Indarra desempolvó el disfraz
El primer desfile reunió a seis comparsas ante la asombrada mirada de un público sorprendido por chinos, cosacos, egipcios y tiroleses
Tenía que ser la asociación cultural de arte popular vasco Indarra, tan dispuesta a recuperar las tradiciones o a renovarlas si se da el caso, ... quien abrió el trastero, enredó en los baúles y desempolvó los disfraces. El carnaval, la fiesta pagana que despide el invierno y saluda la primavera, aunque no siempre se ajusta al calendario, regresó de su mano a Vitoria el último fin de semana de febrero de 1979. Hace cuarenta años. Estuvo ausente el mismo tiempo, desde 1937, durante la Guerra Civil y el franquismo, que lo prohibió, y volvió a las calles con la incipiente democracia y la Constitución. Aquí, la trasgresión reapareció con dos años de demora respecto a otros lugares.
Ciertamente, Vitoria no pasaba entonces por un buen momento. Aún resonaban los ecos de los disparos de la Policía Armada el 3 de marzo de 1976, una tragedia con cinco obreros muertos que conmocionó a una ciudad pequeña donde casi nunca pasaba algo relevante, y el tejido industrial seguía en crisis, de huelga. Había tal vez necesidad entre la población de darse una alegría, de ponerse cualquier harapo y echarse a la calle. Y así aconteció.
«Fuimos inocentes, valientes e inconscientes». Amaia Elosegi recuerda el rebrote de la carnavalada vitoriana en primera persona, porque participó de ella como integrante de Indarra. También Celedón y su descenso surgió, en 1954, de una genial locura entre nueve amigos. El vitorianismo entiende de improvisaciones. Los promotores del disfraz echaron mano de Alfredo Donnay y Venancio del Val, dos tipos populares y sabios, para que hurgaran en el pasado de la fiesta, de cuando los pintores de Vitoria pasaban el carnaval en la calle de la Estación, y les dieran alguna idea «con la que hacer algo propio». Un año antes se habían subido al autobús para empaparse del jolgorio de Tolosa, que durante años esquivó la censura franquista al disfrazarlo como 'fiesta de primavera'.
«Dio la casualidad de que, estando en conversaciones con el Ayuntamiento, dimitió toda la Corporación porque se acercaban las primeras elecciones municipales, de las que salió alcalde José Ángel Cuerda», aporta Jose Mari Bastida, 'Txapi', a modo de anécdota. Indarra empujó a la coral Manuel Iradier, a Gasteiz Txiki, a un grupo de dantzaris y a algún otro colectivo y entre todos fueron capaces de diseñar el primer programa y el desfile. La broma salió por medio millón de pesetas.
El 25 de febrero de 1979, domingo, frío para más señas, salieron seis comparsas desde la calle Luis Heintz, frente a Marianistas, para cubrir un largo trayecto por el centro hasta la Virgen Blanca. «Los niños y sus padres esperaron pacientemente. Todo el recorrido gozó de un cinturón impresionante de espectadores. Fanfarres, banda de cartón, txistularis, Banda Municipal, todos ellos acompañaron a comparsas y carrozas», relató EL CORREO en su ejemplar del martes -el lunes no se editaba-.
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«Se intentó hacer algo bonito con pocos medios y mucho cuidado», descubre hoy Elosegi. Aún había restricciones, requisitos gubernativos que cumplir. A nadie le dio por disfrazarse de cura o guardia civil, menos mal, ni de cubrirse la cara con una careta. A cambio, aquellos primeros chufleros del renacido carnaval vitoriano se vistieron de chinos mandarines, cosacos, egipcios y tiroleses y la música se acompasó con sus respectivas vestimentas. «Por la zona habitual de los vinos» -la Cuesta y calles aledañas-, se dejaron ver también, según la crónica, árabes, payasos, dráculas, caperucitas, algún marciano y «un pobre novio» que se consumió mientras esperaba a «una linda holandesa con sus zuecos y todo».
La plaza de España acoge esta noche 'Kimuak', una representación sobre las raíces de la mascarada rural
Fiesta de cumpleaños
No faltó el baile, el sábado hasta las tres de la madrugada, en el frontón Vitoriano, abarrotado, ni los concursos al día siguiente que premiaron a los más ocurrentes en el pabellón de Mendizorroza. Un niño militar destacó entre los sesenta aspirantes y los chinos mandarines se llevaron el galardón a la mejor interpretación.
Hoy, cuarenta años después, Indarra celebrará la efeméride con su espectáculo 'Kimuak' -'brote'-, un repaso a la esencia del carnaval rural. Será desde las ocho y media de la noche en la plaza de España. Representa «el final del invierno y la bienvenida a la primavera», subrayan sus organizadores Maitane Fernández de Retana y 'Txato' Arce.
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