Vitoria homenajea a las familias de los pueblos que el embalse de Ullibarri-Ganboa anegó
Familiares y miembros de la Corporación municipal descubren una placa que recuerda la desaparición de los municipios que quedaron sepultados hace 65 años bajo el agua con la construcción del pantano
Aquello hizo que desaparecieran pueblos, provocó que los habitantes tuvieran que marcharse de casa y desprenderse de muchos recuerdos, además de aparcar la que era su dedicación, centrada hasta entonces la labranza. Para muchos era difícil de comprender cómo en nombre de la modernidad se les obligaba a desplazarse, a veces con lo puesto, dejando atrás su vida. Vitoria homenajea ahora, 65 años después, a quienes tuvieron que marchar forzosamente del valle de Gamboa. Unas 250 familias de nueve pueblos del municipio -Azua, Garaio, Larrintzar, Marieta, Mendíjur, Mendizabal, Nanclares de Gamboa, Orenin y Zuazo de Gamboa- debido a la construcción del embalse en el municipio de Gamboa.
Con el paso del tiempo, algunos de quienes tuvieron que abandonar el valle de Gamboa debido a la construcción del embalse -una gran obra de ingeniería que se prolongó entre el 48 y el 56 que sería clave para abastecer de agua potable a casi la mitad de la población vasca, Álava y el Gran Bilbao- han asumido que era una construcción necesaria en el fondo, pero siguen lamentando las formas en las que se llevó a cabo. «La reubicación que prometieron fue un engaño», coinciden. «Pagasteis el precio de un desarrollo económico y social que hoy tenemos. Perdisteis vuestras tierras; y económica, social y emocionalmente supuso mucho», ha señalado este lunes Miren Fernández de Landa, concejala de Zona Rural, en un acto en el que han participado concejales de distinto color político. 'Un pueblo que olvida su historia es un pueblo sin identidad', es el título del encabezamiento del panel instalado cerca del aparcamiento Eskalmendi, al inicio de una ruta verde del Ferrocarril Vasco Navarro que parte del parque de Gamarra. El texto explicativo aparece en euskera, castellano e inglés. «La construcción de los embalses del sistema del Zadorra, una aspiración de la gran industria vasca desde los tiempos de la República, se ejecutó finalmente en pleno franquismo», se lee. La Diputación Foral de Álava ya colocó unos paneles hace dos años para recordar las poblaciones que desaparecieron por su construcción. Gamboa fue disuelto y algunas de esas poblaciones, como Mendizábal y Orenin, quedaron sepultadas bajo las aguas con el llenado del embalse. Garayo se vio afectado también casi totalmente por la inundación; Zuazo de Gamboa quedó convertida en la actual isla de Zuaza; Azúa y Nanclares de Gamboa quedaron a orillas del lago, qunque sus habitantes perdieron tierras de cultivo, lo que les obligó a emigrar. Todas las localidades «sufrieron cambios irreversibles en su morfología y demografía».
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María Patrocinio Fernández (97 años)
«Nos engañaron prometiendo un realojo en una zona cercana y cada uno tuvo que buscarse la vida como pudo»
La historiadora Txus Bilbao, hija de María Patrocinio Fernández (97 años), es una de las mejores conocedoras de la construcción del embalse. En su libro 'A cincuenta años...' recogía algunos relatos que oía en casa, cómo fue el proyecto y sus efectos. «Si en otras familias se hablaba de las historias de la Guerra Civil, el tema en casa era el pantano», recuerda Txus. Más allá de la gran obra de ingeniería, la población de la zona recibió un mal trato. Primero se prometieron asentamientos en zonas cercanas y finalmente se optó por la expropiación forzosa. «Nos engañaron, desde el principio», apunta María Patrocinio, que se emocionó al descubrir la placa. Junto a su marido, su padre y ocho hijos se tuvieron que marchar. «El abuelo durmió hasta el último día allí y salió con el agua hasta aquí», comentan llevándose la mano a la rodilla. Otra imagen que tiene grabada María Patrocinio de aquel Nanclares: «Recuerdo a mi marido con el camión sacando lo que podía de las casas».
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Ángela (81 años) y Rufo (74 años), de la familia Ugalde
«La iglesia de Orenin la tiraron abajo antes del llenado del embalse y otras quedaron sepultadas bajo el agua»
Aunque las obras se extendieron diez años, a ellos les dieron diez días para desalojar el pueblo. «De los pocos recuerdos que tengo es cuando derribaron la iglesia. Sin quitar las campanas tiraron abajo la iglesia de Orenin y la escuela mientras los vecinos todavía estaban en las viviendas», cuenta Rufo, que tenía tan solo 8 años. Se mudaron de ese pequeño pueblo hasta Vitoria hasta un pequeño piso en la calle Cuchillería. «Menos mal que no derribaron el resto de iglesias de los pueblos (muchas quedaron sepultadas)», dice su hermana mayor Ángela. «Salimos de allí en una camioneta con todo a cuestas. Fue muy duro». Ambos lamentan las formas en las que se llevó a cabo, aunque entienden que ha sido una construcción beneficiosa. «La reubicación que prometieron fue un engaño». El pueblo de Orenin quedó sepultado. A ella le cuesta ir al pantano. Su hermano guarda recortes -y «muchass informaciones de Paco Góngora , periodista de EL CORREO»- acerca de las diferentes publicaciones relacionadas con la historia del embalse. «Yo he estado muchos años yendo a las tardes en una zodiac por la zona con mi mujer, dice Rufo.
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Teresa Ruiz de Arbulo (89 años)
«Sentí una gran tristeza cuando vi los escombros de Orenin»
En 2007 algunos escombros de edificios de Orenin emergieron debido a una sequía que provocó el descenso del nivel del embalse. También emergieron los recuerdos de quienes fueron sus habitantes. «Sentí una gran tristeza al andar por allí y ver todo descalabrado. Conforme pasan los días más cuenta te das del atropello», dice Ruiz de Arbulo. Junto a sus nueve hermanos se buscaron la vida en la ciudad. «Tuvieron que dejar la labranza». Dicen que apenas hubo indemnizaciones. «Nos fuimos a un piso a Nueva Dentro que mis padres habían comprado antes».