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Joao Almeida se levantó resplandeciente el día de la victoria más especial de su carrera. Entraban los rayos de sol en su habitación del Parador ... de Argómaniz alavés, donde el UAE se ha alojado durante toda la Itzulia. Como en el paraíso. Quería un día tranquilo en la última etapa en Eibar, dónde anunciaban lluvia. Según descendía en el autobús camino de la ciudad armera comprobaba como las nubes se echaban sobre él. Después del control de firmas, miraba al cielo. «Va a llover», parecía decirle Marc Soler. Los dos apretaron los labios.
Las bicicletas comenzaron a competir en el País Vasco hace 101 años. Era agosto, pero hubo lluvia torrencial. Es la esencia. Y para ponerse la txapela, como quería hacer Almeida, hay que aguantar algún chaparrón. El agua del País Vasco no es como el de su Caldas da Rainha, ciudad balneario de Portugal. Es fría, como la cabeza del lusitano, amo y señor de esta Itzulia sin grandes figuras, pero con buen nivel de ciclismo. Enric Mas llegó con él hasta Eibar. Mano a mano. El balear del Movistar se la tendió. «¿Me dejas ganar?», le preguntó. «¿Me dejas la etapa?». La respuesta no se escuchó por la televisión. Se oyó en la Plaza Unzaga. No. Victoria lusa y abrazo con sus padres y su pareja. «Seguramente sea la mejor victoria de mi carrera».
El ciclista portugués controló la etapa a su antojo. En las horas previas dijo que era mejor atacar que defender. Y cumplió con su palabra. Pese a tener compañeros aún para trabajar, abrió gas en Izua. Sólo Enric Mas y Skjelmose pudieron seguir su rueda. Schachmann y Lipowitz, afectado por una caída a la entrada de una rotonda, protagonistas en esta Itzulia, se quedaban por detrás. El germano pudo salvar el podio tras la caída de Skjelmose en el descenso mojado de Trabakua. Almeida seguía su rueda pero ni se inmutó en la curva a izquierda. Una roca. «Creo que se ha equivocado un poco en la trayectoria. Espero que esté bien».
La etapa no empezó de la mejor manera para sus intereses. Por la previsión de lluvia y por la fuga grande y de nivel que se formó en Azurki. Ion Izaguirre, Healy, Daniel Felipe Martínez, Kuss, Hirschi, Castrillo… y ninguno del UAE. Laengen tuvo que emplearse a fondo en los kilómetros previos a Krabelin para recortar casi un minuto y dejar la diferencia en 1:06» a pie de puerto, con la fortaleza final del Lidl-Trek. Red Bull Bora contraatacó por delante. Daniel Felipe Martínez, ganador de la carrera en 2022 el último día en estas carreteras, puso al límite a los 22 compañeros de escapada. Solo Healy logró aguantarle al paso por el Santuario de Arrate. Sonaban las campanas. Las 3 en punto. La hora de la lluvia.
1º. Joao Almeida | 2º. Enric Mas | 3º. Ben Healy | 4º: Isaac Del Toro |
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m.t. | a 13'' | a 28'' |
El parte meteorológico cambió ligeramente. Caerá a las 4, preveía. Entonces sí. Cuesta arriba en Karabieta. Schachmann hablaba por el pinganillo con el maillot semiabierto. Otros, como Aranburu, iban al coche, a por chubasqueros. Falsa alarma. Caía fuerte y salía el sol. Pero con el piso mojado, el ciclismo no cambia los neumáticos, que a ratos parecen rodar sobre hielo.
1º. Almeida | 2º. Enric Mas | 3º. Maximilian Schachmann | 4º. Florian Lipowitz. |
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a 1:52 | a 1:59 | a 2:07 |
Lipowitz es un ciclista llegado de la nieve. Del biatlón. Pero resbaló a pie de Izua. Tuvo que cambiar dos veces la bici, con lo que perdió a Van Gils y Vlasov. Nada que ver con Almeida, firme sobre la bici. «Aquí las carreteras son buenas. Tienen 'grip'». Al luso le gusta el motor, así que se puso 'fast and furious'. Ataque sostenido en Izua, entre un pasillo de ánimos, y ritmo con Soler y Del Toro para dar alcance a Healy, que buscaba el doblete de exhibiciones.
Trabakua, el último de los siete puertos solo sirvió para alimentar las esperanzas de Schachmann y sobre todo Lipowitz, en solitario. Por amarrar el podio. Enric Mas asumió las riendas de la cabeza de carrera para evitarlo. Con la caída de Skjelmose en el descenso, lo tenía todo a su favor. Tras los repechos de Mallabia y Areitio, donde se construye la nueva ciudad deportiva del Eibar, el balear volvió a tensar y se quedó a solas con Almeida y Healy. Les abroncó. «Nos decía que fuéramos a relevos, que quería el podio, no la general». El luso se abría de brazos. «Mi posición es confortable, Enric», respondió.
Healy negó con la cabeza, pero sin las piernas de acero de anteayer. Quedaba la cuesta final de la variante de Eibar, una vuelta en la que Mas volvió a probar. Cedió el irlandés. Pero quedaba Almeida. «¿Me dejas ganar?». No. El luso debutaba en el País Vasco, contagiado con el espíritu de Pogacar. «Hace dos o tres años hubiera jugado a defender», reconoce un corredor del perfil de Abraham Olano. Al de Anoeta se le resistió la Vuelta al País Vasco, pero venció en la Euskal Bizikleta. El luso, la Itzulia. Una nueva historia para el ciclismo vasco, mientras se recompone de la caída de Olaeta del año pasado y los últimos albores de su generación de oro. Hacía nueve años que no había ningún ciclista local entre los seis primeros. Aranburu ha sido séptimo, excelente en su mejor Itzulia, con el triunfo de etapa de Beasain que marcó la 64ª edición.
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