

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Cada vez llegan más estudiantes a Euskadi a mitad de curso. Es lo que se conoce como 'matrícula viva'. Tras la pandemia, este flujo ... incesante crece sin parar. En el curso 2021/22 las aulas vascas acogieron 5.782 nuevos alumnos; en 2022/23 fueron 6.461; y 7.881 en 2023/24. Este año escolar, sólo hasta marzo, ya son 8.000, según expuso la consejera Begoña Pedrosa en el Parlamento. La gestión de la diversidad es una de las prioridades del departamento. Entre el 70 y el 75% de estos nuevos alumnos son de origen extranjero, lo que significa que unos 6.000 de los recién llegados este curso son inmigrantes. Son 30 al día.
Según los datos de la comisión de escolarización, el año pasado –las cifras de este curso aún no están disponibles– el 57% fueron derivados a la red pública y el 43%, a la concertada. Dentro de esta última, a su vez, existen grandes diferencias. Los colegios católicos acogen a siete de cada diez (el 30% del total). Los 60 centros de Ikastolen Elkartea, la segunda patronal por tamaño, al 4,5%.
Hay más matices. El 77% de los niños recién llegados de Infantil y Primaria van a la pública. En cambio, en Secundaria la mayoría (el 60%) se derivan a la concertada. Y, pese a que Educación introdujo hace ya dos cursos la reserva de plazas para vulnerables, el reparto dista mucho de ser equilibrado. Según los datos a los que ha tenido acceso este periódico, el curso pasado 23 colegios de Álava acogieron el mismo número de estudiantes que otros 83, lo que revela las diferencias.
El reto de integrar y educar a estos alumnos es formidable. Son estudiantes con un bajo índice socioeconómico y cultural, lo que condiciona su desempeño académico. Algunos llegan sin escolarizar o de países donde los colegios cerraron durante dos años por la pandemia. Es decir, que al duelo migratorio se suma una mochila académica que en ocasiones pesa demasiado.
77% Proporción
Porcentaje de los alumnos de EI y EP que van a la pública. El 60% de quienes llegan en ESO, a la concertada.
23 Colegios
Centros escolares de Álava que acogieron el mismo número de estudiantes que otros 83.
Y luego está la barrera del idioma. Muchos no saben castellano –los latinoamericanos sólo constituyen el 38% del total de alumnos extranjeros–, pero desde luego ninguno entiende euskera, idioma en el que se matriculan el 35% de estos estudiantes en ESO y el 78% en Infantil y Primaria. «Los alumnos que recibimos necesitarían refuerzo en castellano, así que imagínate cuando les metes en un aula de modelo D», explica una profesora de un centro concertado vasco. «Hacemos malabares porque tampoco puedes dejar de lado al resto para atenderles a ellos».
Hay ayudas. Los programas de refuerzo lingüístico consisten, básicamente, en sacar a los extranjeros del aula ordinaria durante unas horas a la semana para que, en grupos pequeños, vayan poco a poco familiarizándose con el euskera. Si bien tienen beneficios a nivel socioemocional porque les ayudan en su integración, la competencia que adquieren en lengua vasca es muy pobre. Según el Consejo Escolar de Euskadi, de los 503 alumnos que han participado en el proyecto Eusle de inmersión lingüística, apenas 79 han acreditado un A2 cuando llegan a 2º de ESO.
En cuanto a los profesores de refuerzo lingüístico, se asignan a los colegios en septiembre. «Pero si durante el curso nos llegan 15 o 16 alumnos más, como nos ha pasado este año, ¿qué hacemos?», se lamenta la directora de un centro con alumnado latinoamericano, magrebí, de Siria, Pakistán... «Es imposible atenderles como se merecen». Muchos están exentos de euskera y no se les evalúa de esta asignatura. «Pero si luego tienen Inguru, Natur Zientziak o Erlijioa, ¿qué sentido tiene?», apunta una profesora de modelo D. «Si llegan pequeñitos, podemos trabajar con ellos, pero si se incorporan a partir de 4º o 5º de Primaria... Es muy complicado que acaben la escolarización con sus compañeros. Y no digamos si llegan de adolescentes», dice.
«Este curso nos han venido tres nuevos alumnos en 4º de ESO, los hemos metido en clase con otros dos que llegaron el curso pasado. Todos son latinoamericanos», explica la jefa de estudios de un centro público. De los 25 alumnos, cinco, por tanto, son inmigrantes. «Es inevitable que acabes hablando algo en castellano para que se enteren, y eso ha provocado algunas quejas de familias euskaldunes», abunda esta docente que imparte Matemáticas. Cuenta que para los inmigrantes ha preparado dosieres «con un nivel de tres o cuatro cursos menos que el resto». ¿Y qué futuro les espera a esos jóvenes? «Nunca van a poder sacar la ESO, así que les desviamos a la FP Inicial», responde esta profesional.
Carlos Urio, jefe de estudios y orientador en el colegio concertado Alazne, también conoce lo que es trabajar con estos chavales. A su juicio, la clave en Primaria es organizar grupos tras las clases para que los críos reciban refuerzos, puedan estudiar, se les supervisen las tareas... «Muchos no tienen un seguimiento en casa ni un apoyo educativo, que son factores muy vinculados al fracaso escolar», señala.
En Secundaria, Urio aboga por potenciar el programa de diversificación curricular. El alumnado con más dificultades trabaja en grupos pequeños, a su ritmo, con material adaptado en las asignaturas con mayor carga cognitiva como Matemáticas, Lengua, Ciencias... El problema es que diversificación curricular sólo se aplica en 3º y 4º de ESO. Urio apuesta por adelantarlo a 2º y que Educación lo autorice todos los años, algo que no siempre sucede.
Su experiencia con estos grupos es muy positiva. «Sacan adelante el curso y acaban con una gran autoestima», explica. Muchos terminan en la FP. «Si consigues que adquieran una disciplina y les inculcas buenos hábitos, luego les va bien».
Por su parte, la socióloga Mónica Quiroz insiste en que «una de las condiciones que más está afectando tiene que ver con la diferencia entre el nivel de euskera que se requiere y el que logran». Esta investigadora coordinó el informe 'Situación de desventaja académica del alumnado de origen inmigrante' junto con Ideasur, la Asociación de Mujeres Saharauis en el País Vasco y la Asociación de Mujeres Hegoak eta Sustraiak, Subraya que «hay una necesidad urgente de un debate para conciliar los derechos lingüísticos con el derecho humano a la educación en su amplitud». «A la larga, es una bomba social», advierte.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.