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La prensa la apodó «el gorrión de Minsk». EL CORREO

El salto prohibido de Olga Korbut, una de las primeras deportistas en denunciar abusos de su entrenador

Décadas después de retirarse contó que incluso le violó la noche antes la final olímpica en Múnich 72

Miércoles, 2 de junio 2021, 23:55

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Cuatro años antes que Nadia Comaneci entrara en la historia del deporte, la gimnasia artística ya tenía un icono en su rama femenina, una niña que medía 1,52 y pesaba 38 kilos y a la que la Prensa apodó como «el gorrión de Minsk». Su valentía, sus movimientos explosivos, su potencia, sus innovaciones y su simpatía personal la convirtieron en una estrella, un ídolo equiparable al que ahora es Simone Biles. Un dato que indica el grado de su fama: se le asignó un empleado de Correos exclusivamente para llevarle a su casa las miles de cartas que recibía de sus fans.

Y es que cada edición de los Juegos Olímpicos tiene siempre una figura que es recordada a través de los tiempos. En Múnich 1972, este honor fue para esta gimnasta soviética llamada Olga Korbut. A la edad de 15 años, obtuvo dos medallas de oro y logró asombrar con un movimiento gimnástico que nadie había visto hasta el momento, el que posteriormente se llamó 'Korbut Flip' y que, pasado un tiempo, se prohibió.

Korbut, simpática y carismática, fue en aquella competición la sensación en las pruebas por equipos, aunque en las pruebas individuales la historia fue distinta. Ahí quedó en el puesto 7 tras cometer tres fallos graves en las barras asimétricas. El oro fue para su compatriota Ludmila Tourischeva. El mundo se conmovió con el llanto de Olga. Pero, como las grandes leyendas, superó esta derrota. Al día siguiente, brilló en las finales de suelo y barra de equilibrio. Incluso, ganó la de plata en barras asimétricas, la prueba que le había traído problemas.

Fue precisamente aquí donde hizo historia. Una maniobra en la que la gimnasta se paraba en la barra superior para luego hacer un salto mortal hacia atrás. Hasta Múnich 1972 nunca se había visto algo así. Pero no acaba aquí el asunto. Además de este movimiento en las barras asimétricas, Olga tiene, además, otro en el salto, que consiste en hacer una inversión adelante con un giro completo en el eje longitudinal antes de tocar el potro y otro giro completo en el eje longitudinal en la fase de vuelo. No tiene giro en el eje transversal (es decir, tiene pirueta pero no tiene mortal). También es una maniobra prohibida por resultar demasiado arriesgada.

Olga Korbut volvió a ser olímpica en Montreal 76, donde se despidió de la gimnasia. Pero detrás de su carisma se escondía una tragedia que dio a conocer pasadas varias décadas en un libro autobiográfico. Esta mujer fue una de las primeras deportistas en denunciar abusos por parte de su entrenador, Renald Knish. En 1999 reveló que había sido su «esclava sexual» y que muchas otras gimnastas de la escuela soviética eran obligadas a mantener relaciones sexuales con sus preparadores.

«No sólo éramos máquinas deportivas, sino también esclavas sexuales», describió. Knish le obligaba a beber, le golpeaba, le causaba moratores (ella decía en casa que eran debidos a caídas en entrenamientos). «Interesaba nuestro cuerpo, no nuestra vida», confesó la campeona olímpica. Knish, no solo le causaba miedo, sino que también llegó al extremo de violarla, incluso la víspera de la final olímpica de Múnich. El entrenador llegó a ser procesado por este extremo, pero el caso se cerró por falta de pruebas.

«Temía que si la verdad saliese a la luz ésta me aplastaría. Le temía al propio Knish», admitió también Olga en su libro. Korbut denunció por otra parte la racanería de los dirigentes deportivos soviéticos, que asignaban a los deportistas que representaban a la URSS en las competiciones internacionales una dieta diaria de sólo seis dólares. Por si fuera poco, el Comité Estatal para el Deporte pidió a Korbut una de sus medallas de oro para su museo, pero el galardón desapareció sin dejar rastro.

La exgimnasta, en una imagen reciente. Está afincada en EE UU. EL CORREO

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