Los consejos de Rahm a una jugadora amateur: «Ha sido muy cercano, desde el primer momento nos ha tranquilizado»
El vizcaíno ha compartido nueve hoyos en el Pro-Am de Valderrama previo al LIV con Cristina Felip, catalana y hándicap 2
El golf es el deporte en el que más se socializa. Y a veces se tiene la oportunidad de compartir un día con un jugador de talla mundial. Es el caso de la jugadora amateur Cristina Felip, que trabaja en el departamento de Patrocinio del Atlético y que ha jugado al lado de Jon Rahm nueve hoyos en Valderrama. Ha sido un partido a cuatro bandas con un marcado color rojiblanco, ya que también han participado, por parte del conjunto colchonero, el futbolista Marcos Llorente y el delegado Pedro Pablo Matesanz.
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«Ha sido muy cercano», cuenta Felip, que solo se deshace en elogios hacia el golfista vizcaíno. «Desde el primer momento nos ha tranquilizado, nos ha dicho 'nos lo vamos a pasar bien, no estéis nerviosos'. Ha estado de diez», añadea EL CORREO la catalana en medio de la ronda, justo antes de que Caleb Surratt, compañero de Rahm en la Legión XIII, cogiera el testigo del de Barrika y completara con el trío de amateurs los segundos nueve hoyos del campo gaditano, que desde este viernes acoge el LIV Andalucía.
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«Nos ha contado cosas del tour, del campo... Y nos ha visto todos los golpes. Ha sido un aprendizaje y una de las mejores experiencias que he tenido», resume Felip, que estudió en Nueva York mientras probaba en el potente golf universitario americano. «Era la primera vez que jugaba en Valderrama, es un campo alucinante, es el mejor en el que he jugado. Los greenes son una locura», explica la joven, que en el hoyo 9 ha ido a parar al búnker que flanquea el green por la derecha. En medio de la arena hay un alcornoque y apenas tenía espacio para pegar a la bola.
«No me he atrevido»
Entonces Rahm se ha acercado a Felip para darle algún consejo. «Coge un hierro seis y ruédala del revés», le ha dicho el de Barrika simulando el golpe que él haría en esa situación. «Pero no me he atrevido», cuenta entre risas ella. Le costó dos tiros llevar la bola al green y poder patear. «Nos ha ayudado a elegir por dónde pegar, el lugar para ir en las calles, cómo eran las caídas en los greenes...», concluye.
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