Aniversario
La primera ronda de la Ertzaintza en Vitoria1 de septiembre de 1995 ·
Hace justo 30 años, 45 agentes se estrenaron en las calles de la capital de Euskadi con más ganas que medios. Sufrieron el acoso de la izquierda abertzaleFue la última en llegar a Vitoria y en la actualidad, treinta años después, se ha afianzado como el cuerpo policial con más intervenciones ... y mayor número de efectivos. La Ertzaintza anda de aniversario. Mañana apagará 30 velas como vecina destacada de la capital de Euskadi. El 1 de septiembre de 1995 a las 0.00 horas, 45 agentes –adscritos a las primeras promociones– salieron a nuestras calles repartidos en dieciocho Renault 19, un par de furgonetas y con más voluntad que medios técnicos.
Transcurridas tres décadas de tan icónico momento, alrededor de medio millar de efectivos adscritos a la comisaría de Portal de Foronda intenta contener una delincuencia en alza. Este fenómeno ha evolucionado 180 grados desde aquella primera ronda con la que culminó –tras trece años de vicisitudes– el despliegue en la comunidad autónoma de esta Policía totalmente dependiente del Gobierno de Lakua.
Ya no queda nadie activo de esa época. Esos pioneros peinan canas. Algunos, como el 'nagusi' (comisario) Enrique Sarasa, han fallecido. «Fue una noche bastante tranquila», evoca uno de esos primeros ertzainas sobre el 1 de septiembre de 1995. «Nos sorprendió que cuando subíamos a los coches había prensa haciéndonos fotos, como si fuéramos modelos», ironiza.
Los primeros meses operaron desde la academia de Arkaute al estar todavía en obras la comisaría de Portal de Foronda, convertida en objetivo prioritario de ETA y sus acólitos. De hecho, los roces con la izquierda abertzale radical se convirtieron en habituales desde el inicio. Les sometieron a un «martirio» mediático y a «un acoso continuo en las calles», en especial en el Casco Viejo. «Prácticamente cada fin de semana había lío. Nos tiraban de todo y los escudos, que no se distinguían por su calidad, llegaban a partirse en dos», revive otro antiguo uniformado ya sexagenario. Sufrieron «numerosas emboscadas» con llamadas falsas sobre urgencias inexistentes, lo que les obligó a variar sus tácticas. El verduguillo era una prenda básica.
Víctor García Hidalgo, entonces gobernador civil y actual pieza clave en el Gabinete de Maider Etxebarria, colaboró en el traspaso de poderes. «Coincidió en el tiempo con los acuerdos alcanzados en el seno de la Junta de Seguridad del País Vasco para establecer los mecanismos de coordinación entre los distintos cuerpos policiales y delimitar las funciones de cada uno. Había un contexto de realidad delictiva que no atendía a fronteras y con un terrorismo etarra que no distinguía entre uniformes».
Jorge Díez Elorza
Los años posteriores, ETA asesinó en la ciudad al guardia civil retirado Alfonso Parada (mayo de 1998, en Lakua), al ertzaina Jorge Díez Elorza y al dirigente socialista Fernando Buesa (febrero de 2000, junto al Campus de Álava) y al funcionario de prisiones Máximo Casado (octubre de 2000, frente al Seminario).
Durante esa fase, la cooperación real entre cuerpos de seguridad fue mínima, por decirlo de forma suave. «Pedimos un listado de delincuentes habituales a la Policía Nacional y sólo nos pasaron un nombre», asegura un antiguo mando.
Hoy, tras la derrota etarra y debido al perfil interautonómico de muchos criminales profesionales, ya son bastante habituales las operaciones conjuntas con la Guardia Civil o con la propia Policía Nacional. «A nivel de calle siempre ha habido buen rollo entre los 'curritos'. Otro asunto han sido en las altas esferas», alumbra un ertzaina que se jubiló como JO (jefe de turno). Guardias civiles, policías nacionales y agentes locales consultados corroboran «al 100%» esta afirmación.
La delincuencia cambia
Días antes del despliegue, y como prueba de buena fe, en el acto protocolario entre el Ayuntamiento de Vitoria y el Gobierno vasco, el entonces alcalde, José Ángel Cuerda, regaló al consejero Atutxa una colección de volúmenes sobre Derechos Humanos y una escultura de El Caminante. Aparte de Vitoria, estos agentes también debían velar por la seguridad de Arrazua-Ubarrundia, Iruña de Oca, Legutiano, la cárcel de Nanclares de la Oca y el Palacio de Justicia de la Avenida de Gasteiz.
Se abrió una oficina para recoger denuncias en la calle Olaguíbel, que continúa activa. Y en la primavera de 1996, los ertzainas adscritos a Vitoria por fin pudieron instalarse en la comisaría de Portal de Foronda, la última sede en levantar la persiana.
Mucho ha llovido desde su apertura. De «los atracos para conseguir dinero para droga» se ha pasado a los 'mataleones', las peleas con navajazos, los hurtos y la ciberdelincuencia. «Antes había mucho más respeto por la autoridad, ahora cualquier 'mangui' puede intentar agredirte», desvela con preocupación una ertzaina destinada en la ciudad.
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