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Una persona paga con su teléfono móvil en un comercio. Blanca Castillo

Así funcionan las tarjetas de banco virtuales: ventajas e inconvenientes

Las hay puramente digitales, otras que replican a las físicas, y las de prepago con saldo recargable

Jorge Murcia

Viernes, 3 de octubre 2025, 00:10

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Una gran parte de los usuarios de banca aún llevan su tarjeta de débito en forma de plástico, guardada en la cartera o en el bolsillo. Pero poco a poco ganan terreno las tarjetas virtuales, una opción que puede resultar más cómoda y, en cualquier caso, más segura y respetuosa con el medio ambiente.

Contienen los mismos elementos que las convencionales. Es decir, un número de 16 dígitos, la fecha de caducidad y el CVV (un código de seguridad), aunque la diferencia es que estos datos están guardados en el servidor de un banco. Sirven también para realizar compras en espacios físicos y en internet, y para sacar dinero en cajeros automáticos. Pero no tienen soporte físico.

Tipos de tarjetas virtuales

Existen tarjetas virtuales de distinto tipo. Algunas son una réplica exacta, pero virtual, de una física ya emitida (con la misma numeración, caducidad y CVV).

Si tenemos la de plástico, lo normal es que tengamos también nuestra tarjeta gemela virtual para asociarla a la aplicación de la entidad financiera o de tipo 'wallet' (billeteras digitales como Google Pay, Appley Pay o Samsung Pay).

De hecho, hay quien las considera, más que virtuales, tarjetas digitales, ya que a la hora de comprar en internet tendremos que introducir manualmente en la pasarela de pago los datos incluidos en la física.

Otras sí que son exclusivamente virtuales, «aunque a veces también admiten la petición de una tarjeta gemela física», indican el la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). Eso sí, previo pago de una comisión por fabricación y envío.

Este tipo de tarjetas aporta un mayor grado de confidencialidad, puesto que los datos que se solicitan están almacenados de forma digital en portal de cliente de nuestro banco. Al no disponer de una tarjeta física, hay que consultar el número, la fecha de caducidad y el CVV en la web o en la app del banco antes de introducirlos en el formulario de pago.

Algunas entidades financieras emiten una tarjeta principal y permiten generar otras distintas con su propia numeración, y pensadas para usos concretos, como por ejemplo compras en internet o suscripciones periódicas. Todas ellas estarían asociadas a una misma cuenta.

Otra última tipología de tarjeta virtual son las desechables, que sirven sólo para una operación o durante un tiempo limitado. Después quedan inactivas. Y por último las prepago, con un saldo recargable en función de las necesidades de cada momento.

Ventajas

Entre las principales ventajas de las tarjetas virtuales figura la comodidad. No necesitan ser llevadas en el bolsillo o la cartera: ahora están dentro del móvil e incluso el reloj inteligente. Por supuesto, tampoco te las pueden robar, aunque sí ese teléfono o 'smartwacht'.

Eso sí, el riesgo de que puedan ser utilizadas por los ladrones se reduce considerablemente por las capas de seguridad que ofrece un móvil a la hora de desbloquearlo. Y, en función del lugar y el importe de la compra, acceder a la aplicación del banco para autentificar la operación.

Si la entidad emisora da la opción de tener varias tarjetas virtuales, el usuario estará más protegido frente al fraude, «ya que puedes reservar la tarjeta principal para, por ejemplo, hacer tus compras cotidianas en comercios físicos o sacar dinero, y usar las secundarias para otras operaciones», indican en la OCU.

Las tarjetas desechables o de un solo uso cuentan con más seguridad si cabe, puesto que quedaría automáticamente inutilizable tras su uso. Son especialmente recomendables cuando el comercio en el que se quiere comprar no inspira demasiada confianza.

Tampoco hay que perder de vista el componente medioambiental. Las virtuales son más sostenibles, al no consumir ni plástico, ni tintas, chips, embalajes o sobres. No necesitan ser transportadas ni pasan a ser desechos necesitados de costosos tratamientos.

Los inconvenientes

No todo son ventajas. Para hacer uso de una de estas tarjetas hay que estar mínimamente familiarizado con la tecnología necesaria para su funcionamiento: tener un 'smartphone' con sistema NFC y alguna aplicación de pago instalada, que es lo que permite comprar en comercios físicos a través de datáfonos. O sacar dinero de los cajeros automáticos.

Algunos no disponen de la tecnología NFC y sólo permiten retiradas de efectivo con tarjetas físicas. Algo que también sucede al abonar compras en ciertos comercios. «Sobre todo si el pago no se carga en el acto o cabe la posibilidad de que se apliquen cargos posteriores, como puede ocurrir con los hoteles o las empresas de alquiler de coches», explican los expertos de la OCU.

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