de la aventura económica expansiva se tradujo en la paralización de la construcción del ACTUR de Lakua. Esta actuación urbanística urgente había sido proyectada como complemento de extensión del suelo residencial urbano, con nuevas dimensiones y complejidad socio-espacial. Pero la realidad de la crisis económica de aquellos años empujó a un modelo de ciudad diferente, sin grandes crecimientos. El reaprovechamiento urbano y el bienestar social tuvieron su reflejo en una propuesta de rehabilitación del ya decadente Casco Antiguo y en la construcción de Centros Cívicos de los años ochenta. Mientras, casi de forma 'colateral', la ciudad, ya denominada Vitoria-Gasteiz, se convirtió en sede de las instituciones comunes de la Comunidad Autónoma de Euskadi.
Con una cierta recuperación del ciclo económico, las miradas al bienestar social se completaron con la visión de la ciudad 'sostenible' al finalizar el siglo. Mientras los parques urbanos creados en 30 años se consolidaban, los periféricos, más extensos, se añadían a la estructura espacial de la ciudad. Era un reflejo de muchas acciones en la búsqueda de la sostenibilidad medioambiental, de una sociedad todavía de origen mayoritariamente peninsular pero cada vez más compleja, entremezclada y diversa en todos los sentidos. Finalmente, en la periferia se desarrollarían los centros comerciales.
Con el cambio de siglo se produjo la colmatación del, más que barrio, distrito de Lakua. Pero también se ponían en marcha unas piezas residenciales cada vez más grandes y aunque la ciudad no crecía mucho en población, sí lo hacía en perspectivas. Salburua y Zabalgana se han ido desarrollando en parte como modelo continuador de lo realizado en Lakua. Las grandes ampliaciones espaciales y los cambios culturales llevarían a la necesidad de la remodelación del transporte público colectivo. El tranvía, la nueva red de autobuses urbanos y la construcción del BEI, con sus críticas incluidas, han facilitado el salto definitivo de los ciudadanos al transporte público.
Aunque en el imaginario social aparecen nuevas 'ciudades cibernéticas', el 'espacio soporte' básico de nuestra ciudad nos condiciona continuamente. Cada persona, cada generación o cada colectivo lo percibe, lo vive y lo recuerda a su manera y con su particularidad. Sin embargo, el espacio urbano sigue siendo un producto, un reflejo y una caja de la memoria social, cotidiana y común.
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