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Fotografía histórica de la Librería Verdes, nexo de unión entre Aresti y Atxaga. E. C.

Su compromiso con el euskera le llevó a apadrinar a autores como Atxaga

Osciló de la órbita del PNV a posturas socialistas y, con su editorial, Kriseilu, publicó e impulsó a jóvenes escritores euskaldunes

Jueves, 5 de junio 2025, 00:03

A la hora de analizar la figura de Gabriel Aresti, no se puede obviar el papel que jugó tanto en círculos políticos de la época, como en el ámbito cultural a modo de padrino de toda una generación de autores euskaldunes, entre ellos un joven Bernardo Atxaga.

En el plano político, Aresti fue un abertzale que, según avanzaba la década de los 60, se fue alejando de las juventudes del PNV para acercarse a posiciones socialistas y, más tarde, al emergente Partido Comunista de Euskadi. Y es que, según decía y transmitía en sus versos, se sentía más cercano a los obreros 'maketos' que a los burgueses nacionalistas.

Así se evidenciaba en el poema de 'Harri eta herri' de título 'Clamando en el Muelle de Zorroza', en el que denunciaba las condiciones laborales de los obreros portuarios: «Porque la injusticia no es políglota e igual trata al castellano y al euskaldun».

Pero, por encima de siglas e ideologías, mostró un compromiso supremo con el euskera y su supervivencia. Eso le llevó a crear su propia editorial, Kriseilu, y a apadrinar a autores como Atxaga, que relata cómo se conocieron: «Yo estudiaba economía y empecé a escribir en euskera, pero no conocía a ningún autor euskaldun. Entonces, llevé un texto, una breve obra de teatro, a la Librería Verdes, cuyo encargado era Ángel Zelaieta, y le dije que se lo pasara a algún lector que pudiera tener interés en él». Y Zelaieta se lo pasó a Aresti, que no solo lo leyó sino que escribió al joven escritor.

«Me envió una carta muy larga y conmovedora. Me decía que siguiera escribiendo sin dudarlo y me hizo halagos a la par que alguna otra crítica por ser demasiado purista con el euskera. Y me dijo que si nadie quería publicarme la obra, él me la publicaba con su dinero», rememora Atxaga, que lo considera como «el mayor espaldarazo» que ha recibido nunca en su carrera. «Para un chico de 22 años que no conocía a nadie fue una auténtica suerte. Elegí un buen padre literario», celebra.

Ese espíritu de compañerismo y fraternidad que siempre esgrimió Gabriel Aresti se resume en otros versos del mismo poema de 'Harri eta herri'. «Beti paratuko naiz / Gizonaren alde (Siempre me pondré / Al lado del hombre)», dejó escrito, a modo de concepción vital, humana y literaria.

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