Un genio que merece ser reconocido
¿No puede Javier tener su calle en Vitoria por poner aquella pequeña ciudad en Europa?
Ha muerto Javier. Varias vidas en una: el jazz, la política, pero por encima de todo el baloncesto. Lástima que Vitoria no haya tenido tiempo ... para darle el homenaje que merecía. Tampoco las instituciones han pensado en ello. Él me trajo a Vitoria cuando la ciudad tenía 40.000 habitantes, me hospedó en su casa en Landázuri. ¡Qué frío y qué nevadas! Javier convertía en cancha de baloncesto el Frontón Vitoriano de la calle San Prudencio cada quince días. Allí empezó todo.
De la oscura liga vasco-navarra nos llevó a la élite. En aquel momento, para los aficionados del resto del país, Vitoria dejó de ser Victoria. Cuando no pudo más con la gestión socioeconómica, sedujo a los dueños de KAS, aquel prestigioso refresco propiedad de una familia vitoriana, para que patrocinase al equipo. Aquel club de Javier se asentó en la primera categoría española. Casi nadie sabe que los primeros pasos por Europa fueron de su mano.
Resultó que a los altos ejecutivos de la empresa de bebidas Vitoria se les quedaba pequeña y tomaron la decisión de llevarse el equipo a Bilbao. Fue un momento difícil. Hubo que partir de cero, pero Javier y algunos más habían dejado una raíces tan firmes que el baloncesto no podía desaparecer de nuestra ciudad. Otros, también olvidados, iniciaron la reconquista del status baloncestístico. De nuevo a crecer desde lo más profundo del pozo. Y vuelta a la élite. Javier tuvo sus años de gloria como entrenador en el Barcelona y el Antibes. Terminado ese ciclo, volvió a casa, pero ya no había espacio. Ni siquiera para el agradecimiento
No es el tema de hoy, pero me pregunto: ¿Por ser del mundo del deporte Javier no merece un recuerdo institucional? Si los políticos, los investigadores o los exploradores que recordamos paseando por las calles de la ciudad lo son, ¿no lo puede ser Javier por poner aquella pequeña ciudad en Europa?
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