Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
ramón barea
Jueves, 24 de julio 2014, 11:39
Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.
Compartir
Cuando te nacieron, humildes y proletarios tus padres, te nacieron pequeño, y tú seguramente te encogiste un poco para que todo fuera mas fácil. Te encogiste hasta el nombre.
Naciste en Erandio, o sea, no en el mismo-mismo Bilbao. Querías ser maestro de escuela, estuviste un año de prácticas en una escuelita del Valle de Asua y acabaste deprimido: "No doy la talla no me siento capaz de hacer algo tan importante como educar". Te metiste a actor en Cómicos de la Legua, luego en Karraka y tenías el tamaño perfecto para ser el que entrara dentro de la cabina de la furgoneta a organizar la carga. Cientos, miles de cargas y descargas en las giras de la compañía; y tú allí, a un palmo del techo aguantando el tirón después de la actuación y sin seguridad social ni subvención. Inventando el teatro independiente profesional vasco.
Te libraste de la mili por centímetros. Sabías que andar una gran caminata antes de tallarse ayudaba a menguar. Pusiste cara de pequeño y te sentenciaron: "Tú no das la talla para servir a la patria". Y acertaban. En las fotos de grupo sales detrás, o en la esquina. Por no molestar, para que tus compañeros se pongan delante.
Tu fluctuante autoestima nos hacía sufrir, a ti y a los que te queríamos -qué frágiles somos los actores- y disfrutábamos cuando te daba la risa por tonterías. Como aquel día en que tus amigos te entregamos el Goya, que resultaba ser una botella de vino dulce del mismo nombre, pero que fue un acto de justicia poética que a todos nos emocionó... y a ti también. Wikipedia no sabe de la misa la media.
También en el amor encontraste una compañera a la altura de tus ojos y de tu corazón, tu pequeña Mayda. Un amor que se escondía detrás de tu timidez y que tampoco salía en las fotos. Y tu pequeña, más pequeña, que te va a extrañar mucho.
No podrás recortar minuciosamente las cosas que interesan de los periódicos para leer luego, ni podrás anotar en pequeñas agendas, en papelitos, todas las cosas que iban despertando tu gran curiosidad. Ni coleccionar cosas pequeñas para regalar. O para almacenarlas, pequeño diógenes perplejo.
Nadie sabe de tu genio, porque preferías comértelo antes que dañar a los que te rodeaban. Mostrabas tu sonrisa apacible para que toda fluyera. Te comías el marrón. Te defendías en un mundo de altos, alcanzando con tu sentido del humor la estatura de los que te rodeaban, a veces solo para defenderte, pero crecías actuando, siendo otro, crecías siendo amigo, colocándote en ese lugar horizontal, democrático, ese lugar donde se necesita un ego muy pequeño, donde se necesita empatía, ese lugar de la auténtica amistad que tú habitabas.
Álex, te queremos mucho todos los que hemos convivido contigo. Te vamos a echar mucho de menos. Tú nos enseñaste lo más difícil: la sencillez.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.