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A caballo entre el cierre de la operación Talgo, que deja el control del fabricante de trenes en manos del consorcio vasco liderado por Sidenor, ... y la búsqueda de inversores para asegurar la continuidad de Guardian. Ese es el contexto de la primera entrevista que concede a un periódico el consejero de Industria del Gobierno vasco, Mikel Jauregi. Su trayectoria profesional, alejada de la política, se nota en respuestas que no se esconden en eufemismos. Reconoce los problemas de la empresa vasca, la incapacidad de generar energía verde o las dificultades para atraer multinacionales a Euskadi. Y, en plena escalada arancelaria, pide aprovechar el alto grado de industrialización del País Vasco para, con «autoexigencia» porque «nos toca a todos», afrontar el reto. Y es que, recuerda, es precisamente «más y mejor industria la que garantiza el bienestar».
- ¿Cómo ha vivido el principio de acuerdo para tomar el control de Talgo?
- Estoy muy contento. Han sido meses muy intensos y hemos sabido tejer las alianzas entre el Gobierno central, el vasco, con el lehendakari, Moncloa, los agentes financieros... Hay medallas para todo el mundo, pero la copa se la lleva José Antonio Jainaga. Es el que apuesta con sus recursos. Eso es lo que necesitamos, más Jainagas.
- ¿Cuándo se sentó por primera vez con él?
- En julio hubo movimientos entre el presidente Sánchez y el lehendakari. Y en septiembre fue la primera vez que estuve con él.
- ¿Qué fue más difícil: convencer a Trilantic o evitar una opa extranjera?
- Trilantic -el propietario de Talgo- pedía 5 euros por acción y quería crear una subasta para subir la oferta. Ha habido muchas dificultades con las posibles opas. Pero hubiera sido muy inusual que un gobierno europeo nacionalizara una empresa privada de otro país.
- Con el acuerdo definitivo, ¿qué será lo prioritario para Talgo?
- Varias cosas: dar salida a la cartera de pedidos, renegociar la deuda y gestionar el impacto de las sanciones de Renfe. Pero la clave es el cambio de escenario. Antes había un accionista con mentalidad de fondo de inversión y mirada a corto. Ahora es un industrial, a largo plazo y con vocación de permanencia.
- La operación se cerrará por algo más de 150 millones, lejos del volumen de ventas como las de ITP, Siemens Gamesa, Solarpack o Euskaltel. ¿No llega tarde el fondo soberano que anunció el lehendakari?
- Con Talgo hemos inaugurado un modelo de músculo financiero que apuesta por la industria. Y no hay ningún tipo de duda sobre incrementar la herramienta. Estamos en esa tarea el consejero de Hacienda D'Anjou y yo. De momento, a Finkatuz le hemos dado, con la reciente entrada en Arania, un uso más expansivo. No solo para el arraigo empresarial, sino también para dinamizar inversiones.
- Para aumentar ese músculo, ¿deben participar más las fundaciones bancarias y las EPSV?
- La respuesta es sí, claramente sí. El ahorro es igual a inversión. Y el ahorro vasco siempre ha servido para que nuestra industria creciese con inversiones. Eso se ha desligado y tenemos que unirlo de nuevo. La industria vasca, como garante de nuestro bienestar, necesita tener acceso a ese capital y es sorprendente que no sea así. Habrá que hacerlo, por supuesto, de manera independiente, respetuosa y garantista con los ahorros de las personas.
- La otra operación que está captando la atención estas semanas es la de Guardian. ¿Han encontrado a inversores para salvar la empresa?
- Estamos en conversaciones con los que podrían dar un futuro a la compañía. Queremos un futuro industrial, con inversores de trayectoria acreditada y ya hay uno con un plan bastante avanzado. Vamos a intentarlo y ayudar desde el Gobierno.
- Para una economía exportadora como la vasca, ¿da miedo asomarse a la crisis de Europa y la guerra arancelaria?
- Preocupación sí, miedo no. Dos tercios de nuestras exportaciones van a Europa y, de estas, un tercio a Francia y Alemania. Y si nuestros vecinos no van bien, a nosotros nos tiene que afectar. Y la política arancelaria de Trump a Euskadi, netamente exportador, no es que no nos venga bien, nos viene fatal. El caso es que estamos ante un cambio de paradigma, de un mundo globalizado a otro que se cierra. Tenemos que reaccionar y nuestro futuro está ligado a Europa, que va a apostar por más industria. Y Euskadi tiene el 24% del PIB industrial, avanzamos en tecnología con el objetivo de llegar a una inversión en I+D del 3% del PIB en 2030, somos muy buenos fabricando. Tenemos oportunidades para aprovechar, para crear y atraer más industria.
