Los once comercios y bares de Ledesma cierran sin saber aún cuándo reabrirán
«Han sido 38 años muy bonitos», dice uno de los locales que ha bajado la persiana de forma temporal por un fallo en los cimientos del edificio
En el día en que miles de personas volvían al trabajo en el centro de Bilbao tras las vacaciones de verano, once establecimientos ubicados en ... la manzana que hace esquina entre las calles Gran Vía, Ledesma y Berastegi bajaban temporalmente la persiana. El motivo de este cierre (en teoría debería ser solo por unos meses) tiene que ver con unas obras que buscan afianzar los cimientos del centenario edificio que les da cobijo después de que se localizara un fallo estructural en unos de los pilares y en otros elementos secundarios de contención.
Pese a que no es un adiós definitivo sino un hasta luego, la sensación en la calle era ayer de tristeza y orfandad. La mayoría de transeúntes reparaba en «lo apagado que está esto hoy». Varias personas se acercaron a mediodía a la Taberna Taurina, que estaba entreabierta. Introdujeron la cabeza por el hueco de la puerta para preguntar si servían café. «No sabíamos nada de todo el lío que hay montado. Qué pena», comentaba Lourdes Sáez, que trabaja en los juzgados como personal temporal y que, en las últimas semanas, solía hacer una parada a media mañana en este rincón de Ledesma.
En el interior del local, varios empleados hacían inventario y devolvían bebidas y productos que se han quedado finalmente sin vender. Aquello parecía una mudanza. Junto a las botellas de refrescos había cajas de cartón con utensilios de cocina o servilleteros. «Nos lo llevamos todo», comentaba un trabajador de una distribuidora de licores.
«Lo más duro es que no sabemos cuántos meses puede durar esto y eso es lo más fastidiado», comentaban en la cercana Pastelería Arrese. Este espacio consagrado a los dulces llevaba diez años ininterrumpidos vendiendo pasteles, pastas y otras delicias. «Esa etapa se acaba», decían, resignadas, dos trabajadoras. Una parte del personal ha sido recolocada en otras tiendas, mientras que el resto «se ha ido a un Erte». Se trata de un expediente de regulación de empleo por causas de fuerza mayor, que garantiza el mantenimiento del puesto de trabajo. El operario pasa a cobrar un subsidio. Algo muy parecido a lo que sucedió durante la pandemia.
Si Arrese llevaba una década en el lugar, la farmacia Ana Bárcena no faltó a su cita con los clientes ni un solo día desde 1986. «Estamos muy apenados porque han sido 38 años muy bonitos», reconocía una de sus responsables, que destacaba que la propiedad del inmueble (una firma inmobiliaria) tampoco les había precisado el tiempo que durarán los trabajos.
La tienda de ropa Snipes colgó un cartel derivando a sus clientes a la tienda de Barakaldo. Y General óptica ofrecía tres alternativas situadas a entre 350 y 850 metros. En varios de los casos, los negocios que cerraron ayer colgaron avisos en los que destacaban que bajaban la persiana porque se habían visto «obligados» o por «causas ajenas», lo que denota cierto malestar con la forma en la que propiedad ha gestionado esta obra de saneamiento de la estructura. Hay quien teme que nada vuelva a ser lo mismo y, a medio plazo, se instale un nuevo proyecto, «quizás hotelero» o «inmobiliario».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión