Excomunión musical
Rosalía incluye en su último disco a la Escolanía de Montserrat cantando en español, lo que ha desatado las críticas de la nueva inquisición catalanista e independentista
Por lo que se ve la música y sus intérpretes son para algunos elementos privativos y exclusivos de una identidad cultural única y sagrada, cuyo ... uso ajeno o cuyo ejercicio sin sometimiento confeso a la ortodoxia sacramental puede ser en la España plurilingüe causa de excomunión o de interdicto político e ideológico. Es lo que le ha pasado a Rosalía por osar incorporar en su último disco a la Escolanía de Montserrat cantando en español, asunto que ahora le supone ser reo por apostasía cultural o herejía identitaria, naturalmente todo ello en opinión de una nueva inquisición catalanista e independentista. Pues sí, oigan, que uno entiende y respeta la herencia musical y religiosa de esa escolanía, lo mismo que el simbolismo patriótico del 'Virolai' o el papel coral de los niños como pilar en el afianzamiento y la resistencia de la identidad catalana, frente a cualquier mestizaje rampante. Todo muy épico, sí, pero esa tensión pasajera entre el catalanismo milenario y coral de Montserrat y el nuevo pop sinfónico y medio lírico de Rosalía no se puede solventar con los latigazos y las humillaciones verbales a la cantante por parte de una afamada inquisidora en la radio pública catalana, simplemente por un 'track' polifónico en español. Y no solo porque la autora de semejante 'pecado' es nacida en el Bajo Llobregat y no en Murcia, sino también porque en el repertorio universalista de la escolanía hay de todo. Que la música sagrada cantada por los niños de Montserrat haya sido compuesta por Cererols, Viola, Casanoves o Rodoreda es algo tan bueno y normal, desde luego, como que sus autores sean Palestrina, Monteverdi, Britten o Mendelssohn. Dejémonos de monsergas, señores, que la música y su interpretación no se deben limitar ni estereotipar, ya que en nuestra contemporaneidad la música es ante todo un lenguaje y una expresión universal, tanto en catalán, en español o en latín. Por contra, lo que sí parece realmente exclusivo de unos pocos estólidos es el necio fanatismo que reparte plácemes y excomuniones sin ton ni son.
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