Más de lo mismo con una economía en balsa de aceite
Es verdad que hemos aprendido a golpe de sorpresas que la coyuntura cambia de signo de forma drástica en apenas unos días. También que las ... predicciones a más de 24 horas son arriesgadas. Pero lo cierto es que el nuevo Ejecutivo que se formará como producto de estas elecciones aterrizará en un momento de bonanza económica. Con dudas lógicas, pero en una balsa de aceite que no se parece en nada al escenario que tuvo que enfrentar el último gabinete de Iñigo Urkullu en sus comienzos. Así, Imanol Pradales gestionará un Gobierno en un territorio que ha mejorado de forma sensible las cifras de desempleo, que no es sino la principal señal salud o carencia de ella en la economía vasca. Ese 7,9% de paro que refleja la última encuesta del Instituto Vasco de Estadística, Eustat, es mucho más tranquilizador que el 11% que teníamos en 2020. Es el mejor dato del mercado de trabajo vasco desde 2009.
Afortunadamente para todos ya no estamos en plena pandemia sino en lo que se intuye como la senda de recuperación de una crisis energética provocada por la invasión de Ucrania por parte de Rusia. El escenario de los próximos meses -coinciden todos los análisis en ello-, apunta a una relajación del precio del dinero, lo que redundará en algo más de oxígeno para las familias endeudadas y un incentivo a la inversión de las empresas.
El nuevo Gobierno aterriza en un escenario en el que se prevé un crecimiento del 1,9% para la economía vasca este año -una ligera mejoría hasta el 2,1% en 2025- y eso significa que la tasa de paro va a seguir con su tendencia de descenso. La tasa del 5%, lo que se considera paro técnico, comienza a estar al final del túnel.
No se podrá quejar el nuevo gabinete en torno a la evolución de su particular cuenta de resultados, porque cualquier gestor está siempre preocupado por el capítulo de los ingresos. En ello se juega todas las opciones de tener recursos, aunque siempre parezcan insuficientes, para poder desarrollar sus políticas. Incluso, para intentar cumplir alguna de sus numerosas promesas electorales de los últimos meses. Y ahí todo funciona como la seda. La recaudación de las diputaciones forales, que son las que alimentan el ingreso del Gobierno vasco con la cesión de 70 de cada 100 euros que recogen, va viento en popa. Los datos de los tres primeros meses indican que esa recaudación crece, en términos comparables, a un ritmo del 5,5% si se toma como referencia el primer trimestre de 2023. Es, con toda seguridad, un elemento también tranquilizador para el nuevo Ejecutivo, que despeja así cualquier temor hacia la necesidad de aplicar los temidos recortes en el gasto público.
El nuevo gabinete, con la más que previsible alianza PNV-PSE, tiene todo el viento a favor y una mayoría parlamentaria suficiente para eludir la necesidad de contar con apoyos puntuales de una tercera fuerza política. No pueden pedir más, sería exceso de ambición. Solo tienen que demostrar que son capaces de nadar en una balsa de aceite.
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