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George Orwell. Handout Picture.
Las IAs y las series
La mirada

Las IAs y las series

Elia Barceló

Sábado, 2 de noviembre 2024

En '1984', la gran novela de George Orwell, se presenta una sociedad distópica donde se prefiguran muchos de los desarrollos a los que asistimos en la actualidad. Uno de ellos tiene que ver con lo que ahora nos parece tan moderno: las Inteligencias Artificiales como productoras de obras que antes pertenecían al ámbito artístico: novelas, películas, canciones, ilustraciones.

Escrita entre 1946 y 48, la novela nos muestra un departamento en el Ministerio de la Verdad (que es donde se manipula la información accesible a la gente) donde una multitud de funcionarios se ocupa de producir, usando máquinas combinatorias, las canciones, novelas, películas y programas de televisión que la masa de los ciudadanos -los proles- van a escuchar, ver y leer. De ese modo se controla el contenido de las obras y se le ofrece a la ciudadanía solo lo que el gobierno considera adecuado. Ese control, unido a la manipulación de la lengua usada -cada vez más simple y empobrecida- hace que la población sea, poco a poco, no solo incapaz de pensamiento crítico sino simplemente incapaz de pensar. ¿Les suena?

Ahora son los algoritmos los que controlan y deciden qué contenidos vamos a ver y leer, las IAs quienes los fabrican. Un ejemplo: casi todas las series de televisión de la mayor parte de plataformas tienen guiones cada vez más previsibles y repetitivos, personajes más planos, lógicas absolutamente ilógicas en historias llenas de incoherencias y agujeros. Supongo que no es una voluntad maligna que trata de estultificar a la población y reducirnos a memos babeantes frente a la pantalla después de la jornada de trabajo, sino, simplemente, una espiral descendente que se retroalimenta. La mal llamada Inteligencia Artificial es un caleidoscopio gigante, cada vez más complicado y sensible, más sofisticado que las máquinas combinatorias mecánicas de '1984', pero funciona del mismo modo: lo que produce es «más de lo mismo», una combinación de lo que más ha gustado, lo que más dinero ha generado, lo que más se comenta en redes, independientemente de su contenido, de sus postulados, de su valor artístico. Esas series están hechas para enganchar a los espectadores -como los folletines en los diarios del siglo XIX- y da igual lo que cuenten, siempre que se vendan bien.

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