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MIKEL CASAL

Historias de moscas

Más allá de ser inspiración de poetas, estos insectos han sido, sobre todo, una molestia para el ser humano

Mauricio-José Schwarz

Jueves, 6 de abril 2023

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Moscas son todos los insectos del orden díptera, o sea, que vuelan con sólo dos alas y no con cuatro como la mayoría. El segundo par ha evolucionado hasta convertirse en pequeños auxiliares de la posición del cuerpo del animal durante el vuelo y esto explica, en parte, su desesperante agilidad. Aunque se han descrito unas 125.000 especies y los expertos creen que hay más de un millón de variedades en todo el mundo, la que nos ocupa es, sobre todo, la Musca doméstica, esa que está presente en casi todo el mundo, la de los poemas y la de las desesperaciones.

En el mundo antiguo se creía, con diversos grados de elaboración mítica, que algunos animales se generaban espontáneamente en la materia en descomposición. La observación era muy sencilla: en canales de animales sacrificados y en heces humanas o animales se podía ver surgir a los pocos días grandes cantidades de moscas. Como las cuidadosas observaciones de Aristóteles excluían que las moscas depositaran huevos allí, parecía que la generación espontánea era la única explicación. No contaba, por ejemplo, con que los huevos de las moscas ya estuvieran en el aparato digestivo de los animales al morir o hacer sus deposiciones.

Pero la mosca era, sobre todo, una molestia. Y por su relación con los desechos animales se intuía que podría tener algo que ver con la transmisión de algunas enfermedades, pero todo de manera bastante vaga. Para controlarlas, griegos y romanos emplearon, como cuenta Plinio el Viejo, sustancias pegajosas como la resina –las atraían con algún alimento apetitoso– o frascos de vinagre puestos en distintos puntos de la casa para que muriesen ahogadas. En la antigua China, la respuesta fueron dos avances tecnológicos usados hasta hoy en día: la tela de mosquitero y el matamoscas con mango y una superficie destinada a aplastar al insecto. Ya en el medievo europeo se dieron los primeros pasos en la guerra biológica, cuando algunas familias, además de usar los otros sistemas ya conocidos, empezaron a mantener en casa aves como las golondrinas, que se alimentaban de los molestos dípteros.

Pez muerto y carne cruda

Fue el médico y polímata italiano Francesco Redi (1626–1697), considerado el padre de la biología experimental, quien empezó a demoler la creencia en la generación espontánea con un elegante experimento. Separó seis frascos en dos grupos de tres. En cada grupo tenía un frasco con un objeto cualquiera, uno con un pez muerto y otro con un trozo de carne cruda de ternera. Tapó el primer grupo con una gasa fina que dejaba entrar el aire y el otro lo dejó abierto. Pasado un tiempo, aparecieron cresas o larvas de mosca en las gasas de los frascos con materia orgánica, pero no sobrevivieron, mientras que en los frascos abiertos las cresas aparecieron, puparon y finalmente se convirtieron en moscas.

Este y otros experimentos de Redi se publicaron en 1688 en su libro 'Experiencias sobre la generación de los insectos', presentado con amplias citas bíblicas para no sufrir persecución por parte de la Iglesia. Su trabajo puso las bases para los experimentos de Lazzaro Spallanzani sobre generación espontánea en el siglo siguiente y, finalmente, en el XIX, los de Pasteur. Pero la mosca seguía siendo considerada inofensiva e incluso un elemento que le daba vida al paisaje.

Mientras, en las guerras de finales del siglo XIX, caían más soldados víctimas de la tifoidea que de las balas enemigas, por lo que el Consejo de la Tifoidea del ejército estadounidense, encabezado por Walter Reed, estudió la transmisión de esta infección bacteriana y pudo establecer que la mosca doméstica era un vector mecánico del bacilo de esta enfermedad incapacitante y con frecuencia mortal.

Vector mecánico significa que los agentes patógenos se adhieren al exterior de los animales y son llevados por ellos hasta el ser humano mediante contacto físico. Fue entonces cuando se llamó a las moscas «esponjas con alas» porque recogían microbios dañinos y los esparcían. Por un lado, este descubrimiento y otros hicieron que se incrementara el estudio de la omnipresente mosca y, por otro, que se emprendiera su exterminio, sobre todo cuando erróneamente se responsabilizó al insecto de ser también vector mecánico de la poliomelitis durante las epidemias de 1916 y 1948 en Estados Unidos.

Insecticidas

Sin embargo, estas acciones no redujeron el contagio de la polio. La transmisión de esta enfermedad por ese medio resultó ser, en todo caso, incidental y poco relevante. Pero la industria del insecticida como protector de la salud ya había entrado en escena ayudando a prevenir otras muchas afecciones que sí transmitía la 'esponja voladora'.

Pero la relación con las enfermedades de este insecto, que acompaña al ser humano en casi todo el mundo (la excepción son los climas fríos, pues las moscas dejan de reproducirse cuando el entorno está a una temperatura de unos 7 grados y mueren a los 0) ha opacado con gran frecuencia la función benéfica que cumplen en su medio ecológico. Primero que nada, las moscas son enormemente útiles como carroñeros, cumpliendo un importante papel en el reciclaje de materia orgánica de desecho (como las heces) y muerta.

Es más, aunque hay especies de moscas especializadas que detectan la muerte de otros animales para depositar sus huevos en ellas, las domésticas comunes son las primeras que suelen hacerlo y con ello ayudan a la medicina forense a establecer el momento de la muerte en casos donde se sospecha de algún delito. Los huevos de estas moscas eclosionan entre 8 y 24 horas después de puestos y sus cresas hacen pupa y surgen como adultos en un plazo de entre tres y seis días, según condiciones de temperatura y humedad.

Pienso para animales

Las cresas de la mosca doméstica son, además, de las pocas especies que se pueden usar para el desbridado de heridas e infecciones de piel, músculos e incluso huesos. Las cresas, que pese a su aspecto son enormemente limpias, se comen los tejidos muertos y secretan amoníaco y carbonato de calcio, que actúan como desinfectantes de las heridas.

Finalmente, las larvas de la mosca común pueden usarse como un muy nutritivo alimento de peces y emplearse para convertir los desperdicios en pienso para animales diversos. Hasta la molesta mosca, pues, tiene su lugar en la variedad de las especies.

Ante los problemas que tiene el uso descontrolado de insecticidas, hoy se utilizan otros métodos complementarios que reducen estas sustancias: el control sanitario de los medios donde se crían las moscas, incluido el uso de bolsas de basura, las trampas y el control biológico por medio de depredadores de la mosca.

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