«No sabíamos nada, ha sido una coincidencia visitar hoy el Guggenheim»
El fallecimiento Frank Gerhy sorprende a turistas de todo el mundo que visitan la capital vizcaína
Cientos de visitantes merodean este sábado por los alrededores del Museo Guggenheim Bilbao. Algunos, todavía ajenos a la noticia del fallecimiento de Frank Gehry, el ... arquitecto que dio forma al icono de titanio que se alza ante ellos, aprovechan para contemplar durante unos minutos las relucientes placas metálicas y hacerse alguna fotografía antes de entrar. A otros, la noticia le ha alcanzado desprevenidos. Es el caso de Elena y Lorenzo, una pareja italiana de Milán que ha venido a pasar el fin de semana a la ciudad. «No teníamos ni idea. Le conocíamos de oídas porque habíamos planeado visitar el museo y nos llamaba mucho la atención el exterior», comentan nada más salir.
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Para ellos, sin embargo, la sorpresa ha llegado en el interior. «Las formas orgánicas, la mezcla entre cristal y metal… nos ha fascinado, no nos esperábamos encontrarnos con algo así», explican aún emocionados. Y es precisamente ese juego de pasarelas, curvas y ascensores de titanio que conecta los tres pisos del edificio lo que busca dialogar con la luz y reivindicar el pasado industrial de Bilbao a través de su esqueleto de acero. «Conocíamos parte de la historia de la ciudad, pero nos cuesta imaginar toda esta zona tan bonita llena de humo y fábricas», bromean Olivia y Lucas, dos estudiantes de Erasmus procedentes de California que llevan desde septiembre en la villa.
Ellos, que ya habían estado en el museo en otras ocasiones, habían planeado acudir esta mañana a la nueva exposición y completar la visita con un paseo y vermut por la ría, sin saber que el día quedaría marcado por la muerte del arquitecto. «Enterarnos hoy ha sido como una señal», comentaban con sorpresa. Una sensación similar comparte Elodie, llegada desde Francia para pasar el fin de semana con su pareja. «Creo que es la tercera vez que venimos. Me he enterado por Instagram de la noticia. Estar aquí justo hoy resulta muy extraño», reconoce. Para ella, la construcción del Guggenheim es comparable al impacto que tuvo la introducción de la pirámide del Louvre en París en los años 80. «Fue muy controvertido, muchos no estaban de acuerdo. Era una forma de abrir paso a nuevas maneras de entender la arquitectura», reflexiona.
Cambio radical
También hay quien ha querido dejar un gesto simbólico. Cristina, Pablo y Primitivo, llegados desde Alicante y de visita por primera vez en Bilbao, se enteraron de la noticia esta mañana por la prensa. Al subir al árbol de los deseos de Yoko Ono han querido dejar una nota que decía 'descansa en paz, siempre se van los mejores'. «Nos sabe mal que haya fallecido, pero ya que estábamos aquí lo hemos querido conmemorar», explican.
Entre el ir y venir de turistas, Ángel y Lola, de Santander, observan la escena con perspectiva. Ellos conocieron Bilbao antes de que el museo existiera. «Yo vine hace treinta años y no estaba el Guggenheim. Desde que está se oye mucho más hablar de la ciudad, está más bonita, más limpia. Ha cambiado mucho la imagen», recuerdan. Se enteraron anoche de la muerte de Gehry por la prensa. «Bilbao tiene dos partes: antes del Guggenheim y después. El cambio ha sido radical, sobre todo desde el punto de vista del turismo», añaden.
Con la ría reflejando el titanio y el trasiego constante de visitantes, el edificio vuelve a ejercer hoy de testigo silencioso de su propio legado. La muerte de su artífice ha añadido una capa más de significado a una obra que ayudó a transformar la ciudad y sirvió de atractivo para que arquitectos de renombre como César Pelli o Zaha Hadid trajesen sus proyectos a la villa. «Siempre pasa. Cuando alguien deja una obra así en una ciudad, llegan otros dos o tres más que quieren venir a poner su semilla», reflexiona Ángel.
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