Tom Kublin, cómplice visual de Balenciaga
Un libro presentado en Getaria analiza la relación creativa entre el fotógrafo y el modista vasco
Tuvo una carrera artística corta pero prolífica. Como fotógrafo de moda logró una técnica depurada que enfatizaba la elegancia, la innovación y la singularidad de ... cada pieza. La misma visión que tenía Balenciaga de una fotografía de moda que por encima de todo debía expresar el detalle y la originalidad de cada prenda. Eso explica que el 'couturier' eligiera a Tom Kublin (1924-1966) como el principal intérprete visual para documentar sus creaciones o publicitar su marca, en una unión creativa que reflejó la edad de oro de la 'maison' Balenciaga. Ahora un libro editado en inglés por la prestigiosa casa Thames & Hudson, que fue presentado el pasado sábado en el Museo Balenciaga de Getaria, abunda en la biografía del fotógrafo, en su estilo, en sus referencias artísticas y hasta en una sobria elegancia quizá inspirada en las fotografías realizadas por Edward Steichen durante los años 20 en 'Vogue'.
Con más de 140 fotografías y fotogramas de Kublin, el libro es un epílogo visual y textual de la muestra que en torno a la colaboración de Kublin y Balenciaga se celebró en el museo de Getaria en 2022. Sus páginas incluyen la investigación realizada sobre la obra del fotógrafo por la profesora Ana Balda; un prólogo de su hija María, un testimonio emotivo de su esposa Katinka Bleeker, un recuerdo del conocido fotógrafo de moda Gian Paolo Barbieri, que fue por un breve periodo asistente de Kublin; y un artículo de Lydia Slater, editora de la edición inglesa de 'Harper's Bazaar'.
Kublin murió prematuramente a los 42 años, algo que explica su escaso reconocimiento hasta ahora
Como afirmaron en la presentación del libro Ana Balda y la directora del Museo Balenciaga, Miren Vives, tanto la muestra de 2022 como la elaboración del libro afrontaron una enorme dificultad: la ausencia de negativos y de copias originales de Kublin en los archivos, algo que obligó a acudir a las páginas de las revistas -sobre todo 'Harper's Bazaar' y 'Le Jardin des Modes'-, al archivo del fabricante de tejidos Abraham & Co -cuyo director Gustav Zumsteg documentó las prendas de Balenciaga- o a los depósitos de la marca, hoy propiedad del grupo Kering.
Relación cómplice
Nacido en 1924 en una pequeña localidad de Hungría, Kublin se trasladó a Suiza tras la II Guerra Mundial y abrió un estudio en Zurich. Ya fuera por su trabajo para el fabricante helvético de telas Abraham & Co -con el que Balenciaga creó el tejido Gazar- o por recomendación de Carmel Snow, la periodista y amiga de Cristóbal Balenciaga, lo cierto es que tras su introducción al modisto vasco la relación cómplice de ambos fructificó en un estilo fotográfico que incluso a veces se vinculó con la tradición histórica del arte, haciendo que el diseño de las prendas pareciera único, exclusivo y atemporal.
Como dice Ana Balda en su texto, Kublin fue ante todo un fotógrafo de estudio, como Irving Penn, Cecil Beaton o Horst P. Horst, aunque utilizó herramientas decorativas adicionales en el set para enfatizar la elegancia y la innovación. Eso sí, su estilo estuvo alejado de aquella foto narrativa, urbana o con modelos en pose erotizada que ya había iniciado Richard Avedon.
La mujer de Kublin, la modelo Katinka Bleeker, recuerda en el libro su encuentro inicial con el fotógrafo en Nueva York, su relación sentimental y profesional, su círculo de amigos artistas -Chagall, Matisse, Miró y Picasso- y su sintonía creativa con el modista. Kublin murió prematuramente a los 42 años, algo que explica su escaso reconocimiento hasta ahora. Quizá este libro y su fructífera colaboración con Balenciaga sitúen en su merecido lugar a un fotógrafo excepcional.
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