Medio siglo sin Aresti, el poeta social con un lugar preferente en el panteón literario vasco
El autor bilbaíno falleció a los 41 años tal día como hoy de 1975, tras poner patas arriba el mundo de las letras en euskera
«Mi poesía es muy barata / La tomé de balde / De la boca del pueblo / Y de balde la devuelvo / A la oreja del pueblo». ... Estos versos de uno de los poemas de 'Harri eta herri' resumen bien la obra, el espíritu y la figura de Gabriel Aresti, renovador –o más bien revolucionario– de las letras vascas, de cuya partida prematura se cumple medio siglo este 5 de junio.
Noticia relacionada
Su compromiso con el euskera le llevó a apadrinar a autores como Atxaga
El autor de 'Nire aitaren etxea' falleció a los 41 años a causa de una afección hepática tal día como hoy de 1975, sin llegar a presenciar el fin del Franquismo que combatió con fuerza. Cinco décadas más tarde, todos los que o bien lo trataron en vida, o han bebido de su poesía o han estudiado su obra coinciden en que el poeta bilbaíno no es una figura cualquiera entre los escritores del siglo XX, sino que se merece un lugar preferencial en el panteón literario vasco por muchos motivos.
Lo deja bien claro Bernardo Atxaga, que se considera uno de sus discípulos. «A Aresti hay que dejarle su hueco único, y no uno cualquiera, sino uno supremo. Él fue un centro en el que orbitaban muchos otros», valora el autor de 'Obabakoak', que tuvo oportunidad de tratar al poeta de Abando en sus últimos meses de vida y destaca su generosidad: «Él tenía ese don, esa cualidad. Y yo tengo claro que, sin Aresti, no sería escritor, o al menos no sería el escritor que he sido».
Una figura, por tanto, muy viva en la cultura vasca, que aprovechando la efeméride se está volcando para que este 2025 sea un 'año Aresti'. Todo ello impulsado desde la Cátedra Gabriel Aresti de la UPV/EHU, que publicará el próximo día 26 'Gabriel Arestik ereindakoak', un libro que recopila 35 testimonios de profesores de cinco facultades y que combina artículos académicos, literarios y obras artísticas creadas para la ocasión.
Beatriz Zabalondo, coordinadora del proyecto, constata que era necesario un homenaje desde el ámbito académico: «Él quería una universidad vasca, un proyecto que no pudo ver materializado, y por ello se merecía este homenaje en el que abordamos los temas importantes en su vida y obra: el euskera, la identidad vasca, las clases sociales, las migraciones o los medios de comunicación». Temas que siguen de rigurosa actualidad 50 años después. «Podemos decir que era un visionario, estamos hablando de un intelectual con un pensamiento muy adelantado a su época. Hay temas sobre los que escribía o comentaba en conferencias que se entienden casi mejor hoy que entonces», destaca la docente.



Esa actualidad añade valor a la reivindicación de su carácter y obra que, lejos de ser la de una 'vaca sagrada' o icono intocable de la literatura, sigue siendo accesible a cualquier lector e irradia en sus versos y metáforas una fuerza y compromiso social que no han perdido vigor con el paso del tiempo. Todo ello escrito en lo que él mismo definió como un 'euskara klarua', reivindicando el habla popular y alertando de las tentaciones puristas de la lengua vasca.
Quizás esto se debía a que creció en pleno Franquismo en un entorno castellanohablante (nació en 1933 en la calle Barroeta Aldamar) y empezó a aprender euskera por su cuenta a los 12 años con gramáticas clandestinas que no le servían de nada a la hora de practicarlo. Según iba adquiriendo mayor dominio, su compromiso con el euskera fue en aumento y se convirtió en uno de los mayores defensores de la unificación de la lengua, protagonizando debates muy intensos con lingüístas y académicos sobre cómo debía materializarse esta estandarización. Cabe decir que el euskera batua actual es muy cercano a las formas por las que Aresti apostaba. Respecto al lenguaje literario, hubo una fuerte evolución en sus primeros años, desde el simbolismo de su primer poemario, 'Maldan behera' (1959) –de escaso recorrido comercial– a una poesía eminentemente social que se plasmó en 'Harri eta herri' (1964) y que tuvo su continuación en 'Harrizko herri hau' (1970), con un estilo más accesible, directo y con mensaje político y social.
Esa impronta de 'euskaldun berri' de entorno urbano lo convirtió además en el primero de los escritores en euskera de Bilbao. Recuerda Atxaga que, hasta entonces, «la lengua vasca tenía centros como Aranzazu, Tolosa y en general Gipuzkoa, pero con Aresti nació un nuevo centro: Bilbao». Ciudad que puso en el mapa de la cultura vasca con mucha fuerza, pero con la que tuvo sus más y sus menos. «No quiera Dios que pongan mi nombre / A una calle de Bilbao», pregonaba en 'Nire izena'. El caso es que la tiene, y no una cualquiera, sino toda una avenida en Txurdinaga.
En esa urbe industrial y convulsa, envuelta en los estallidos sociales del Tardofranquismo, Gabriel Aresti esgrimió una poesía combativa, de piedra y martillo y alma social, en la estela de otros correligionarios como Blas de Otero o Gabriel Celaya, pero entroncando también con la creación artística de Jorge Oteiza o Agustín Ibarrola, todos ellos nombres a los que frecuentó y con los que compartió militancia antifranquista.
Lazos con el arte
Esa conjunción con el mundo artístico es otra de las claves de su biografía y llega hasta hoy en día. «Aresti trató con muchos artistas de su época y desde las artes su obra siempre ha sido motivo de inspiración, también en música y literatura», explica Susana Jofra, profesora de Bellas Artes de la UPV que ha coordinado las 17 obras presentes en el libro 'Gabriel Arestik ereindakoak'. «Son trabajos hechos para la ocasión, no son ilustraciones, sino obras con investigación y síntesis y que han tomado la forma de cómic, dibujo, collage, frotagge, grabado o fotografía»; detalla Jofra.
No será este el único libro sobre el escritor que verá la luz este año, ya que en octubre está prevista la publicación de 'Gabriel Arestiren mandatua', que analiza su obra desde diferentes disciplinas. El capítulo de las traducciones, una de las patas fundamentales del trabajo de Aresti, lo firma Aiora Jaka, Premio Euskadi 2024, que repasa la intensa labor del escritor en este campo.
«Tradujo a autores muy variados, básicamente a los que él le gustaban. Muchas veces lo hizo por gusto y otras por encargo», explica la traductora. Así, Aresti llevó al euskera a ilustres como Cervantes, Shakespeare o Goethe, a poetas clásicos del siglo XIX como Baudelaire o Verlaine, y a modernistas como Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, Gabriela Mistral o Pablo Neruda. También a sus contemporáneos y amigos como Blas de Otero, Ángela Figuera o Pedro de Basaldúa.
Como anécdota, fue precisamente Aresti quien puso letra en euskera a 'La internacional', a petición de militantes socialistas. «Tradujo por igual poesía, narrativa y teatro», concluye Aiora Jaka. Todo ello en su esfuerzo inconmesurable por modernizar y poner patas arriba la literatura euskaldun.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.