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Carlos Adriano en una de sus actuaciones en Vitoria. Blanca Castillo

Ilusión y risa cada día para los escolares en Magialdia

El argentino Carlos Adriano, amante del clown, ofrecerá esta semana diez sesiones de «magia divertida»

Judith Romero

Lunes, 16 de septiembre 2019, 19:03

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Su show no es para rostros largos ni para gente sin sentido del humor. Como este lunes ya pudieron comprobar varios escolares vitorianos, el mago Carlos Adriano (Rosario, Argentina, 1976) no concibe su oficio sin la risa. «No quiero ser el mago superpoderoso al que el público aplaude en silencio, me gusta que se impliquen y necesito que reaccionen de forma constante, que se involucren», explica tras los dos primeros pases del show que repetirá hasta el viernes en el teatro Federico García Lorca del centro cívico Lakua con los que se inició, también, el gran festival vitoriano del ilusionismo, Magialdia.

Los alumnos de Barrutia, Zabalgana y Adurza fueron los primeros en presenciar «lo más parecido» al show que Adriano hubiese querido ver de pequeño. «Empecé en la magia a los once o doce años como un hobby y mi familia me apoyó mucho, aunque dudo que pensaran en que esta fuera a ser mi profesión», bromea. Aprendió del mago Barry y empezó a actuar en fiestas de cumpleaños a los 14 años. «A los 19 hice un programa de magia por la radio, un poco a lo Orson Welles, y después lo conté en mi primer libro, 'Magia invisible'», recuerda. No obstante, el estallido de la crisis económica en Argentina en 2001 le hizo afincarse en Madrid, donde reside desde hace casi dos décadas. «Tenía una tienda de artículos de magia en la que creé algunos monstruos que me sigo encontrando por ahí. Ahora cualquiera puede aprender algunos trucos con internet, pero antes era complicado acceder a los trucos y al conocimiento», admite el rosarino de padre zamorano.

Si la magia le hechizó de niño, el mundo del clown le enamoró en su adolescencia. «Para mí es una herramienta más para comunicar y sorprender, esto es teatro y la expresión corporal es importante», defiende consciente de que, para los más reticentes a la magia, el papel del mago es el de «engañar». «Se produce un pacto de realidad y, aunque es distinto actuar para niños y para adultos, los mayores regresan a su infancia cuando están en un show infantil», explica. Del mismo modo, a los pequeños les seduce comprobar cómo Carlos rompe las reglas que habitualmente suelen respetar los adultos. «No se trata de ser políticamente incorrecto, si no de llamar su atención.Les divierten cosas como hacer ver que te sacas los mocos», ríe.

El niño, otra estrella

Esta semana Carlos Adriano repetirá el mismo show en diez ocasiones, pero cada una de las representaciones es diferente. «Me gusta dejar espacio a los niños, que formen parte del espectáculo y que aporten algo más allá de decirles colócate ahí y haz esto. También me encanta actuar en la calle, es el teatro más internacional de todos», afirma Adriano, quien cada domingo actúa en los teatros Luchana de Madrid. Ayer la pequeña Aiala se sorprendió a sí misma haciendo aparecer varias pelotas de color naranja entre sus manos, y Aimar, también de 8 años, tuvo la oportunidad de sostener una varita mágica gigante.

«Los niños no pueden ser meros espectadores, tienen que sentirse parte de la actuación y un poco estrellas», sostiene Adriano. Este mago con alma de clown destaca la labor que Magialdia –«uno de los festivales más grandes de Europa sino del mundo»– por acercar la magia al público que no suele consumir estos espectáculos. «Es la tercera vez que vengo y no hay nada igual en el mundo, la magia está en el tranvía, campeones mundiales hacen sus shows en escaparates... es algo impensable en otro lugar», aplaude. Y es que esa es su máxima: lo importante es conectar con el público.

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