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- Sin embargo, ¿no ve cansancio en mucha pyme familiar que no descarta vender la compañía?
- Por partes. Lo del músculo financiero propio va también para las empresas que quieran vender por falta de relevo generacional. Hay que darles una alternativa. Y ante el cansancio, no lo percibo así. La gente tiene ganas. Tenemos muchas empresas de las que se denominan campeones ocultos, líderes en sus nichos. Los ánimos están ahí.
- El ámbito empresarial señala la conflictividad laboral como un ahuyentador de inversiones, ¿está de acuerdo?
- Durante muchísimos años no hemos podido traer multinacionales, no hemos tenido éxito como país en eso. El problema que teníamos entonces era ETA. Y ahora tenemos la oportunidad entre todos de atraerlas. Es el momento de ir todos de la mano, nos toca a todos y cuando digo a todos, es a todos.
- ¿Está invitando a ELA subirse a la trainera a remar?
- ¿Qué es lo que no estamos haciendo bien para atraer inversiones? Cada uno que se lo aplique y desde su responsabilidad, actúe.
- ¿Se arreglaría la falta de perfiles si las empresas pagaran mejor?
- La generación que se incorpora al mundo laboral en Euskadi es la mejor preparada de la historia. Y hay que respetar lo que ponen en la mesa. Un dato, tuve la oportunidad de trabajar en una consultoría en Bilbao y el salario, 27 años después, no ha subido como la carestía de la vida. Se me hace sorprendente.
- ¿Qué va a aportar el Plan Estratégico Industrial en el que trabaja su departamento?
- Tenemos una doble responsabilidad. La primera es defender nuestra industria hoy, y para eso están las ayudas de 500 millones que presentamos la otra semana. Y, por otra parte, crear el tejido del futuro. Para eso es el plan estratégico que presentaremos a finales de mayo o principios de junio. Ahora estamos en proceso de escucha a las empresas, las patronales y también a la parte social.
- ¿Por qué subcontratarlo?
- Lo que se hace es pedir ayuda externa para acompañar el proceso. Es una cosa habitual del mundo de la empresa del que vengo. Te da una perspectiva, te abren una ventana exterior, presentan casos de buenas prácticas. Y, luego, habrá que hacer un seguimiento y una evaluación durante la legislatura. Es una práctica habitual de cualquier empresa o de cualquier Ministerio de Industria de un país avanzando.
- El sector de la Defensa, que está ocupando un lugar central en el debate europeo, ¿qué hueco tendrá en ese plan?
- Como europeos tenemos dos problemas. Uno, Putin, que ha invadido un país vecino; y, el otro, Trump, que dice que ya no nos va a defender. Así que el proyecto de Defensa europeo es urgente. Nosotros no contamos con un presupuesto gigante, pero sí con capacidades industriales y tecnológicas con las que apoyar este sector al alza, cuya tecnología es en un 95% de doble uso. No vamos a tener líneas exclusivas de ayudas a empresas de Defensa porque nuestras convocatorias no sectorizan así, pero por supuesto que van a poder utilizar esos recursos.
- ITP Aero, con presencia en el sector, vive un buen momento y tiene al Gobierno vasco como accionista. Si su propietario principal, el fondo Bain Capital, impulsara una salida a Bolsa, ¿cómo reaccionaría?
- Vuelvo al modelo Talgo, el modelo del músculo financiero. Con un fondo podríamos hablar de tú a tú a Bain Capital. Lo importante es que ITP continúe y siga creciendo, es la joya de la corona industrial de Euskadi.
- La automoción se tambalea y el coche eléctrico no arranca. ¿Podría Euskadi emplear recursos propios y ampliar las ayudas del Moves del Estado como ha hecho Cataluña?
- El Ministerio va a prorrogar el Moves III. Pero entre la incertidumbre tecnológica y los plazos, la gente no es que no esté apostando por el eléctrico al comprar un coche nuevo, es que está apostando por uno de segunda mano. Faltan puntos de recarga. Pero la reflexión debe estar a nivel estatal, hace falta porque la gente no apuesta por el eléctrico y, si seguimos con las mismas medidas, nos van a llevar a la misma conclusión.
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