Vox resiste y mantiene su escaño
Amaia Martínez retiene su escaño y la ultraderecha sube en las tres provincias hasta los 21.000 apoyos
Si un observador externo, sin ningún tipo de contexto, hubiera presenciado aquella euforia desatada que se respiraba hace cuatro años en el cuartel electoral de ... Vox en Vitoria, habría podido incluso llegar a pensar que el partido había ganado las elecciones cuando, en realidad, solo había obtenido un único escaño. Anoche, en el hotel de la capital vasca donde se dieron cita los de extrema derecha, la alegría era quizás algo más moderada, pero la sensación de triunfo -magro pero triunfo al fin y al cabo-era idéntica. Contra (casi) todas las encuestas, frente a los sondeos, los de Abascal lograban amarrar su preciado asiento en el Parlamento vasco. Y no solo eso: conseguían subir en número de votos en las tres provincias. Lo de Vox en el País Vasco ya no es mero exotismo. Su papel sigue siendo testimonial, sí. Pero aquí siguen.
Después de una legislatura en la que, más allá del ruido, Vox ha pasado bastante desapercibido en el Parlamento vasco, la percepción generalizada apuntaba a que el apoyo cosechado en 2020 se iba a desinflar de forma notable en estos comicios. No sólo no ha sido así, la formación de Santiago Abascal ha sumado 3.500 apoyos, hasta superar los 21.000. Misión cumplida
El que conserva Amaia Martínez es un escaño cargado de un enorme simbolismo para el partido de extrema derecha. En 2020, trasladaban la idea de estar poniendo una pica en Flandes, de entrar en territorio «hostil» a pesar de ser la casa de su líder, Santiago Abascal. De «gesta», de «heroicidad», se hablaba por aquel entonces. Y aunque nadie en el partido lo reconocía en público, en privado preocupaba -y mucho- la posibilidad de perder su representación y desaparecer del panorama político vasco. Ante ese escenario, el propio Abascal se implicó de lleno en la campaña, muy centrada en Álava, donde sigue estando su principal granero de votos (5.600 votos), aunque lo cierto es que sus apoyos han aumentado sensiblemente tanto en Bizkaia (de 8.800 a 10.500) como en Gipuzkoa (de 4.000 a 5.000).
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Con banderas rojigualdas, entre vítores y gritos de Viva España, Santiago Abascal quiso enfriar la sensación de triunfo que se respiraba en el hotel de Vitoria al que llegaron decenas de simpatizantes. «Hoy no hay mucho que celebrar, porque son unos malos resultados para España: ETA y el partido separatista vasco han ganado las elecciones», bramó Abascal, que, agradeció el voto de los «valientes de una tierra donde, digan lo que digan, no hay todavía libertad».
«La reconquista»
«Vox no es una moda, no es un proyecto para cuatro días, la que sembramos hoy es la semilla de la reconquista que vamos a iniciar en esta tierra», avisó Abascal. «No os vamos a dejar solos y seguiremos defendiendo vuestros derechos y la unidad de España», prometió por su parte Amaia Martínez.
Con todo, en esta cita electoral se ha vuelto a poner en evidencia que el presidente y líder nacional de la formación, Santiago Abascal, no es -ni muchísimo menos- profeta en su tierra: en Amurrio, apenas logra 116 votos. Un insignificante 2,2% de los sufragios. Tampoco a Vox le ha ido mucho mejor en Llodio, donde Abascal ejerció como concejal entre 1999 y 2007. Allí ni tan siquiera ha rascado 217 papeletas,70 más -eso sí- de las que obtuvo hace cuatro años. En la cuna del líder, más que testimonial su influencia es residual.
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